lunes, 26 de junio de 2006

Borges, 20 años después 1ª parte

BORGES
20 AÑOS DESPUÉS
Primera parte


Se dice que una palabra es sinónimo de otra cuando posee la misma o similar significación, en el caso que hoy nos compete, universo, biblioteca y Borges, pueden actuar tranquilamente de sinónimos, ¿por qué?, porque esta tríada nos da la idea de inconmensurable, la idea de entrar por una puerta para desembocar en muchas otras, impensadas por cierto. Eso fue Borges, un camino hacia el infinito, el inicio certero de una lectura, pero el desconocimiento del destino.
En estos días se cumplen veinte años de la desaparición física de quien marcó de manera indeleble las letras de nuestra literatura argentina y mundial, un hombre que imaginó siempre su paraíso como una biblioteca.
Desde nuestras limitadas páginas decidimos homenajearlo desde algunos ángulos seguramente limitados también; porque la edición completa de EL DIARIO no alcanzaría para agotar las ópticas con que puede analizarse su vida y obra. Debido a la gran cantidad de trabajos presentados a nuestro medio, decidimos hacerlo en dos partes; en esta primera instancia, la gran ensayista Beatríz Sarlo nos da su visión cosmopolita de este argentino que se desplaza por varias culturas y que en su escritura rearma un mundo donde conviven su literatura con la de otros escritores contemporáneos y ya desaparecidos. Seguidamente la Dra. Ana Tissera nos cuenta como llegó a su vida el autor de EL INFORME DE BRODIE y de qué manera la acompaña para siempre. El escrito de César Mazza es una conjunción entre psicoanálisis y literatura, donde ésta última se adelanta a la primera y la convierte en una herramienta indispensable para el análisis de los casos. Para finalizar transcribimos el texto “Borges y yo”, una pieza ricamente confusa que viene a ilustrar minimamente su escritura.



UNA ESTÉTICA DEL MARGEN(1)
Por Beatriz Sarlo


Casi no conocemos una "vida" de Borges por fuera de las historias de encuentros con los libros. Como también sucede con Sarmiento, el mito biográfico de Borges se funda en la apropiación de la literatura: EL QUIJOTE leído por primera vez en traducción inglesa; su versión a los nueve años de un cuento de Oscar Wilde; su leal fascinación por Chesterton, Kipling y Stevenson; sus traducciones de Kafka, Faulkner y Virginia Woolf; su amistad juvenil, en España; con el ultraísmo; la familiaridad con la poesía gauchesca y la aversión por las letras de tango; su caprichosa y productiva relación con Evaristo Carriego, poeta modesto que su padre había frecuentado; el gusto por escritores 'raros', marginales y menores; las antologías que preparó con sus amigos Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo; la desconfianza asordinada ante el criollismo de DON SEGUNDO SOMBRA; su ensueño frente a las literaturas escandinavas, LAS MIL Y UNA NOCHES y LA ODISEA; su traducción aporteñada de la última página del ULISES; su veneración por la Cábala y por la DIVINA COMEDIA.
No hay un escritor más argentino que Borges: él se interrogó, como nadie, sobre la forma de la literatura en una nación culturalmente periférica. Escribió en un encuentro de caminos. Su obra no es tersa ni se instala del todo en ninguna parte: ni en el criollismo vanguardista de sus primeros libros, ni en la erudición heteróclita(2) de sus cuentos, falsos cuentos, ensayos y falsos ensayos, a partir de los años cuarenta. Por el contrario, la obra de Borges está perturbada por la conciencia de la mezcla y la nostalgia por una literatura (europea) que un latinoamericano nunca vive del todo como naturaleza original(3). A pesar de la perfecta felicidad del estilo, la obra de Borges tiene en el centro una grieta: se desplaza por el filo de varias culturas, que se tocan en sus bordes. Borges desestabiliza las grandes tradiciones occidentales y las que conoció de Oriente, cruzándolas (en el sentido en que se cruzan los caminos, pero también en el sentido en que se mezclan las razas) en el espacio rioplatense.
Borges cosmopolita, educado en Suiza durante la primera guerra mundial y antes de eso formado en los libros ingleses de la biblioteca familiar, plantea ya a comienzos de la década de 1920 las preguntas esenciales sobre cómo es posible escribir literatura en Argentina. De cara al pasado criollo, Borges quiere evitar las trampas del color local, que sólo producen una literatura regionalista y estrechamente particularista; pero no renuncia a una densidad cultural que le llega desde el pasado y forma parte de una historia propia. Allí, todavía muy cerca de Borges, estaba el siglo XIX, la saga familiar de las guerras civiles, las peleas de indios y blancos en décadas implacables, sangrientas e injustas. Estas huellas del pasado argentino no desaparecen jamás de la obra de Borges; por el contrario, su literatura cumple, entre otras tareas, la de volver a armar los fragmentos dispersos de una tradición, y articular la escritura propia con la escritura de otros argentinos ya muertos.
Lo primero que hace Borges es rearmar una línea cultural para ese lugar ex-céntrico que es su país. Esta operación estética e ideológica recorre su obra en la década del veinte y la primera mitad de la década del treinta. Pero la cuestión no se clausura entonces: el problema de la cultura argentina vuelve a las ficciones de Borges hasta sus últimos libros, como lo prueban varios cuentos de este volumen.
Borges reinventa un pasado y organiza una tradición literaria argentina en operaciones que son contemporáneas a su lectura de las literaturas extranjeras. Más aún: puede leer como lee las literaturas extranjeras, porque ha leído la literatura rioplatense; y está en condiciones de descubrir el 'tono' rioplatense porque no se siente un extraño entre los libros ingleses y franceses. En Borges, el cosmopolitismo es la condición que hace posible imaginar una estrategia para la literatura argentina. Inversamente, el reordenamiento de las tradiciones culturales nacionales habilita a Borges para cortar, elegir y reordenar desprejuiciadamente las literaturas extranjeras, en cuyo espacio se maneja con la libertad de un marginal que hace un uso libre de todas las culturas. Desde la periferia, Borges logra que su literatura se relacione de manera no dependiente con la literatura occidental. Hace del margen una estética.

