domingo, 29 de junio de 2008

Gladys Bettini de Pérez (Artista villanovense)

DIÁLOGO CON
GLADYS BETTINI DE PÉREZ
ARTISTA VILLANOVENSE


Por Darío Falconi



Cuarenta y ocho horas transcurrían del invierno, pero la estación más fría del año había arrancado varios días atrás. El aire gélido se colaba por las hendijas de mi casco y por cualquier otro hueco que mi vestimenta descuidara. Circulaba por las calles de la ciudad con destino al Hogar de Día de Villa Nueva. Allí me esperaba una profesora de pintura que en ese momento estaría dictando su curso a un par de alumnas.
Ingresé al lugar y me sorprendí de ver a tanta gente trabajando. No me esperaba que las chicas asistieran con el intenso frío de esa tarde.
“Siempre vienen, hasta cuando llueve y en vacaciones” me dice Gladys, “la única forma de que no asistan, es que se vayan de viaje”. Y sorprende ver tanta fuerza, tantas ganas de sus estudiantes de todas las edades, trabajando en sus pinturas. Alumnas que, ni bien intercambié algunas palabras con la profesora, no dudaron un segundo en manifestar: “ahora menos nos vamos a ir cuando un buen mozo nos visita” y yo sonreí. Y mientras no despegan sus miradas ni el pincel de las pinturas dialogaban entre sí, se hacían bromas y se reían todas juntas.
Rápidamente cambié la hipótesis inicial, ya que me di cuenta de que la clase de pintura no era sólo el encuentro con el saber artístico, sino un momento para compartir y disfrutar entre compañeras. Me dispuse a tomar algunas fotografías, y no es necesario mencionar que con cada flash que iluminaba la sala, recibía diferentes acotaciones que usted lector se imaginará.
Esperé a que terminara la clase y luego nos sentamos con Gladys a charlar sobre su taller de pintura, entre otras cuestiones.

—¿Qué tipo de talleres realiza?
­—Tengo tres talleres. El taller de pintura tiene 9 o 10 años. Apenas me jubilé empecé a pensar volver a dedicarme a la pintura porque culminé mis estudios, pero nunca más pude tocar los pinceles. Me recibí de maestra normal y de maestra de artes plásticas. Me dije que ahora que podía, me iba a dedicar a lo que me gusta. Pensaba pintar para mí nomás y después empecé a ver gente que no tenía conocimiento y que daba clases, y yo me decía “Dios mío, cómo puede ser que se animen”. Yo soy recibida, pero fui a tomar unas clases en el Bellas Artes, en un taller de un año o año y medio para volver a retomar, porque quizás podría haber técnicas nuevas… Estuve practicando un poco y después me decidí. Empezaron mis amigas, que creo que estaban todas, Nelba, Yoly, Adela, Pocha y un señor que venía de Tío Pujio y mi hermana. Nos reuníamos en mi casa. Después fue creciendo y fui buscando otros lugares más amplios y más cómodos para seguir incorporando gente. No quería chicos, porque ya con mi trabajo de docente estaba cansada de renegar. A los cuatro o cinco años de empezado el dictado del curso, me vino a hablar una mujer por su hijo, a suplicarme que lo dejara entrar porque su niño iba a una institución de arte pero allí no le dejaban pintar, y el ansiaba eso. Empezó y se trajo tres o cuatro compañeritos y como se comportaban muy bien los tomé y los dejé. Esos chicos ahora están en secundaria y por cuestiones de estudio no pueden venir más. Después vinieron otros, así que para no dejarlos afuera, les doy clase en una casa particular y como están solos conmigo se comportan bien, que es diferente a si están con otra gente. Entonces enseño acá (Hogar de Día) tranquila con los grandes y cómoda con los chicos en otro lado.

—Usted me dice que la pintura siempre le gustó, ¿cómo fue entonces el acercamiento, para el caso de porcelana fría e inglés?
­—Cuando iba a la primaria empecé a estudiar inglés y no pude terminar, porque en el último año del secundario se me complicaba con las prácticas, iba a clase pero no estudiaba, entonces dejé casi en los últimos años de la academia. Después cuando me recibí de maestra, inicié el Profesorado de Inglés en las Rosarinas, que fue el primer año que se dictaba con un solo profesor y un sólo libro para todo el alumnado. Entonces nos teníamos que sortear el día y la hora en que podíamos sacar notas de ese libro. El profesor venía de Inglaterra, o sea que daba el inglés británico. En esa época a las jovencitas no las dejaban salir de noche y a mi me tocaba el horario de las once y no había forma que mis padres entendieran que iba a estudiar; fui una vez, fui dos veces, pero tuve que dejar. Tenía diez en fonética y siempre me acuerdo de ese diez, tan lindo; podría haber seguido (mientras su mirada parece perderse en el tiempo y viajar a aquel pretérito momento)… Luego empecé a preparar alumnos en inglés y nunca dejé de darlo. Los alumnos míos que toman siempre pasan. A pesar de no tener título he tenido suerte con ellos, tengo la práctica; la conversación me cuesta, pero traducir, comprensión, armar las oraciones, etcétera, lo puedo hacer perfectamente. Yo empiezo con los pronombres personales y un verbo, luego le agrego el verbo “to have” y algún otro verbo que lo acompañe. Después uso el dónde, cómo y qué y es increíble como van aprendiendo los chicos.

