jueves, 25 de octubre de 2007

rock_vm. El rock de Villa María en el nuevo milenio (intro)

EL ROCK DEL PULMÓN

“Una lucha por la guita sin tiempo de ensayar.
Asfixiado en esta vida de tanto caminar.
Puedo resignar mil cosas, hasta algún sueño azul,
pero quiero seguir tocando con mi banda de blues.”
Motorblues





1. FUENTE DE TALENTOS

Con cuarenta años recién cumplidos[1] y un cúmulo de homenajes[2] el “rock nacional” goza de muy buena salud. Si bien es cierto que esta manifestación cultural y musical está encabezada por un número reducido de bandas (que son las que “suenan” en los medios y las que convocan a la masividad), no hay que desconocer que existen abundantes agrupaciones que son tan buenas como aquellas que han logrado la popularidad y por ende ocupan esos espacios audiovisuales y gráficos. En ese sentido, Villa María es una gran fuente generadora de talentos, una fuente donde el rock se empapa y se actualiza, un lugar donde sus jóvenes dicen cosas y plasman en canciones sus preocupaciones y anhelos.
Al abrir nuestros sentidos a esta expresión, uno queda azorado al ver como estos jóvenes (algunos con poco más de una década de vida) hacen lo que hacen. Al respecto y sin intentar una aproximación teórica que explique los elementos que se ponen en juego al momento de hacer música, podríamos trazar un triángulo imaginariamente con tres costados fundamentales. Por un lado, el modo en que ejecutan sus instrumentos de manera formidable; por el otro, la capacidad y la modalidad con que crean sus canciones a fuerza de tarareos, golpeteos y demás recursos impensados para aquellos que no hacemos música. Este momento encierra también el proceso de escritura de las letras, que generalmente está a cargo de quien luego debe exteriorizarlas. Sobre la base de esta pirámide podríamos incluir a la expresión, esa destreza y adrenalina que se dejan al descubierto cuando la banda se presenta en vivo y que inyecta su buena dosis de energía a un público que responde consecuentemente. Estos costados esbozados humildemente, forman las paredes por donde la música transita de manera libre desde un vértice al otro. No es un triángulo de compartimientos estancos, sino que se encuentra en un eterno movimiento supeditado a diversos factores circunstanciales.
Después de observar como los músicos componen, interpretan, se expresan, y sin la posibilidad de inmutarse, uno empieza a escudriñar en ese terreno, a ir a los conciertos, a juntarse a charlar con ellos, a visitar sus salas de ensayo, a escuchar sus discos y a percatarse de que hacer rock no es hacer “ruido de tarro” de manera fútil y caótica.


2. SUDOR Y ESFUERZO
En su amplia mayoría, el trabajo de cada una de las bandas se impulsa de manera casi artesanal y eso le da un sabor más interesante a sus propuestas, porque cuando el resultado de su trabajo proviene de la inversión de mucho tiempo, sudor y energías, la satisfacción se disfruta por partida doble.
Me asombro al acompañar a estos músicos a sus salas de ensayo, que por lo general son piecitas en el fondo de algún patio preparadas rudimentariamente para tal fin. En esas habitaciones de 2 x 2 se colocan cartones de huevos y frazadas para tender a la acústica deseada y es increíble ser testigo de las maravillas que puede resultar de un ensayo donde, apretados a más no poder, la música fluye caudalosamente por el aire. No dejo de maravillarme como, de manera más que casera, los grupos graban sus discos, los estampan, diseñan sus books, los imprimen y los distribuyen entre amigos, en las zapadas, en los medios de comunicación o en los lugares donde desean tocar. Me fascino al ver como suben sus páginas webs, como graban sus video-clips y como promocionan sus tocadas con volantes y afiches creados autónomamente. No dejo de sorprenderme como las diferentes bandas ­–desde los quinceañeros en adelante– tienen sus seguidores que corean y se saben cada una sus canciones, como se identifican luciendo las camisetas de tal o cual grupo, en fin... de como se arma todo “el circo” para que la banda continúe adelante.
El epígrafe dibuja perfectamente la esencia de la fauna rockera villamariense. Los jóvenes que la conforman, trabajan y/o estudian y con el excedente de tiempo que les resta lo emplean para continuar con esta pasión, ahorran los pocos pesos que pueden para mantener sus instrumentos, para poder pagar sus horas de grabación, para poder solventar sus viajes a los diferentes escenarios donde –muchísimas veces– tocan “por el asado” y por la satisfacción de mostrar lo que hacen. Es el esfuerzo diario por seguir adelante, por sortear las múltiples adversidades y mantener el objetivo fijo, esto es, seguir tocando.