(1) Fragmento del "Prólogo" a EL INFORME DE BRODIE, aparecido en San Pablo, Brasil, 1995.
(2) El adjetivo es usado por Sylvia Molloy en su inteligente análisis de las enumeraciones de Borges (Las letras de Borges, Buenos Aires, Sudamericana, 1979).
(3) Esta tesis fue por primera vez expuesta por Emir Rodríguez Monegal en Borges par lui-même, Paris, Seuil, 1970.



AL CABO DE LOS AÑOS
Por Ana Tissera


Borges decía que una persona tiene a lo largo de sus días dos o tres ideas y se pasa la vida rescribiéndolas. Afortunadamente una de las mías ha estado ligada a su escritura. Quiero contar entonces, a modo de gratitud, sin cartas académicas y desde el afecto, cómo llegué a él, de qué manera sus palabras me acompañaron durante casi veinte años.
Creo haberlo conocido en el subsuelo de la Biblioteca Mayor de la Universidad Nacional de Córdoba, cuando, buscando en el polvo de sus archivos revistas literarias de los años veinte que atestiguaran la presencia de Alfonso Reyes en Argentina, encontré y guardé para mí el siguiente párrafo: “La dicha no es menos poetizable que el infortunio, y ser feliz es cualidad no menos plausible que ser genial” (Proa 11, 1925). La idea nació a propósito de una obra, EL FAUSTO CRIOLLO de Estanislao del Campo. Se trataba de fortalecer los signos de la esperanza criolla que sus jóvenes años sublimaban. Pero también se trataba de una profesión de fe: hacer de la palabra poética un ejercicio moralmente constructivo. Esta suerte de actitud escrituraria tomó durante la segunda guerra mundial forma de relato –“El milagro secreto”, “El jardín de los senderos que se bifurcan”, “Pierre Menard autor del Quijote”-; recuperó tonos de alegría luego de la caída de Perón, como puede leerse en los “Poemas de los dones”; y, tras un breve periodo de narraciones que cuestionan los adversos años setenta, Borges regresa definitivamente a sí mismo, a la poesía: año 1975.
El optimismo inicial parece perdido en los libros que van desde LA ROSA PROFUNDA a LA CIFRA. Sin embargo el largo aliento de sus carencias –“Defiéndeme, Señor, no de la espada o de la roja lanza”, “Y me prodiga el animoso destierro, que es acaso la forma fundamental del ser argentino”, “Soy una llave que ha perdido su puerta”, moldea una vasija de nombres, pocos, que pueden salvar al mundo: Sir Thomas Browne, Montaigne, Stevenson. Al cabo de los años, digo, la memoria aprieta la forma de felicidad que le estuvo permitida: la justicia poética.

BORGES Y LOS PSICOANALISTAS
Por César Mazza


Al leer el relato “Tlön, Uqbar, Orbis, Tertius” de Jorge Luis Borges (FICCIONES) no podemos dejar de advertir la inquietante conjunción entre un objeto, sólo en apariencia familiar, tal como lo es el espejo y un término, si bien corriente para nada unívoco, la paternidad. Dicha relación nace a propósito de una cita rescatada por uno de los personajes en la ENCICLOPEDIA BRITÁNICA. El relato, entonces, hace deslizar que tanto el espejo como el padre son abominables porque poseen la capacidad de multiplicar el número de los hombres. Cabe señalar que en el universo borgiano un libro, un espejo y un padre pasarán a formar parte de la intriga. El espejo en Borges, en algunas ocasiones, se constituye en una pesadilla porque no nos refleja una imagen amable, una representación donde nos podamos sentir a gusto con la buena forma que desearíamos que nos devuelva. No, se tratará en todo caso de una perspicaz ironía que desnuda la ingenuidad de una concepción del mundo anclada en dos términos: lo bueno y lo malo, la civilización y la barbarie, el cielo y la tierra, por ejemplo. El régimen que pretende instaurar el espejo (y que lo logra en infinidad de casos) se sitúa en el lugar de dominación que ejerce una cultura sobre otra. Pero el margen, la grieta que permitirá ir más allá, subvertir el orden del espejo lo podrá dar “actuar dentro de una cultura (la occidental) y al mismo tiempo no sentirse atados a ella por ninguna devoción especial (...) manejar todos los temas europeos, manejarlos sin supersticiones, con una irreverencia que puede tener, y ya tiene consecuencias afortunadas.” (“El escritor argentino y la tradición”). Por lo tanto, el mundo que se lee en Borges desarma la superstición de una realidad centrada en el Uno del espejo.
¿Qué importancia tiene la obra de Borges para el psicoanálisis? Se puede comenzar señalando un dato para nada menor: Borges es el único autor “argentino” citado por el psicoanalista francés Jacques Lacan (1901-1981). Así es que encontramos en las primeras páginas de los ESCRITOS una referencia al artículo “El idioma analítico de John Wilkins” (OTRAS INQUISICIONES). Otro antecedente es el de Oscar Masotta, ese “irreverente” argentino que funda la orientación lacaniana en nuestro país, acuña en los años ’70 la frase “un borgismo siempre será pertinente al analista”. Frase que delinea un intenso programa (investigación, gusto por la polémica, sentido de la parodia y la política, etc.) como el que lleva adelante Germán García en el “proyecto Descartes”.
En la gesta que el psicoanalista francés Jacques-Alain Miller despliega tanto en la teoría como en el plano de las instituciones analíticas (Asociación Mundial de Psicoanálisis que reúne las Escuelas de psicoanálisis) encontramos una importante referencia borgiana.
La literatura se adelanta al psicoanálisis, el analista podrá extraer de su operación de lectura aplicaciones en su clínica y un lugar irreverente para el psicoanálisis en una cultura como la nuestra.