—¿Y con el tema de la porcelana fría?
­—Empecé hace como cinco años en la casa de una amiga de Córdoba, que ha ganado dos premios internacionales y me empezó a enseñar. Después tomé clases con una profesora que enseñaba en Villa María, hice tres años y después hago algunos cursos y sobre todo me doy maña.

—Pero podemos decir que de esas tres actividades lo suyo es la pintura.
­—Totalmente. Por empezar el título me avala, porque yo puedo enseñar inglés pero no soy recibida; puedo enseñar mejor, por la didáctica que yo tengo, pero no poseo título que me avale. De porcelana no voy a tener título porque no se dan, se entregan certificados.

—¿Usted cree que es un impedimento el no poseer título?
­—A veces sí, pienso que me falta perfeccionamiento, en el inglés por ejemplo, estudié mucho y practiqué mucho, pero aparte me gustaría poderlo conversar, me falta la soltura para poder hablarlo.

—Volviendo al tema de la pintura ¿ha participado en exposiciones y concursos?
­—Hice una exposición individual acá en Villa Nueva, para las Fiestas Mayas. En cuanto a concursos de pintura en Villa María siempre me han rechazado los cuadros.

—¿Por qué cree que eso es así?
­—Porque les gusta más el Modernismo, más pintar no al detalle como es mi estilo. Lo que más me gusta pintar es rostros; pinté a la Madre Teresa, al Papa… Participé en un concurso que hacía Osde, que aunque no ganó, lo mandaron a Córdoba. Hay un cuadro del que me siento orgullosa y que mandé a Buenos Aires hace como cinco años en un concurso de Aerolíneas Argentinas. Esa vez se le desbordó la cantidad de cuadros a los organizadores y no pudieron exponer todos, el mío fue expuesto; aunque no sacó premios fue reconocido. El año pasado me presenté al Instituto Cise que organiza concursos a nivel federal y gané el segundo premio en el rubro paisajes. El año pasado volví a participar, presenté un rostro de un negro y un animal, y gané el segundo premio en la categoría animales.

—¿Qué técnicas emplea para pintar?
­—Yo trabajo en óleo nada más. He pintado algunas cositas en tiza pastel, pero no me llena.

—¿Cómo es Villa Nueva en cuanto a pintores?
­—Hay buenos pintores como hay muy buenos escritores. Villa Nueva es como un nido de artistas. Yo tuve el asombro de conocer muchísima gente, anónimos, yo los conocí cuando estuve en la Dirección de Cultura. Organizábamos muestra de telares y aparecían unas cosas maravillosas, entonces eso nos animaba a hacer concursos de pintura, a invitar a los vecinos para que participen… se fue abriendo más la gente.

—¿Y la gente respondía?
­—La gente respondía mucho, fue la época floreciente acá en Villa Nueva. Yo estuve cuando se organiza la Dirección de Cultura que estaba a cargo de la señora Maldonado, ella estuvo como seis años más o menos, y después pasó otra señorita que no podía dedicarle el tiempo que ese cargo necesitaba. Entonces me nombraron a mí. Estuve dos años hasta que cesó el mando de Zanotti y entró Navarro. Este último no fue favorable para la Casa de la Cultura, la usó como oficina de Registro Civil y de Tránsito, había una biblioteca que se había inaugurado hace poco y también desapareció. Hubo mucho trabajo de años que se cayó, un trabajo de luchar con la gente, tratar de traerla, sacar un pesito de un lado, otro pesito del otro y siempre trabajando gratis. Con todo el dinero que recolectábamos de las diversas actividades fuimos comprando ladrillos para ir levantando una pared que sería la del nuevo salón de la Casa de la Cultura. Habíamos hecho una pared de un metro y medio aproximadamente hasta el fondo y el señor que la cuidaba, como no le gustaba el salón lo volteó. Teníamos el plano que lo había diagramado el arquitecto Pajón y demás para hacer el salón. Inclusive cuando yo cuento, hay gente que me dice, “acá nunca hubo nada”, ¡y sí había! había una pared.

—Más allá de la cuestión monetaria, ¿usted ve algún apoyo por parte del Municipio?
­—Hasta ahora no, con la gestión de Frossasco sí. Por empezar cambiaron las reglas, nosotros nos manejábamos con la Casa de la Cultura y solicitábamos lo que nos hacia falta. No hay nada de colaboración…

…y me cuenta un montón de pormenores que se pueden resumir en la carencia de continuidad, en un gran alimento para la desilusión de la actividad cultural.

—Es como un reflejo de la Argentina, donde no se tiene memoria y no puede construirse sobre los cimientos anteriores...
­—Volviendo a las paredes de lo que podría haber sido el salón de la Casa de la Cultura, si vos me dijeras que entra un director que no le gusta donde está ubicado, bueno…, pero acá la decisión la tuvo el señor que limpia, tuvo el poder de hacer lo que quiso y que nadie dijera nada. También teníamos un museo, que se robaron las sillas. Esa falta de continuidad de las cosas hace que nunca se crezca. Así que todo esa gente que había salido culturalmente a la luz, se volvió a esconder.