3. TOCO CON VOS
Una faceta más que interesante es la de conocer como estos músicos aprenden lo que saben. Al respecto hay que decir que existen huellas muy profundas en los caminos de la educación formal e informal, pero que también es muy común encontrar pisadas en el medio de ambos senderos.
Para el primer caso, hay que destacar el hecho de haberse instalado desde los inicios de la Universidad Nacional de Villa María (1997) la carrera de Licenciatura en Composición Musical con Orientación en Música Popular, que atrae a educandos de la ciudad, de pueblos orbítales y hasta de distintas provincias de la Argentina. Hay que subrayar aquí la importancia que ha tenido esta Casa de Altos Estudios para el modelado de los músicos, ya que muchos de los que hoy integran las diferentes propuestas musicales se forjaron en ese espacio de educación formal de Mendoza al 1360 o en la actual sede de la licenciatura en el Campus Universitario. Aunque también es cierto (como me lo hicieron notar) que el general de los que ingresan a dicha carrera universitaria lo hacen con algunos conocimientos previos; es decir, no llegan a esta instancia sin tener algún acercamiento preliminar con la ejecución y composición de la música. A tal punto esto es así que absolutamente todas las bandas que integran este volumen están compuestas por alumnos o ex-alumnos de la UNVM; es más, fue en este espacio educativo donde varios de los jóvenes músicos lograron conocerse y desde donde proyectaron sus bandas.
Agrupamos en la segunda denominación a aquellos músicos que no cursaron carreras de composición, ni asistieron a conservatorios y en muchos casos ni siquiera a cursos breves sobre algún instrumento. Para lograr una gráfica más acabada sobre el tema, los remito a un trabajo de una docente rosarina que tuve el agrado de conocer en un reciente congreso de música.[3] Alicia Shapiro, profesora de la Universidad Nacional de Rosario se encuentra realizando una investigación llamada “La comunidad de aprendices. Aportes para una pedagogía de la música popular”. En ese trabajo, que se encarga de ver de qué manera aprenden los jóvenes que no recibieron un estudio sistemático de la música, Shapiro dice que ellos hacen música cotidianamente de manera muy fácil (según sus ejecutantes) y de distintos modos “sacar de oído, tocar un tema, aprender tocando juntos, un guitarrista frente a otro, sin decir nada, sólo copiar acordes, intuirlos, usar tablaturas y partituras, una escritura rítmica aproximada del ritmo real...”.[4] Si bien ella habla de una realidad de Rosario, la siguiente afirmación puede encajar perfectamente para el contexto de Villa María y la de otras tantas comunidades donde las bandas de rock se siguen multiplicando: “hay un número incalculable de grupos de rock conformado por adolescentes que no han pasado por ninguna experiencia educativa sistemática en música, y que sin embargo se suben a diferentes escenarios a tocar, pagan horas de ensayo juntando moneda sobre moneda, organizan recitales, tienen seguidores, una estética pensada y definida, y lo hacen con mucha pasión.”[5]
La tercera posición es el término medio entre esos dos caminos que mencionábamos más arriba; son situaciones en la que los aprendices tomaron clases durante un corto tiempo en alguna institución o con algún allegado, para luego continuar su práctica de manera solitaria.