(*) Publicado en EL DIARIO DEL CENTRO DEL PAÍS, el domingo 18 de junio de 2006.-

domingo, 25 de junio de 2006

Borges, 20 años después 2ª parte

BORGES
20 años después
Segunda Parte



Para concluir con esta segunda y última entrega en homenaje a Borges, invitamos a participar a dos catedráticas: la Lic. Marcela Melana, docente de la UNVM, nos expone en su trabajo las particularidades con que Borges incursionó y revolucionó el género policial; por su parte Annick Louis, docente de la Universidad de Reims (Francia), nos envía su trabajo relacionado con las posiciones estéticas de Borges ante el nazimo. Dos trabajos sumamente sabrosos como disímiles que usted no puede dejar de leer.
Para concluir, ofrecemos un resumen sobre la jornada en homenaje a Borges que se desarrolló el 18 de junio en el Instituto de Extensión de la UNVM.


REESCRITURA DEL GÉNERO POLICIAL EN “LA MUERTE Y LA BRÚJULA”
Por Marcela Melana.


Todo gran autor puede ser definido en relación con la tradición, en tanto se acerca o se aleja de ella. Un caso paradigmático es el de Jorge Luis Borges, quien realiza una simultánea apropiación y reescritura de la literatura policial que, hasta la época en que él comienza a trabajar con este tipo de relatos –década de los años 40–, era considerada un género menor, si se quiere literatura marginal, dados los temas, recursos y lectores que la caracterizaban.
En todo policial, según lo expresa Todorov en su artículo “Tipología del relato policial” (1974), aparecen dos historias. En primer lugar, el relato policial de enigma presenta la historia del crimen y la historia de la investigación. La primera ha concluido antes que comience la segunda. En verdad, en esta última, la de la investigación, poco ocurre; los personajes no actúan sino que "aprenden", la mayor parte del texto está destinado a la revelación del culpable y las causas que motivaron el crimen.
Por otra parte, el relato policial negro, la otra gran vertiente del género, fusiona las dos historias, mejor dicho, la primera se suprime y se da preeminencia a la segunda. Ya no se narra un crimen anterior al momento del relato sino que el relato coincide con la acción.
Para muestra basta un botón. Borges no desconoce estas dos grandes tendencias del policial y uno de sus más clásicos relatos, “La muerte y la brújula” (1942), presenta el juego de estas dos subespecies del género para reformularlas y lograr un producto sumamente original y propio.
La narración se centra en la investigación sobre lo que se ha dado en llamar "la periódica serie de hechos de sangre" que el detective Erik Lönmrot lleva a cabo en forma personal y por caminos opuestos a los del comisario Trevinarius. En rigor se trata de la historia de una venganza que ha jurado llevar a cabo un criminal, Red Scharlach, apodado el Dandy.
Así, se van sucediendo distintos asesinatos que, aparentemente, guardan cierta relación con la secta de los Hasidim –grupo religioso de eruditos abocados a la búsqueda y estudio de los nombres de Dios.
En este sentido, el relato se construye sobre la base de una compleja red de simetrías en el tiempo y en el espacio; en primer lugar, los crímenes son cometidos los días tres de cada mes, en un lapso que va de diciembre a marzo; en segundo lugar, ocurren en los distintos puntos cardinales de una ciudad: en el norte, en el oeste, en el este y finalmente, en el sur.
Lönmrot razona en contraposición al comisario, pues considera que la hipótesis planteada por éste es posible pero no interesante. Un "puro razonador" requiere de una investigación casi científica del asunto, y debe sustentarse en pruebas concretas. No hay lugar para el azar. Es por ello que se dedica a indagar una hipótesis erudita considerando que existe alguna relación con aquella secta judeo-cabalística.
Se plantea, así, un tema central en el relato y en la obra de Borges: el problema de lo conjetural. Lejos de proponer soluciones, se multiplican las conjeturas y las dudas; en lugar de respuestas aparecen más interrogantes aún cuando, aparentemente, el investigador ha logrado prever el cuarto crimen.
De este modo, de la serie característica del policial: enigma – hipótesis - solución, el autor privilegia el segundo término y se aleja de las precisas reglas del policial tradicional que exigen que la investigación conduzca a un desenlace que es siempre la solución del caso. La elección de la hipótesis interesante pero errónea tiene su costo para el investigador: se constituirá en disparador de la trampa del victimario. Así, resultarán invertidos los términos y el detective pasará a ser la víctima; al final, el cazador es cazado.
Ahora bien, en cuanto a las dos historias que hemos apuntado, podemos observar que, en este caso, el autor recurre a la modalidad del policial negro pues se fusionan ambas historias. La investigación de Lönmrot se desarrolla en tanto los hechos van ocurriendo y llega a poner en riesgo su propia vida, sin saberlo, al concurrir a la escena del último crimen, la casona de Triste – le - Roy.
Sin embargo, aparece un tercer elemento que se aleja, nuevamente, de las convenciones genéricas: la confesión del asesino antes de consumar el último crimen. En rigor, la historia que revela la verdad de los hechos se identifica con la confesión de Scharlach.
Esta trama compleja, armada de simetrías y cálculos probabilísticos, se constituye en un pretexto para abordar el problema de la verdad. De modo que comprobamos cómo una serie de razonamientos hipotético-deductivos perfectamente hilvanados pueden conducir a una explicación coherente pero no verdadera.
Para concluir, podemos señalar que Borges en este cuento problematiza las reglas constitutivas del género hasta el punto en que se vuelve autorreferencial, es decir, produce una mirada que replantea una tradición y sus límites, al mismo tiempo que la reescribe. A partir de este procedimiento tan característico de su obra, el policial en sus distintas formas se convierte en un auténtico lugar para la reflexión sobre el hombre y la literatura.