Me cuenta de sus malos recuerdos con un manifiesto pesar, cuando se robaron todo de cada lugar… entonces yo le comento que me encuentro trabajando en un futuro libro sobre escritores locales en los que la respuesta ha sido casi idéntica entre los literatos de Villa María y Villa Nueva, y ella me responde…
­
—Mirá vos, deberías tener mayor porcentaje en Villa María comparado con la cantidad de habitantes que tiene cada uno. Por eso te digo que Villa Nueva es cuna de artistas, sucede que no salen a la luz porque no tienen oportunidad, es como que al ser chicos, la gente te dice “qué vas a exponer vos, qué vas a pintar vos, qué vas a escribir vos…”. También hay gente que le gusta exponer pero su trabajo no es bueno. Yo siempre digo que en el arte no se puede decir no sirve o está feo, porque eso es según la mirada que uno le ponga, porque si uno dice “mirá, hizo dos o tres pinceladas y se ganó un premio”, no existiría Picasso y yo a Picasso no lo hubiera aceptado (risas). Al haber apertura de miradas y de gustos es cuando surgen todos los otros artistas, sino estaríamos encasillados en una forma.

Y cuan consiguiente es en lo que dice que me confiesa su gusto por Los Redonditos de Ricota, su sonido, la voz del Indio Solari… su agrado por Virus, por Soda Eséreo, la música clásica y las demás artes que tienen mensaje, pero también toda aquella que no lo tiene y también le agrada.
Así es Gladis, una mujer de actividades culturales múltiples que sigue creyendo y apostando sus años de experiencia al quehacer cultural de nuestra vecina localidad villanovense.
(*) Publicado en EL DIARIO DEL CENTRO DEL PAÍS, el domingo 29 de junio de 2008.-

domingo, 15 de junio de 2008

Pablo Durán (Escritor Cordobés)

REPORTAJE
PABLO DURÁN
EN EL RÍO DE LAS LETRAS

Entrevista de Juan Ramón Seia
Introducción de Darío Falconi



Pablo Durán nació en Córdoba en 1972, pero vivió en Villa María durante un considerable tiempo. Actualmente reside en nuestra capital donde trabaja y desde donde proyecta su literatura. Publicó cuatro libros, “El ciclo de los objetos perdidos” (2000), “La cadena de mate chatarra” (2003), “La última jarana” (2005) y recientemente “121”. Este último libro es el motivo de su visita a estas páginas y a la Feria del Libro local.
“121” retrata en 221 páginas la inundación que devastó el barrio de Tierra Aislada por tercera vez, el lugar más desfavorecido de un lugar denominado Más Ciudad. Amanda Fuentes, una inspectora de catástrofes, será la encargada de introducirnos en la historia de este desastre totalmente previsible. Se decepcionó totalmente de su trabajo, que consistía en generar inútilmente toneladas de informes de cualquier tipo sin que sirviesen estos como elementos para evitar lo que ella sabía se avecinaba. En un gesto de arrepentimiento y bronca decidió contar los hechos tal como sucedieron a manera de explicación para ella misma y sobre todo para la gente de esa población. En palabras de Fuentes: “Me decidí a contar los hechos cuando las aguas que arrastraban todo tipo de objetos de Tierra Aislada se llevaron también mi máscara. Me decidí a gritar cuando me desembaracé del traje de inspectora y me reencontré con la mujer llana que fui de joven. Yo había perdido mi expresión fresca de aquellos tiempos y también las ganas de decir. Hoy me doy cuenta que quiero gritar. Estoy madura para gritar y sentir la frescura que me permite llorar frente al dolorido. Hoy puedo llorar.”
La novela se sostiene en tres pilares que se exponen de una manera audaz, barajadas de cierta forma que puede despistar a ciertos lectores desprevenidos.
“Las motivaciones para escribir esta novela fueron varias” dice Durán. “Por un lado, intenté mantener un ritmo de escritura, que no decayera con el paso de los meses posteriores a la publicación de la novela anterior "La última jarana". Después de terminar con un texto puedo descansar un breve tiempo, pero enseguida aparecen nuevas ideas. Para mí es fundamental mantener cierta gimnasia, horas frente al papel o la computadora, al menos algunos minutos cada día. Escribir es una fase más dentro del proceso creativo literario, pero es un acto que favorece la aparición de nuevas ideas y la resolución de tramas, estructuras y, en definitiva, textos.
En segunda instancia, procuré armar un trabajo que profundizara la búsqueda de un estilo, lo que estuvo presente como inquietud sobre todo en el primer texto escrito, que es el segundo capítulo o parte de la obra final y que le da nombre: ‘121’. Este texto medio es el disparador, desde el punto de vista del modo de escribir y de los lineamientos estilísticos generales, de los restantes, lo que se aprecia algo más claramente en la tercera parte, ‘Las Aguas’, pues la primera parte de la obra terminada, ‘Intro’, se despega algo en cuanto a la manera en que está relatada. Desde el enfoque de la historia que se cuenta, lo central ocurre en las partes 1 y 3, pero hay vinculaciones tangibles entre todas gracias a la presencia de citas extraídas de la segunda parte, 121. Así se cierra estructuralmente la novela.”
Por su parte, Dolly Pagani en un prólogo explicativo que se publicase en EL DIARIO en febrero de 2007 y en el que se exponía un adelanto de lo que hoy es este libro; esgrimía, “Se trata de una obra literaria anti-género, sobre la problemática escritural, que involucra: escritor-texto-lector. A pesar de la aparente casticidad formal, plantea puntualmente esa ecuación, pero enmascarada en una originalísima estructura numérica, en apariencia ‘desestructurada’, en el límite de la audacia intelectual, más allá de los juegos de Cortázar, rozando las extravagancias y las cargas de humor de Macedonio.”
Al respecto Durán nos expresa, “creo que no fue pensado desde un comienzo escribir una novela "extraña". Sí se diseñó de antemano el grueso de la idea y estructura general. Quizás haya resultado extraña, pero me atrevo a pensar que más bien se debe esta supuesta característica al hecho de que es estructuralmente poco convencional (cortada, quebrada, cargada de micro relatos, diversas mini historias), y sobre esta estructura se monta una narración que se unifica desde lo argumental en las partes 1 y 3, a la vez que lo estilístico se ordena desde lo prescripto por la segunda parte.”
Interrogamos un poco más al autor para que nos contase su visión sobre esta obra, sobre su obra y su visión del mundo literario cordobés…