4. ESCENARIO ADVERSO
Para los que son músicos estas palabras serán cosa de todos los días, pero me veo en la necesidad de resaltarlas porque el común de la gente las desconoce o piensa que hacer rock es un juego de niños. Hay que reconocer que vivimos otros tiempos y que la tecnología ayuda muchísimo para aquellos que deseen hacer música. Digo que la tecnología juega un rol muy importante en esta nueva movida rockera, porque con los avances en las telecomunicaciones y la informática los jóvenes músicos tienen el camino más allanado y pueden entre otra gama de posibilidades y sin grandes costos económicos, grabar un disco, colgarlo en la red de redes y que esté disponible para todo el mundo en cuestión de minutos. Por ese motivo es que esta publicación se denomina “rock_vm”, porque José Azocar vio en ese nombre un título que funcione a manera de hiperónimo y que aglutine a estas bandas cuya característica común es que, además de hacer música, comparten una época y un espacio atravesado por las nuevas tecnologías.
Sin embargo, bajo esta aparente “facilidad” que brinda la tecnología para desarrollar y mantener una banda de rock, existen otros escollos a sortear por quienes se emprenden en este viaje. Retomando lo dicho en el apartado anterior, considero que la influencia ejercida por la UNVM ha convertido a Villa María en un espacio dicotómico y contradictorio en el que, mientras en uno de sus polos se forma a compositores y músicos; en el otro no se propicia sitios para que esos músicos crezcan y se afiancen. En una ciudad que crece a pasos agigantados y que posee 90.000 habitantes, sorprende ver que sólo se disponga de un par (y cuando digo un par, es literal) de lugares para efectuar espectáculos de rock. Aunque existen algunos otros intersticios donde los músicos pueden expresarse, no hay prácticamente en Villa María instalaciones pensadas (creadas o adaptadas) para montar conciertos y festivales de rock. No quiero olvidarme de dejar asentado la existencia de algunos festivales en las inmediaciones de la costanera (en verano) pero, si bien son esfuerzos destacables por parte de la Municipalidad, entiendo que no se dan con la periodicidad que haría falta.
El espacio... éste parece ser “el problema” para nuestros rockeros que [d]enuncian aquí las diversas dificultades con que se topan al momento de realizar presentaciones en vivo: cuestiones de seguridad, decibeles altos, incongruencia entre los requisitos para realizar una peña o un espectáculo de rock, etcétera. Es cierto que la gente también se manifiesta con cierta reticencia a shows, que por lo general se ofrecen a muy bajo costo y con igual concurrencia; aunque no hay que ser ingenuos y decir que esto sólo pasa en el rock, porque sucede en las distintas ramas de nuestra cultura.
Así las cosas pareciera que esta ciudad se configurara como un terreno árido en el cual las bandas no tendrían posibilidad de gestarse y menos aún de desarrollarse; pero contrariamente a esto, y como característica inherente a este género musical, el rockanroll villamariense resiste y se opone duramente a esa aseveración, y esta actitud de dinamismo permanente lo mantiene vivo.


5. PROTAGONISTAS DE ESTA ÉPOCA
El libro que hoy tiene entre sus manos intenta ser el registro de una época en la que los músicos desnudan sus ideas, sus respuestas a la sociedad, su posición ante el mundo y toda esa esencia se cristaliza en las letras de sus temas. La publicación de un libro de entrevistas periodísticas y culturales de aparente liviandad se justifica en el hecho de rebanar una época y conservarla por el resto del tiempo; muchos años más adelante, cuando el lector retome este texto o algún nuevo lector se sumerja en estas páginas, se encontrará con la radiografía de una época de Villa María contada por sus personajes. Digo entrevistas periodísticas, porque estos diálogos conforman un positivo vínculo entre los entrevistados y entrevistadores con la intención primaria de retratar sus voces en un medio gráfico de tirada regional. Son culturales porque en ellos está una marca distintiva de una época y de una generación que desde la música, disparan su mensaje al medio que los rodea, que los contiene y que a la vez los oprime. Aquí está la voz de sus músicos, los artistas que desenrollan como una alfombra sus problemáticas, sus ideas, sus esfuerzos por contribuir desde el rock a la cultura de una ciudad tan pujante como la nuestra.
El prestigioso periodista Jorge Halperín, en su libro La entrevista periodística describe a la entrevista como “una nota que trae la vibración de un personaje [o varios], su representación, sus puntos de vista y su naturaleza.”[6] Es un anhelo de quienes hacemos este libro, que usted pueda revivir estas sensaciones que experimentamos mientras manteníamos estos intercambios dialógicos con los integrantes de cada banda.
Sin duda y de hecho es así, este texto no abarca todo el espectro, sino que posee una muestra de lo que está pasando; también es verdad que no será el mejor intento de inmortalizar la movida rockera de esta ciudad, pero sí estoy seguro de que será un ladrillo (el primero en formato libro), de una gran construcción que se debe erigir y que seguramente quienes nos secunden podrán optimizar esta propuesta. Había que documentar en “tapas duras” este movimiento que se viene escribiendo en publicaciones periódicas como SR. ROCK[7], en las entrevistas de EL DIARIO Cultura, o en las críticas de shows impresas en las páginas de EL DIARIO o PUNTAL VILLA MARÍA.