BORGES Y EL FASCISMO
Por Annick Louis


Antes del Borges antiperonista, antes del Borges aislado de la realidad argentina de los años setenta, hubo, en los años ’30 y ’40, un Borges militante antifascista, que no solamente expresó sus convicciones en lo personal sino que las manifestó en su literatura. Eligió para ello, sin embargo, una forma literaria inédita, explorando las posibilidades de una ensayística y de una narrativa que establecieran una relación oblicua a los acontecimientos contemporáneos, diseminando en sus notas y ensayos una vasta serie de referencias al nazismo, la guerra, la cultura bajo el nacional socialismo con un objetivo crítico. En las ocasiones en que se refirió directamente al nazismo y a la guerra, en textos como “Ensayo de imparcialidad” (1939) o “Anotación al 23 de agosto de 1944”, y en los cuentos “El milagro secreto” (1943) y “Deutsches réquiem” (1946), consideró la situación europea a través del prisma de sus consecuencias en Argentina: la abundancia de inconsecuentes germanófilos, las apropiaciones que el nacionalismo y el catolicisimo argentino hacen del fascismo, del nazismo, del antisemitismo.
La crisis de la guerra determinó que los intelectuales, europeos o americanos, pro-fascistas o antifascistas, se orientaran hacia un tratamiento inequívoco del presente, frecuentando estéticas realistas, didácticas o alegóricas. Borges, en cambio, en sus famosos cuentos de FICCIONES (1944) y EL ALEPH (1949), propuso, en lugar de un tratamiento temático del presente, una ficcionalización de los discursos y creencias que circulaban por entonces en la cultura, y en los cuales se basaba la ideología política. A partir de combinaciones de géneros y estéticas pertenecientes a la “cultura letrada” y otros “populares”, un tratamiento temático de lo real es reemplazado por uno genérico: los géneros se constituyen en espacio de exhibición de lo contemporáneo y de las ideologías que marcan la época. Borges se concentra en estructuras narrativas dominantes en la literatura, el cine y el discurso político de la época, dando una lectura crítica de los conflictos que desgarraban el mundo contemporáneo: la teoría del complot en “Tlön, Uqbar, Orbis Tertius”; la oposición entre heroísmo y traición en “Tema del traidor y del héroe”; la politización del antisemitismo en “La muerte y la brújula”. Tal vez el más emocionante ejemplo sea “El jardín de senderos que se bifurcan”, donde Borges utiliza uno de los recursos típicos del cine de Hollywood, el desplazamiento temporal: escrito durante los años de la batalla de Londres (1940-1941), el cuento retoma la estructura del relato de espías proyectándolo sobre la primera guerra mundial, para plantear un problema típico de la segunda guerra mundial: el del sujeto desgarrado entre la lealtad a su sangre, su país de nacimiento y su amor por una cultura que no es la propia.
Aunque Borges siempre tuvo defensores, las primeras reacciones de la comunidad intelectual argentina a este tratamiento oblicuo de la crisis suscitada por la expansión del fascismo traducen una incomprensión de sus elecciones estéticas. Sus ficciones y su ensayística fueron consideradas durante mucho tiempo como ajenas a la realidad argentina y al mundo contemporáneo. Una percepción hoy difícil de comprender, puesto que Borges ha integrado el panteón de celebridades argentinas internacionales, pero que nos recuerda la relación conflictiva y apasionada que mantuvo siempre con la cultura argentina.


JORNADAS DE TRANSFERENCIA
Resumen de la actividad

Por Darío Falconi

El pasado 18 de junio y como corolario a las jornadas de transferencia organizadas por la cátedra “Literatura Argentina” a través del “Programa permanente de perfeccionamiento y de extensión” de la UNVM, se desarrolló en la sede del Instituto de Extensión el panel en homenaje a los veinte años del fallecimiento de Jorge Luis Borges. En esta última mesa (las anteriores se dedicaron a Sigmund Freud y Leopoldo Lugones, respectivamente) expusieron sus trabajos la Lic. Marcela Melana (UNVM) y la Dra. Ana Tissera (UNVM – UNC); las intervenciones fueron moderadas por el Mgter. Carlos Gazzera (UNVM – UNC), quien se ocupó además de realizar algunas consideraciones sobre el libro de la última panelista. A continuación y para aquellos que no tuvieron la oportunidad de asistir, reproducimos mínimamente la esencia de cada una de las participaciones.

Marcela Melana
Reescritura del género policial en “La muerte y la brújula”

El inicio de las exposiciones estuvo a cargo de la profesora Melana quien realizó algunas consideraciones sobre el género policial, develándonos como las historias policiales están constituidas por dos hebras (crimen e investigación) que hilvanan la trama de un relato. Borges, como precursor literario, se acercó a ese género que se consideraba menor por esos años; pero no sólo se aproximó, sino que él se alimentó y también lo nutrió con nuevas perspectivas, logrando así una reescritura del género. Un aporte fundamental del autor de EL ALEPH, es la cuestión de lo conjetural; las conjeturas se multiplican como el reflejo de los espejos y no resuelven el problema de los crímenes o los enigmas en que están centrados estas narraciones. Estas últimas se convierten, gracias a Borges, en un espacio propicio para, como propone la expositora, “la reflexión sobre el hombre y la literatura.” El artículo que reproducimos más arriba, es una muestra condensada de la exposición degustada en esa jornada.

Ana Tissera
Borges poeta

El discurso de la Dra. Tissera se vio motivado por los textos que más la conmovieron: la poesía; porque esa es “la palabra que responde a su sentimiento, a su emoción creadora, a la autenticidad de su palabra frente al mundo”.
Un interesante aporte a la cuestión, fue la periodización que realizó sobre los textos borgianos; dividió a los mismos en cinco tiempos de escritura; el primero, ubicado en la década del ’20 cuando recién llegaba de Europa; el segundo, sus cuentos a partir de 1935; el tercero, la época posterior a la Revolución Libertadora y la alegría que le produjo la caida del peronismo; el cuarto, está conformado por la vuelta a la narracion a comienzos de 1970; finalmente la poesía que abarca desde 1975 a 1985. Tissera dice que esta relación simétrica (poesía, cuento, poesía...) no es sólo una respuesta al tiempo histórico que se estaba viviendo sino que es una manera de usar un género de escritura. Sugerimos revisar el texto de Tissera, aparecido en EL DIARIO CULTURA del domingo pasado.