EDC: —¿Cómo debería asimilar un lector amateur tu obra?
Pablo Durán: —La novela se dirige a todos los lectores posibles. No sabría definir a un lector amateur. Tiendo a suponer que un lector que se enfrenta a un libro de ficción lo hace desde una situación que implica para él la posibilidad (todas las posibilidades) de disfrutarlo, entenderlo, recordarlo, pensarlo y emocionarse. No pienso de antemano en escribir algo que pueda ser comunicado de tal o cual manera, asimilado o siquiera explicado. Intento escribir lo que me gustaría leer, lo que me atrapa y lo que me hace no abandonar el libro. Intento escribir lo que me indica mi gusto como lector. Creo que si la obra terminada me convence a mí mismo como lector tiene más oportunidades de convencer a otros lectores. En definitiva, creo que más que imaginar la recepción que tendrá la obra hay que perseverar en estilos y en líneas de escritura que definan a un autor. Los lectores aparecerán o no, pero siempre se escribe para los lectores.

EDC: —¿La estructura o el estilo tiene bases en otras lecturas?
Pablo Durán: —Procuro leer siguiendo un plan, si cabe el término. Para cada momento de escritura corresponden necesidades de lectura, las que tienen alguna relación con lo que se está creando, aunque no con el estilo ni con la estructura.
Pero me considero un mal lector de ficción, es decir, leo poca ficción. Mis estilos literarios están en formación, apenas empezando a consolidarse. Y puede que estén en constante formación, aún cuando pase muchos más años en este oficio. No estoy seguro de que sea bueno escribir de una sola y determinada manera. Las obras de ficción permiten jugar con una flexibilidad mayor a la hora de su producción. Por todo esto es que me parece propicio para mi obra que busque de manera permanente la originalidad (que sea esa una característica de estilo). A ese fin contribuye que lea poca ficción y que dedique abundantes horas a leer ensayos, historia, textos científicos, escritos sobre literatura y revistas y diarios sobre temas de actualidad. Todo lo anterior, sin que esto sea un listado que agote ahí los tópicos pues tengo amplios intereses a la hora de leer.

EDC: —¿Creés que has alcanzado un estado de madurez en tu trabajo?
Pablo Durán: —Escribo desde hace muy poco tiempo, algo así como nueve años. Y sobre la marcha he ido aprendiendo algunas pocas cosas. Con sólo conversar con algún autor que tenga real experiencia, sea por más años de dedicación o por haber producido obras de gran calidad (lo que suele ser coincidente), te podés poner en conocimiento de cuál es el grado de desarrollo de tu propia escritura. Nueve años es poco para una actividad como esta y publicar algunas páginas no significa mucho en cuanto a la calidad de lo que uno publica. Pero creo que a escribir se aprende escribiendo. Y que la literatura se completa en el lector, por lo que la publicación es parte del trabajo que hay que hacer. Estoy transitando un camino de definición de estilos, que tiene la intención de lograr mejor calidad de escritura y que necesita sumar lectores.

EDC: —¿Qué puntos de coincidencia encuentras en "121" con "La última jarana" y los anteriores libros tuyos?
Pablo Durán: —Cada una de mis obras publicadas ha sido distinta, pero es cierto que tienen alguna cuestión común, fundamentalmente en lo referido a la microficción. Aún siendo obras no tan extensas, las novelas breves contienen párrafos y pasajes brevísimos en los que hay autonomía de construcción y sentido.