6. DESENTRAÑANDO PÁGINAS
Básicamente, esta obra se compone de cinco capítulos que se han estructurado de la siguiente manera.
En primera instancia se presenta una entrevista que originariamente apareció publicada en las páginas de EL DIARIO Cultura, las que han sido modificadas levemente para la ocasión, se han quitado algunos datos, se han modificado otros o se ha impreso la entrevista completa que en su momento no pudo salir de esa manera. Estos diálogos con los miembros de cada banda, van precedidos con una introducción que nos da un vertiginoso pantallazo sobre la agrupación en cuestión.
Seguidamente se presenta una ficha técnica donde se publican los nombres de los integrantes de las agrupaciones musicales con el detalle de sus funciones, sus trabajos discográficos éditos, su información de contacto y demás datos de interés.
Un tercer momento es el espacio que hemos reservado para las letras de las canciones, esos espejos poemáticos que reflejan las particularidades de cada grupo.
Ilustra la tapa de este volumen una pintura del maestro Rocambole que gentilmente accedió a realizarla para la ocasión, también amenizan las entrevistas las fotos de los grupo en sus distintos momentos y los collages digitales de Robinson Ríos que seccionan cada capítulo; pero si la expresión icónica no alcanza para graficar las cualidades musicales de cada agrupación, se nos ocurrió la idea de presentar conjuntamente con el libro, un CD antológico de canciones de las bandas relevadas. Así como los protagonistas de esta historia expresan sus ideas directamente en sus respuestas, preferimos dejar que sea el rock quien hable de sí mismo. Por ser un libro que representa una realidad de Villa María, el circuito al que pareciera estar condenado es el de un ámbito localista o zonal; pero la inclusión de un disco compacto funcionando como ariete, nos posibilitará ingresar a escenarios impensados. Creo que este CD que alberga cuatro canciones de cada grupo, será el elemento decisivo de elección para aquellas personas que residen lejos de nuestra ciudad y que quieren conocer qué es lo que se está haciendo en otras latitudes. Para quienes siguen a estas bandas también habrá sorpresas, puesto que en ese disco de 73 minutos resonarán las canciones habituales de los demos y discos ya conocidos, pero también habrá temas extraídos de presentaciones en vivo e inéditos.
Es preciso aclarar que en el libro el ordenamiento de las bandas sólo responde a un criterio alfabético, mientras que en el CD se organiza de manera inversa; esto es así, porque no consideramos que una se encuentre por sobre la otra, los cinco grupos poseen estéticas completamente diferentes que usted lector/oyente percibirá desde que pulse “play” en su equipo de audio. Al hacerlo flotará en la atmósfera la fuerza de Sopló El Fantasma, la crudeza de Macroporno, la energía de Motorblues, la maquinaria alternativa de Preciosas Ridículas o la original simpleza de los Kalsevitoz.
Afortunadamente el orbe rockero de Villa María no se acaba aquí; pero por cuestiones obvias no todas las bandas pueden aparecer en esta oportunidad. Posiblemente si usted lector nos acompaña, podremos continuar con otra entrega en la que nuestro universo se ensanche y abarque más agrupaciones; la historia de nuestro rock; que significaron y significan para el rock de la villa los nombres de Daniel “Monky” Tieffemberg, el “Turco” Meinardi, Enrique Aiello, Sergio Stocchero, Jorge “el Gordo” Cabral... entre tantas anécdotas e historias que deben quedar conservadas en nuestro acervo cultural.