Carlos Gazzera
Presentación de BORGES Y LOS MUNDOS POSIBLES de Ana Tissera

El coordinador de las jornadas resaltó la importancia de la publicación de este trabajo de investigación e iluminó lo que él considera dos “audacias”; por un lado, trabajar sobre un género tan complejo como lo es la poesía; la otra, es la audacia de trabajar desde la perspectiva de la filosofía del lenguaje y realizar los cruces. Resaltó la originalidad con que Tissera periodizó la escritura de Borges y de qué manera la organizó. Observó también que el eje de la interpretación de la última poesía de Borges está centrado en la relación de las palabras y las cosas. Gazzera, no concuerda con el formato que eligió la autora del libro (poesía), porque cree que el género típicamente borgiano es la ficción; más adelante Tissera observaría que los relatos son formas evasivas de responder situaciones adversas (peronismo, guerras, etc.) y concluyó con el enunciado que postula que “hay una labor intelectual mucho más elaborada en los cuentos y una labor personal en la poesía.”
Finalmente el periodista cultural celebró la aparición de un libro editado por una universidad (UNC), aunque manifestó que le hubiese gustado que este libro lo publicara la UNVM. Cree que dicha institución debe construir ese espacio editorial para poder difundir los trabajos intelectuales de los docentes y los investigadores de esa casa de altos estudios.






Borges y yo
(de FICCIONES)
Por Jorge Luis Borges


Al otro, a Borges, es a quien le ocurren las cosas. Yo camino por Buenos Aires y me demoro, acaso ya mecánicamente, para mirar el arco de un zaguán y la puerta cancel; de Borges tengo noticias por el correo y veo su nombre en una terna de profesores o en un diccionario biográfico. Me gustan los relojes de arena, los mapas, la tipografía del siglo XVII, las etimologías, el sabor del café y la prosa de Stevenson; el otro comparte esas preferencias, pero de un modo vanidoso que las convierte en atributos de un actor. Sería exagerado afirmar que nuestra relación es hostil; yo vivo, yo me dejo vivir para que Borges pueda tramar su literatura y esa literatura me justifica. Nada me cuesta confesar que ha logrado ciertas páginas válidas, pero esas páginas no me pueden salvar, quizá porque lo bueno ya no es de nadie, ni siquiera del otro, sino del lenguaje o la tradición. Por lo demás, yo estoy destinado a perderme, definitivamente, y sólo algún instante de mí podrá sobrevivir en el otro. Poco a poco voy cediéndole todo, aunque me consta su perversa costumbre de falsear y magnificar. Spinoza entendió que todas las cosas quieren perseverar en su ser; la piedra eternamente quiere ser piedra y el tigre un tigre. Yo he de quedar en Borges, no en mí (si es que alguien soy), pero me reconozco menos en sus libros que en muchos otros o que en el laborioso rasgueo de una guitarra. Hace años yo traté de librarme de él y pasé de las mitologías del arrabal a los juegos con el tiempo y con lo infinito, pero esos juegos son de Borges ahora y tendré que idear otras cosas. Así mi vida es una fuga y todo lo pierdo y todo es del olvido, o del otro.

No sé cuál de los dos escribe esta página.
(*) Publicado en EL DIARIO DEL CENTRO DEL PAÍS, el domingo 25 de junio de 2006.-

La Vela Puerca en Córdoba

Más Vela que Puerca
La banda lidera por Sebastián Teysera se presentó el viernes en la Vieja Usina
Texto: Darío Falconi
Fotos: Luis Tuninetti

La Vela Puerca regresó a Córdoba para continuar con la gira de su último disco, lo hizo en la Vieja Usina ante un marco de seis mil personas, que ovacionaron a quienes son el estandarte del ska-rock uruguayo en Argentina.

Desde tiempos ancestrales, los individuos de una comunidad se reunían para rezar o practicar una serie de ritos, con el fin de que sus dioses se presentasen y escuchasen sus plegarias. Algo similar pasó el viernes pasado en la Vieja Usina, cuando La Vela Puerca retornó a Córdoba para continuar con el tour “A contraluz”. El show estaba previsto para las 21, pero comenzó casi una hora y media después; desde hacía rato los fanáticos coreaban los temas de la banda charrúa, con mayor aceptación en nuestro país, intentando acelerar su llegada al escenario. De esa manera se sucedían los estribillos de “El viejo”, “De atar”, “Zafar” y tantos otros éxitos que los incrustó en nuestro imaginario musical. A más de una hora de espera, el público continuó con ese rito de invocar a la banda que se hacía rogar; pero ya ahora con un canto más imperativo, “Olé olé olá / vinimo’ a ver La Vela / ¿La Vela dónde está?”
Un cuarto de hora después, las luces se extinguieron y La Vela [arre]metió a todos en “Un frasco”, un corte de la más reciente placa, que nos cuenta nada menos el macabro plan de un sujeto que quiere darle muerte a los hipócritas mediante la ingesta de un buen vino con dosis de un veneno “lento, suave, letal.” Casi sin pausa le tocó el turno a “Llenos de magia”, qué enloqueció al público, a tal punto, que “el enano” Teysera recibió del público una zapatilla que mantuvo como amuleto en el transcurso de la canción.
El entusiasmado público no dejaba de corear ninguna canción, parecía que todas las ejecuciones eran hits; aunque en realidad lo son, ya que tanto “De bichos y flores”, el disco del 2001 y “A contraluz” del 2004; encierran excelentes canciones que son por demás adictivas. El éxito del penúltimo disco les abrió las puertas de todo el planeta, llevándolos a tocar a Europa y por toda América. De los tres discos que editó la banda, con la producción de Gustavo Santaolalla, el anterior es el más sublime y un disco que no debe faltar en nuestra discoteca; en cuanto al disco del 2004, viene a ser la cereza del postre, que coloca a los yoruguas en el podio del ska-rock latino. Esos excelentes CD’s obligan al octeto a mejorar lo que parece inmejorable. Según testimonios de uno de los cantantes, ya poseen entre 23 y 26 temas para el nuevo trabajo que lanzarán aproximadamente en marzo del próximo año.
Pero no todo es un jardín de rosas, las ejecuciones tenían en el mismo grado de perfección que las grabaciones lo que nos permitía anticiparnos a los acordes, gritos o frases que Teysera desparramaba en la multitud. Esta actitud anulaba casi por completo el efecto de la sorpresa que uno tanto espera recibir en estos tipos de espectáculos en vivo. Hay que destacar también un par de intervenciones acústicas, una de ellas fue “José sabía” cantada entre Teysera y el público; aunque la perla que más brillo en la noche, fue la interpretación a dúo de “En el limbo” con teclados de Marcel Curuchet, tecladista de No Te Va Gustar.
Seguidamente volvieron todos a la carga con lo que denominaron “los caprichitos de La Vela Puerca”, o lo que es lo mismo, covers de aquellas bandas que escuchaban en sus inicios cuando muchos de sus los proto-músicos “no tocaban ni siquiera un timbre”. Ejecutaron de manera impecable “No tan distintos” de Sumo, “El pan de los ángeles” de Barricada y “Radio Crimen” de La Polla Records.
Brillaron por su ausencia las nuevas composiciones de las que más arriba se jactan, y no es que sean un secreto nacional, ya que cuando realizaron sus tres presentaciones consecutivas y repletas en el Luna Park, compartieron con la audiencia “Neutro” y “Colabore”.
Para ir resumiendo, fue un extenso show de poco más de dos horas, donde descargaron de su artillería treinta y tres composiciones (tienen grabados cuarenta temas) volviendo a demostrar porque han llegado donde están.
Como dato final y quizás ante el insistente cántico de “volveremos, volveremos / volveremos otra vez / volveremos a ser campeones / como en el ’86”, que se barajó en la noche; Teysera les deseó suerte al público argentino por el encuentro futbolístico que mantuvo Argentina con México en el día de ayer.
(*) Publicado en EL DIARIO DEL CENTRO DEL PAÍS el domingo 25 de junio de 2006.-