EDC: —¿Cómo apreciás la actualidad de la narrativa cordobesa? ¿Relativo apoyo editorial, descorrimiento del Estado, público en descenso o hay luz al final del túnel?
Pablo Durán: —No podría hacer un diagnóstico certero sobre la actualidad de la narrativa cordobesa. Me parece que hay mayor tradición y presente en obra poética, tanto en cantidad de autores como en calidad de obras. En narrativa hay buen movimiento en cuanto a cuentos y relatos y algo menos en novelas. Pero hay una gran producción periodística, de ensayo y de historia. Quiero decir que se escribe mucho y en no pocos casos muy bien. Hay diarios y revistas locales y regionales. Hay editoriales pequeñas que publican a buen ritmo. Hay cantidades importantes de estudiantes de letras y comunicación. Y está la posibilidad de desligarse del papel para publicar, sea en soportes informáticos, en blogs y en otros tipos de ediciones digitales. Hay hoy en día innumerables opciones para publicar, y algunas de muy bajo costo.
Hay apoyo editorial desde el aspecto técnico de la edición, corrección e impresión (en caso de uso de papel). La cuestión de quién carga con el costo de poner un libro en la calle es el nudo del tema de los recursos. Es difícil que una editorial o un medio de comunicación inviertan en un autor nuevo. Pero ocurre en algunos casos. Depende en buena medida de la perseverancia del autor. Es que a veces hay media página disponible en un diario o una búsqueda de autores para alguna antología. Estoy convencido de que los autores debemos ayudar a encontrar los canales de publicación existentes, a mejorarlos y a hacer de la literatura de ficción algo atractivo para numerosos potenciales lectores.
El Estado, en cualquiera de sus niveles, fija prioridades que son las que se determinan en las políticas de gobierno. La literatura de ficción debe ser apoyada, pero es cierto que no son años para sacarle recursos a temas urgentes que demandan los sectores más necesitados de la población, de la producción e, inclusive, de otras áreas de la cultura ajenas a la literatura. Creo que hay que pensar en buscar el encuentro de los autores con los lectores. Que hay que usar los medios tecnológicos menos costosos para publicar. Y que hay sectores de nuestra sociedad que pueden costear publicaciones y ayudar a autores a perfeccionarse con cursos y estudios de distinto tipo. Hay que demostrar a quienes tengan posibilidad material y voluntad de apoyar actividades culturales que la literatura de ficción es importante, es cultura, ayuda al desarrollo de una comunidad, contribuye a la consolidación de una región, hace al patrimonio de un pueblo y nos puede mejorar como personas. También creo que el público lector no está en descenso (al menos vertiginoso), y que hay interés por la ficción, sea literaria, de historietas, cinematográfica. Hay comunicación escrita por correos electrónicos y mensajes de texto, cosa que no ocurría hace unos pocos años. Hay que encontrar a los lectores. Hay oportunidades para aprovechar, pero demandan trabajo. Mucho trabajo. Y confío en que habrá luz al final.
(*) Publicado en EL DIARIO DEL CENTRO DEL PAÍS, el domingo 15 de junio de 2008.-

domingo, 8 de junio de 2008

Darío "Rana" Azumendi (Gestor Cultural)

REPORTAJE
DARÍO “RANA” AZUMENDI
GESTOR CULTURAL


Por Daniel Castoldi y Darío Falconi




Organizó su primer show en 1994 en La Caleta con una banda que venía de Suiza. Con mejor suerte y experiencia concretó un ciclo de más de diez encuentros denominado “Rock de acá a la luna”, en el que todos los domingos bandas locales y de la zona se lucían en la recordada Loft. En las épocas donde la Argentina se caía a pedazos ejecutó el primer “Fijate Rock” con la consigna de que nos “fijásemos” lo que estaba pasando alrededor y colaboráramos aportando alimentos para aquellos que más lo necesitaban.
Hizo radio, televisión, prensa escrita, organizó shows, es padre de familia y comerciante de nuestra ciudad. Entre idas y venidas nos acercamos a dialogar con el “Rana” en su local céntrico. Lo molestamos para que nos cuente (en medio de interrupciones y corridas) sobre sus incursiones en el ámbito cultural.
Como hombre nato de radio que es, no escatimó detalles en el relato de su paso por los distintos medios, desarrollos de shows y convocatoria a los mismos, los que mencionamos sucintamente.



EDC: —¿El desarrollo de todas estas actividades te han dejado algún margen de ganancia?
Darío: —El que recuerdo que me ha servido económicamente fue el ciclo de “Rock de acá a la luna”. Cuando vivía en Córdoba las dos últimas semanas comía fideos y gracias... y recuerdo que con esa serie de presentaciones alguna vez pude comer algo de carne. Económicamente no me fue siempre bien, uno cuando organiza lo hace para no perder plata, nadie quiere perder; porque vos te esforzás, hacés tiempo extra, hacés muchas cosas para no tratar de perder. En mi caso, yo lo planteo como una historia a largo plazo, como que en algún momento se va a dar. Yo no hago todo, pero los shows que hice como No te va Gustar, como El Soldado o las bandas que actuaron en los Fijate, mayormente son shows que yo no busco, sino que me llaman por contactos que uno ya hizo, porque uno se va haciendo un nombre a medida que hace cosas. Los Fijate hoy por hoy no son rentables, pero no todo se mide por el dinero. Es muy difícil que algun productor viva exclusivamente de esto y si vivís sólo de esto la cosa se torna poco clara.