7. AUGURIOS DE PROYECCIÓN
Nuestro deseo es que el rock de Villa María siga creciendo y obtenga el reconocimiento que se merece. Queremos que las bandas sigan multiplicándose, pero también que las que están y que la luchan día a día puedan dar continuidad a sus proyectos de manera satisfactoria.
Auguramos que estos artistas sigan desarrollándose y que su música trascienda nuestras fronteras hacia el mundo; algunos ya lo están haciendo escribiendo su historia en las páginas de esta ciudad, pero también en la de otros pueblos y provincias de nuestro país.
No es descabellado imaginar esta posibilidad, nuestros músicos se embarcan cargando valijas repletas de talento y esfuerzo con las que seguramente arribarán a buen puerto. Es un largo viaje desde lo que potencialmente son, hacia lo que van a ser. Este libro será testigo de ese tránsito.

Darío Falconi
Villa María, Mayo de 2007.



NOTAS
[1] Algunos autores toman como punto de partida la fecha del 2 de junio de 1966 cuando Los Beatniks (Javier Martínez, Moris y Pajarito Zaguri) registraron un simple en los estudios de la CBS, de los cuales se publicaron 600 copias y se vendió un tercio de las mismas. Otros marcan el inicio del rock en nuestro país signado por la aparición de “La Balsa” (de Litto Nebia y Tanguito) grabado por Los Gatos.
[2] Desde hace un tiempo a esta parte, se han lanzado a la venta Escúchame entre el ruido, un doble CD de la Secretaría de Cultura de la Nación, que contiene 30 temas versionados de los hitos musicales argentinos. Otra producción más que interesante es la publicación de cuatro CD’s dobles que abarcan las Cuatro décadas del rock nacional, esto es, 1966-1976, 1976-1986, 1986-1996 y desde 1996 a 2006. En cuanto a libros publicados, aparecieron recientemente Rock y dictadura de Sergio Pujol; Libro de viajes y extravíos. Un recorrido por el rock argentino (1965-1985) de Claudio Díaz; entre otros. En el mismo sentido se editaron en la actualidad colecciones en DVD sobre distintos rescates del rock argentino, como la película de los ’70 Hasta que se ponga el sol, recitales varios y más; pero también hay nuevas producciones que documentan nuestra época como Que sea rock de Héctor Olivera. Asimismo se han realizado varios recitales mayormente en Buenos Aires en conmemoración de estos 40 años de rock nacional.
[3] Desde el 16 al 19 de mayo de 2007 se realizó en las instalaciones de la Universidad Nacional de Villa María el “I Congreso Latinoamericano de Formación Académica en Música Popular” organizado por la Licenciatura en Composición Musical.
[4] Shapiro, Alicia. “La comunidad de aprendices. Aportes para una pedagogía de la música popular”, en Actas del I Congreso Latinoamericano de Formación Académica en Música Popular, Universidad Nacional de Villa María, CD de Ponencias, 2007.
[5] Ibidem.
[6] Halperín, Jorge: La entrevista periodística, intimidades de la conversación pública. Paidós, Buenos Aires, 2005, página 10.
[7] Esta revista es la evolución de una anterior publicación llamada LA HOJA DEL ROCK que dejó de aparecer en su número 6. Al momento de entregar este original SR. ROCK se encontraba en su edición número 4. Los responsables de estas publicaciones son Darío Azumendi, Daniel Castoldi y Walter Carrera, un grupo de emprendedores que además de preocuparse por llevar la movida rockera al papel, organizan recitales y realizan programas de radio apoyando de esta manera la difusión de músicos locales.



(*) Publicado en rock_vm. El rock de Villa María en el nuevo milenio, Editorial Recovecos, Córdoba, octubre de 2007, 206 páginas.