jueves, 22 de junio de 2006

Los Prosperi, festejos de una gran familia

OLIVA
Los Prósperi, festejos de una gran familia


La familia Prósperi se reencontró en Oliva para conmemorar y festejar los 101 años pisando suelo argentino. El Club Atlético Vélez Sarsfield fue el epicentro que concentró a la familia italiana, cuyos integrantes viajaron al evento desde Luque, Villa María, Colazo, La Puerta, Los Zorros, Córdoba, Carrilobo, James Craik, entre otros. La velada se efectuó el pasado lunes 19 y estuvo organizada por Rodolfo Cena, quien desde hace un tiempo a esta parte, no ha escatimado esfuerzos para lograr este reencuentro. Hubo un gran almuerzo con riquísimas pastas, buena música, recitaciones y otros condimentos que hicieron emocionar a más de uno. Los viejos abrieron sus baúles de recuerdos y los más jóvenes tuvieron la oportunidad de conocer en persona a aquellos parientes que alimentaban las historias contadas por sus padres y abuelos. El festejo anterior tuvo lugar en la localidad de Luque y la intención es continuar año a año afianzando los lazos que unen a esta multitudinaria familia llegada milagrosamente a estas tierras.

Crónica de una cruzada
A comienzos del 1900, cuando nuestro país le tendió los brazos a los inmigrantes, Pascual Prósperi y Constantina Lezzieri decidieron “hacer la América”; tomaron “La Veloce” con miedo, pero con la esperanza de encontrar un mundo mejor para sus vidas. Durante veintidós días la pareja y sus cuatro niños sufrieron una gran pesadilla, ya que su hijo Amadeo contrajo sarampión, lo que obligaba, por regla, a ser arrojado al mar para cuidar la salud de los demás tripulantes. La madre se opuso terminantemente, ya que detrás de su hijo se lanzaría ella; el capitán les ofreció como alternativa que se encerrarán en cuarto hasta que llegaran a tierras argentinas. Mientras esto sucedía, la embarcación era sostenida gracias a las sábanas y frazadas que colocaban los tripulantes en los huecos por donde el agua, insistente, amenazaba con enterrar en las profundidades la precaria nave. Finalmente, llegaron a Buenos Aires en los albores de 1905, donde continuarían su aventura.
A un par de días de haber pisado tierra, abordaron el tren que los traería hasta Córdoba, más precisamente a una zona cercana a lo que hoy conocemos como Oliva. Habían pernoctado en casa de unos amigos, quienes al momento de subir al tren tenían en sus brazos a Ezebina, una nena de tres años. Un mar de gente dificultaba moverse y los vagones se colmaban muy rápido, por ello decidieron que los hermanos mayores buscaran el intersticio propicio, mientras que la madre sostenía a su beba de escasos meses y Pascual acomodaba los bártulos. Una vez arriba sus amigos le alcanzarían a Ezebina; pero el tren comenzó a moverse y ante el pedido desesperado del padre, la mujer que anidaba en sus brazos a la nena de cabellos rubios, le respondió con un tajante, “¿Para qué la quieren, si ya tienen muchos hijos? Nosotros no tenemos ninguno.” Pascual, se quedó impotente mientras el transporte los alejaba de su hija; durante un tiempo pensaron recuperarla, pero no conocían Argentina y ya estaban bastante lejos de Buenos Aires. Iniciaron un trámite de partida de nacimiento en Italia con la intención de denunciar el secuestro, pero no les sirvió de mucho.