…y mientras dice estas palabras, el grabador se detiene, ingresa gente al local.
Ya sin clientes, quitamos la pausa del grabador y antes de que volvamos de lleno a la respuesta el rechinar de la puerta retumba en nuestros oídos. En ese momento escuchamos un “buenas tardes” de algún otro comprador del lugar.
El tiempo pasa por lo que debemos suspender la charla.
Volvemos casi una semana después e hilvanamos la conversación con lo último dicho la semana anterior…


EDC: —¿Cuál es el motor principal que te lleva a seguir con el Fijate Rock entonces?
Darío: —La motivación es que yo creo en algo que en algún momento tiene que llegar, triunfar en el sentido de que la gente vaya y aporte su bolsita con granos de arroz para las instituciones que les está haciendo falta, que gane el concepto de que hay que apoyar. Si una banda no toca en ese festival tiene que ir a ver a los demás, no porque no toquen ellos van a dejar de asistir, esas cosas no las entiendo. Otra cosa que por ahí escucho es que, por ejemplo, no hay nada para la gente grande; pero para que vas a hacer algo para la gente grande si no va… acá lo hicieron y no duró nada.

EDC: —¿Decís que es difícil sacar a la gente de sus casas para ir a shows?
Darío: —La queja es muy fácil pero pocos son de hacer o aportar. Piden una disco y cuando ponen una disco tremenda la gente no va; piden un café literario y son contadas con las manos la gente que se llegan, te hablo en todos los aspectos… No tenés que guiarte por estas cosas porque desde lo que se dice y lo que se hace hay muchas diferencias, ojo, les repito, tampoco hay que tener eso como norte, uno debe seguir con lo que piensa, lo que quiere y lo que cree.

EDC: —¿Vos pensás que las instituciones deben apoyar todos estos proyectos?
Darío: —Creo que hasta por ahí nomás. Lo que me molesta es que alguien te da uno y al otro que tiene el mismo proyecto le da cien. En la caso de la Municipalidad creo que te debe apoyar pero no debe bancarte todo; mucha gente piensa eso y algunos lo logran, pero está mal. La Municipalidad como ente gubernamental no se puede despegar, pero tampoco darte todo. La crítica es sobre la distribución, porqué a unos sí y a otros no, porqué los porcentajes; siempre vas a tener a alguno que se va a quejar.

EDC: —Estás incursionando desde hace unos años en la cuestión editorial, ¿cómo surge la idea de publicar una revista?
Darío: —En papel había trabajado poco, lo hice en un suplemento de rock de un diario de Villa María que se llamaba “El país del interior”, por el comienzo de los noventa. Allí cubrí cuando vinieron Los Redondos. Lo de publicar en papel era algo que me venía haciendo cosquillas de hace rato y Dardo Fernández me dijo que si tenía ganas, me ofrecía la editorial, que le buscara la forma y la hacíamos. Lo gracioso es que se hizo una publicidad primero antes de que apareciera la revista. Ahí conocí a Walter Carrera y Daniel Castoldi, quienes escucharon la publicidad de la radio, me llamaron y nos juntamos, porque ellos querían hacer una revista de rock. Durante todo el 2006 hicimos “La hoja del rock”.

De pronto mira su celular y va calculando el tiempo en que llevamos hablando, sabe que en pocos minutos debe salir a buscar a Ignacio (su hijo) al colegio. Nos hace el ofrecimiento de ir grabando la entrevista en el auto y nosotros sonreímos…

Darío: —La revista se cortó (continúa el relato) porque la editorial quería hacer otra cosa, que no me parecía mal, pero que no coincidía con el espíritu de la publicación. Se fue desgastando eso hasta que terminó y este grupo de trabajo armó lo que fue su sucesora que se llama “Sr. Rock” y está sobreviviendo hasta ahora.

EDC: —“Está sobreviviendo” porque se viene su sucesora.
Darío: —Sí, la revista nueva se va a llamar “Postales del cerebro”; tiene que ver con un viejo programa de radio propio. Pero les aclaro “Sr. Rock” no va a desaparecer, porque va a ser un suplemento de la misma. Si bien en Villa María hay agenda o revistas que también tocan la parte cultural, nosotros queremos mirarla desde otro sector: hacer video, teatro, productores culturales, personajes, literatura…

EDC: —¿Por qué decidiste ampliar el universo de esta publicación?
Darío: —Por una cuestión de que sobreviva la revista, queremos abrir el abanico para no quedarnos dentro de una cajita. Por el momento está pensada en el mismo formato y dedicar la mitad a la parte cultural y la otra mitad a la parte rock. Vamos a seguir en el mismo formato en blanco y negro, si vemos que la revista está en condiciones, iremos dando otros pasos, todo en pos de lograr la continuidad que queremos. Ojalá esto pase ya que la cuestión estética actual de la revista no es tan buena. Estamos apuntando a una revista trimestral y trataremos de bajarla a dos meses.

Es hora de ir a buscar a Ignacio, y aquella propuesta que se dibujaba como broma se convierte en realidad. Subimos al auto y seguimos hablando, ahora retomando los shows…

Darío: —Yo los hago cada tanto y me siento libre de traer a quien quiera y armarlos a mi manera. Entré al mundo de la comunicación y de las bandas por la radio. Arranqué en Villa Nueva en la Río en 1989 atendiendo el teléfono. Después pasé por una radio que se llamaba Paradise, siempre haciendo programas de rock, tenía uno llamado “Prohibido para mayores”, al otro año tenía un programa denominado “No le des patadas a los locos”; después pasé por FM Sport y en 1994 entré en la Rock and Pop de Córdoba. Yo tenía veinticuatro años y estaba con toda la ilusión. Recuerdo que en esos días venía un grupo y creo que fue la segunda vez que fui a la radio y me encontré con un cartel grande que decía “no pasar ningún tema de esta banda”, porque la pautaba otra empresa, y ahí como que se me empieza a caer toda esa estructura de lo que uno pensaba que era la matriz del rock, comenzás a ver el negocio que hay y que a vos te pagan dos pesos la hora. El otro extremo era que te decían que como la radio producía tal show había que hablar bien de esa banda, así fuera una porquería.

Ya habíamos dejado a su niño en casa y estacionado cerca del negocio. Bajamos y entrábamos a él.

Darío: —Otra impresión me la llevé en la Mega en Mar del Plata; me había ido por razones personales, me casé y mi señora estaba haciendo una residencia. Allá me dedicaba a vender para una fábrica pero me hacia un tiempo para hacer radio. Presenté un currículo, me hicieron una entrevista y me llaman para trabajar en esa radio, diez años después de Rock and Pop, en ese momento el dueño era Adad y lo manejaba la mujer. Yo entré con todo el preconcepto porque las notas que uno lee, por las líneas que se podían bajar; pero la única condición, que la conocía antes de entrar, era que había que pasar sólo rock argentino. Trabajé de 2004 a 2005 y les miento si alguna vez tuve alguna prohibición de nada.

El parlante de una computadora que tenemos cerca hace interferencia, preludio de una llamada. Suena su celular y mientras un cliente le expone su problema Darío le contesta: “mandame la madera rota, que yo se la envío a un carpintero para arreglarla más rápido y que sea menos problemático que mandarlo a la fábrica”. Corta y ya tiene gente en el local, a esta altura la entrevista ya ha sido fragmentada en varias oportunidades.
Seguimos adelante de cualquier manera…


EDC: —Vos que trabajaste en radio, televisión, periodismo escrito y tanta otra actividad, ¿te sentís más cómodo con alguna en particular?
Darío: —Es más cómodo la radio en vivo, porque me siento como en mi casa. La televisión está buena pero es un poco más armado, ojo, si me pongo a ver la radio es el medio que menos “popularidad” te puede dar, pero bueno me siento conforme de esta manera.

EDC: —¿A qué banda te gustaría producirle un show?
Darío: —A mi me gustan las bandas que puedo ver; es como decirte, puedo simpatizar con un club grande pero si yo no lo puedo ver no tiene sentido. Me puede encantar Aerosmith por decirte alguna banda, pero si yo no estoy en contacto… me gusta identificarme con grupos en los que puedo hacer algún contacto. Cuando era un pibe, tuve la suerte de ver a Luca Prodan y Sumo y me dije “estos locos van a llegar” y llegaron lejos; vi a Los Redondos cuando no eran nada y llegaron; una vez le comenté a un amigo que había una banda nueva que se llamaba Los Piojos que nadie la conocía acá. La ofrecí por chauchas en 1995 y no pude hacerlo, pero mirá como están Los Piojos ahora.
La banda que quisiera producirle un show es aquella que todavía no pegó…

Y con esa frase y gente recién ingresada al local, decidimos liberarlo para que siga con sus actividades cotidianas... Obligaciones estas, que a pesar de insumirle la mayor parte de su tiempo, no le impiden continuar ni empezar nuevos proyectos culturales a los que siempre estuvo acostumbrado.
(*) Publicado en EL DIARIO DEL CENTRO DEL PAÍS, el domingo 08 de junio de 2008.-

domingo, 1 de junio de 2008

Destilarte 2008


DESTILARTE



“Un té para ella, un café chico para él y un cortado en jarro para mí”.
Esas fueron algunas de nuestras primeras palabras luego de saludarnos y acomodarnos en nuestras sillas. El frío había llegado para quedarse y nada mejor que la ingesta de cualquier líquido caliente para amenizar nuestro encuentro.
El motivo del mismo, interrogarlos sobre una concentrada propuesta artística.
Ellos son dos jóvenes que tomaron la posta para continuar con uno de los eventos multiculturales y disciplinares de mayor cabida en la ciudad. Un encuentro que ya va por séptima edición y que los ha llevado a mostrar el arte villamariense también por las tierras rosarinas y santafecinas.
En una gélida noche y con poca gente a nuestro alrededor, dialogamos con Cristina Centeno y Néstor Cabrera sobre la próxima edición de DESTILARTE a realizarse el miércoles 11 del corriente...