El reencuentro
Los años pasaron y la familia se asentó como trabajadores de campo. Los dueños de la propiedad vecina cambiaron de un día para otro, allí los Prósperi se enteraron que los mismos eran de Buenos Aires y que tenían una hija de siete años. Sacudidos por la curiosidad, se asombraron al ver que la niña de sus vecinos era Ezebina, un tanto cambiada, pero sus ojos y cabellos eran inconfundibles. Inmediatamente les solicitaron que se la devolviesen, pero el saldo fue negativo. Días después, y sin el consentimiento de sus “padres”, Ezebina se acercó al alambrado de sus vecinos para jugar con los niños; estos les comentaron como había sucedido todo. Esa noche, Ezebina armó su atado de ropa, atravesó el tupido y alto maizal a oscuras y se reunió con su verdadera familia. Luego los Prósperi tendrían cuatro hijos más y la vida seguiría su curso.
Así son las historias de los inmigrantes, increíbles y maravillosas; una concatenación de hechos sorprendentes que dan como resultado el desarrollo de una familia que se multiplica y se dispersa como una diáspora, buscando su destino y horizonte; afortunadamente, hay gente que se esfuerza de manera denodada por revertir el proceso, por hacer que los portadores de esa misma sangre se reencuentren para no olvidar de donde vinieron y hacia donde van.
(*) Publicado en EL DIARIO DEL CENTRO DEL PAÍS, el jueves 22 de junio de 2006.-

domingo, 11 de junio de 2006

Leopoldo Marechal y Leopoldo Lugones

Aniversarios
LEOPOLDO LUGONES Y LEOPOLDO MARECHAL
Identidad en las letras argentinas



EL DIARIO CULTURA de este domingo quiere ocuparse de conmemorar a dos grandes de la pluma argentina, dos escritores con todas las letras, tocayos; nos referimos a Leopoldo Lugones y Leopoldo Marechal. A 132 años del natalicio del “poeta nacional” y cordobés y a 106 del poeta bonaerense, estas páginas intentan recordarlos de la mejor manera posible; para ello, hemos convocado a dos especialistas en la temática que, involuntariamente en sus trabajos, dejan entrever múltiples puntos de contacto en los pensamientos y escritos de estos referentes. En la víspera del día del escritor, dedicamos este suplemento a todos aquellos que cultivan con tesón una actividad tan gratificante como indispensable para el afianzamiento de nuestra identidad y el desarrollo de nuestro pueblo.



LEOPOLDO LUGONES, ESCRITOR NACIONAL
Por Daniel Teobaldi
docente e investigador UNVM


Lugones publica en el año 1916 un ensayo titulado EL PAYADOR, donde desarrolla la tesis sobre el carácter épico del poema de José Hernández MARTÍN FIERRO. Con EL PAYADOR, se inicia todo un movimiento intelectual que tenía como propósito reivindicar el MARTÍN FIE­RRO y de postularlo como el poema nacional argentino. Fiel a su pensa­miento, Lugones habrá de buscar los ar­gumentos para sumar el poema a la tradición literaria occidental.
Lo que Lugones trata de demostrar es que el payador es un agente de civi­lización, y reconoce sus precursores en los "antiguos canto­res" itine­rantes que forjaron, a través de su poesía, el carácter de las nacio­nalida­des emergentes en el medioevo. Con el examen de la figura del paya­dor, Lu­gones se sumerge en el origen de lo argentino, en el fundamento de la na­cionalidad, pero ligada a toda una tradición occi­dental que muestra un fun­cionamiento orgánico y semejante entre los elementos que componen esta tra­dición.
Así, los anteceden­tes épicos reconocidos del MARTÍN FIERRO constituyen, en con­junto, los primeros principios de lo que Lugones llama "el alma de la raza". El sentido funda­cional del poema hernandiano, está nucleado en torno a lo que Lugones en­tiende por patria. Así, patria y lenguaje aparecen estrechamente asociados, por el poema épico, y considera que los payadores realizan una verdadera acción ci­vilizadora.
El significado del "payador" se di­versifica, se bi­furca en su sentido originario: por una parte, paya­dor se­ría el agente de la creación de un lenguaje nuevo e identificador; por otra, y como con­se­cuencia de lo anterior, payador sería el portador de los valores de una raza, vinculado, íntimamente, al espíritu de la patria.
Esta es la forma de reelaborar la tradición, que rea­liza Lugones, ya como poeta, en su poemario ROMANCES DEL RÍO SECO, libro que se vertebra en lo más genuino de la gauchesca, cuando incardina su pala­bra poética en lo más profundo de la conciencia de la comuni­dad. El escritor no es ajeno a lo que la comunidad le está reclamando, porque no es ajeno a los he­chos fun­da­men­tales de esa comunidad.
Este es el punto en el que Lugones articula su pensa­miento per­sonal sobre la función del escritor, la presencia del payador (como agente de civilización), con su pro­pia creación poética, para restablecer los mecanis­mos de la tradi­ción li­tera­ria, en el contexto de la literatura nacional argentina.

MARECHAL, EL POETA
Por Sergio Chius
docente UNVM – UNC


Cuando me refiero en clase a don Leopoldo Marechal lo nombro como El Poeta así como los medievales solían llamar por El Filósofo a Aristóteles o por El Comentador a Averroes. Es que siendo como somos argentinos y reconociendo lo prodiga que es nuestra tierra en novelistas, ensayistas y poetas, tengo, no obstante, que señalar a dos que sacan sus laureadas testas por sobre los demás. Uno, por una sola obra -¡una sola, pero que obra!- un poema que define el paradigma del argentino y que marca a fuego el siempre reiterado acontecer de nuestra historia, y me refiero al MARTÍN FIERRO de José Hernández. El otro, Marechal, con una extensa, variada y bellísima obra y que, por si fuera poco, escribió, la de lejos y por varias cabezas, mejor novela de nuestras tierras. ¡Que digo! ¡la mejor del siglo XX! Me refiero a MEGAFÓN, O LA GUERRA.
Nunca dejo de recordar una noche, cuando con el doctorisimo Jorge Torres Roggero, este definía intuitivamente y como a otro poeta toca, a MEGAFÓN por su “alegría pascual”. Esta definición era por demás acertada, porque no de otra cosa trataba la historia sino de la guerra y de la muerte y, sobretodo, de la resurrección y de una alegría redentora. MEGAFÓN, O LA GUERRA narra las guerras que combatimos como individuos y como pueblo, guerras que se libran paralelamente para la conquista de dos Patrias. Narra la muerte que implica el combate y como esa muerte es germen de renovación.
Con la novela, El Poeta, nos cuenta la personal lucha que sostuvo por alcanzar la Patria Celeste, léase, su propia e intransferible redención, utilizando como medio el combate por su Patria Terrestre y como armas la novela y la poesía. Es que para Marechal la literatura fue su forma de combate, en su vida movida esencialmente por la “gravitación del cielo”. En MEGAFÓN describe a la batalla terrestre como instrumento para ganar esa otra batalla en la que participan también ángeles y demonios y que tiene como botín el alma humana. La “batalla celeste debía jugarse con la otra en cierto paralelismo interior o en una simetría no fácil de alcanzar y rigurosamente necesaria. En uno de sus cuadernos halle más tarde una nota de Megafón que aclararía ese paralelismo de los combates: Nuestras almas –dice la nota- son como balones de fútbol que futbolistas de camiseta blanca intentan patear hacia los arcos opuestos: lo esencial es distinguir cual es el arco de la luz y cuál el de la sombra”.
Para Marechal “la gesta de Megafón no es un trabajo de fantasía en prosa”, pues “lo fantástico no existe, ya que la realidad es una y única”, Marechal escribía de la realidad de acá nomás y pintaba, tal cual era, la Argentina de la década del sesenta con las luchas de un pueblo reprimido y de una revolución nacional proscripta. Luchas terrestre por la liberación nacional y la justicia social, que acometía él mismo mediante la escritura de su novela. El simbolismo homérico de la guerra de la novela era una botella que nos arrojaba en nuestro naufragio: “muchacho, el pueblo recoge todas la botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria”.
Marechal pertenece a esa categoría de escritores que decidió intervenir en los procesos de la realidad Argentina. Con la literatura, construyo la lógica de su batalla terrestre pero, como dijimos, instrumentando estratégicamente ese combate con vista a otra batalla, principal y celeste, en la que, finalmente, triunfa y gana su sitio el 26 de junio de 1970. Batallas que, de todas maneras, tenía ganadas de antemano porque Leopoldo había elegido el bando correcto, el bando del Crucificado.






Leopoldo Lugones
Nació el 13 de junio de 1874 en Villa de María, departamento cordobés del Río Seco. Fue el máximo exponente del modernismo en Argentina y uno de los escritores con mayor peso en las letras de América. Su grandeza estilística oscilaba en los más diversos géneros, los que se parían de manera simultanea.
En 1913 pronunció una serie de conferencias en el Teatro Odeón que tituló EL PAYADOR y que se publicaron posteriormente, allí se dieron cita ilustres personalidades como el presidente Roque Saénz Peña. El centro del universo de esas reuniones fue LA ODISEA argentina de José Hernández, nos referimos al MARTÍN FIERRO. El gran pensador y ensayista enalteció la figura del gaucho como paradigma de nacionalidad e identidad.
Recibió el Premio Nacional de Literatura en 1926 y dos años después presidió la SADE. Horacio Quiroga, quien fuera su amigo, se quitó la vida en la noche del 18 o madrugada del 19 de febrero de 1937; en aquella ocasión Lugones dijo que el autor de LOS DESTERRADOS “se suicidó con cianuro como una sirvienta”. Exactamente un año después, el cordobés tomó cianuro y whisky en una isla del Tigre. En su mesa de luz dejó tres cartas manuscritas a lápiz, una para su esposa, otra para su hijo y la que reproducimos a continuación:

“No puedo terminar la Historia de Roca. Basta.
Pido que me sepulten en la tierra sin cajón y sin ningún signo ni nombre que me recuerde.
Prohibo que se dé mi nombre a ningún sitio público.
Nada reprocho a nadie. El único responsable soy yo de todos mis actos."
L. Lugones

Al juez que intervenga”

ALGUNOS LIBROS
Los muchachos; La guerra gaucha; Las fuerzas extrañas; Lunario sentimental; Odas seculares; Historia de Sarmiento; El libro fiel; Elogio de Ameghino; El payador; Hijo de la pampa; Mi beligerancia; El libro de los paisajes; Las industrias de Atenas; La torre de Casandra, El tamaño del espacio; Las horas doradas; Cuentos fatales; Romancero,
La organización de la paz; Nuevos estudios helénicos; La patria fuerte; La grande Argentina; Romances del Río Seco; Roca; Diccionario etimológico del castellano usual...






Biografía
Leopoldo Marechal

Nació el 11 de junio de 1900 en Buenos Aires. Se dedicó a la poesía, narración a la dramaturgia y al ensayo. Colaboró en 1920 en las revistas PROA y MARTÍN FIERRO; fue maestro y docente de lo que hoy llamamos Nivel Medio, también ocupó cargos públicos los que fueron el detonante de choques con antiguos compañeros de su generación literaria que intentaron opacarlo.
Sus biógrafos han expresado que, si bien no se puede decir que su literatura es el reflejo de la vida que llevó, existe una línea delgadísima que los separa y que muchas veces parece cortarse. Sus personajes parecen ser el mismo Marechal y hacen que su vida se alimente de su literatura, difumando la ficción de la realidad.
Murió en 1970 con setenta años de edad, dejando en la actualidad muchos trabajos dispersos que sus dos hijas aún intentan reunir. Para colmo de males, sus textos no son en la actualidad fáciles de conseguir, lo que hace que mucha gente se pierda la pluma sagaz y comprometida de este intelectual que no ha perdido vigencia.

ALGUNOS LIBROS
Cinco poemas australes; Centauro; Sonetos a Sofía y otros poemas; José Fioravanti, Vida de Santa Rosa de Lima; Viaje de la primavera; Cántico espiritual; Adán Buenosayres; Antología Poética; Pequeña antología; Megafón o la guerra; Banquete de Severo Arcángelo; Heptamerón; Poema de Robot; Tres caras de Venus; Historia de la Calle Corrientes...
(*) Publicado en EL DIARIO DEL CENTRO DEL PAÍS, el domingo 11 de junio de 2006.-