EL DIARIO Cultura: -¿Cómo es que llegan ustedes a formar parte de la comisión organizadora?
Cristina:
-Nosotros colaboramos en la edición pasada del DESTILARTE. Este año Tito D’abate, que fue uno de los organizadores se fue y como somos amigos, nos dijo que quería que esto siguiera y nos motivó en ese sentido. Buscamos un grupo de gente y propusimos una fecha para hacerlo, quisimos que no fuera en julio porque los chicos se van, o están los exámenes, dijimos de hacerlo en junio o en agosto. Como queremos hacer otra edición, si nos va bien, a fin de año, entonces no lo queríamos dejar para agosto. Esta es la séptima sin contar una hecha en Santa Fe y otra mucho antes realizada en Rosario.

EDC: -¿Para quienes está destinado esa noche?
Cristina: -El año pasado fue mucha gente y de muy variadas las edades. Al principio había mucha gente que iba a ver las pinturas y se quedaban a ver algunos cortos del inicio, también había gente grande, gente que por ahí vos no esperás. Fueron unas 300 personas aproximadamente.

EDC: -¿Se cobra alguna entrada a los que asistan?
Cristina:
-Cobramos cinco pesos que es para cubrir los gastos de salón, de sonido, de boleto de Córdoba o Rosario para los exponentes... queremos ayudarlos aunque sea en esas cosas.
Néstor: -Este evento es sin fines de lucro; el que se hace ahora lo podemos realizar utilizando lo recaudado de la ultima edición, y este bancará el próximo.
Cristina: -Es como se estuvo haciendo hasta ahora hasta llegar a la séptima edición.

EDC: -¿Y qué tan difícil es trabajar por el arte?
Cristina: -Está bueno porque hay mucha colaboración de parte de los artistas. Hay muchos trabajos por ahí que poca gente conoce pero que están muy buenos, y se copan para venir a ayudarte, te dan las cosas para exponer y no te cobran nada. Lo hacen para salir adelante con su arte y para darnos una mano a nosotros también. Hay grupos conocidos, pero también gente que recién arranca y quiere ir mostrando lo que tiene. Tenemos muchos auspiciantes que conoció el DESTILARTE y que le parece bien la propuesta.

EDC: -DESTILARTE se caracteriza por desplegar en una noche gran cantidad de manifestaciones artísticas, ¿por qué apuestan a la diversidad y no se especializan en alguna de las ramas?
Néstor:
-La contra de esto es que me parece demasiado subjetivo. Es quizás lo que le planteaba la otra vez a un fotógrafo, nosotros le dejamos una libre elección, no decimos que las fotos o los cuadros deben seguir determinada línea, nosotros damos libertad y creo que la mayoría de la gente prefiere la diversidad; lo bueno es no encajonarse en un evento que tenga 100 obras de pinturas, por decir algo... Si vos querés ver una pintura en el DESTILARTE encontrás pintura, si vos querés ver una banda de rock, también lo tenés... si vos te gusta algo, casi seguro que en el DESTILARTE lo encontrás; inclusive con los cortos, ni siquiera se parecen, hay experimentales, animaciones... no hay censura previa, ni nada que se le parezca.
Cristina: -A mi me parece que está bueno porque le ayuda a la gente a mostrar que el arte no es una sola cosa y nada más, el arte es todo y está bueno conocer un poco de todo.
Néstor: -Como te decía recién Cristina, el tema de colaboración está muy bueno porque acá nadie pide plata, hay bandas que ya empiezan a tener trayectoria, por ejemplo La Tusca es una banda muy buena que tiene su propia peña, tocó en el Cosquín, han crecido muchísimo y lo que hacen lo hacen con onda. Otro caso es el de Revolución (Nacional) que no es una banda habitué a espectáculos múltiples, pero que tiene un mensaje muy potente de protesta y no tienen drama en presentarse de esta manera; eso es lo bueno, si lo vemos del lado musical abre Revolución Nacional y cierra Adónde?, ¿más variado que eso?

EDC: -¿Cuál es el programa para esta ocasión?
Néstor: -Este año la idea es abrir las puertas a las 22 en Ávalon (25 de mayo 255, entre Entre Ríos y Mendoza) para que la gente tenga tiempo de disfrutar de las pinturas, de las muestras de fotografías y la serigrafía; la idea es generar un espacio contenedor de esa obra, que la gente no transite por ahí para pasar a ver otra cosa. Queremos que la gente se tome un tiempo para ver eso. Raúl Oliva va a hacer una cosa inédita, va a llevar una pareja de gente mayor que va a bailar el tango viejo y una pareja de jóvenes que bailará el tango más reciente. Habrá arte callejero de la mano de Tito D’abate que viene exclusivamente para esta ocasión y se trae hasta las luces de Rosario.
Cristina: -Hay también un par de fotos y dibujos de unos artistas amigos de ellos que también vienen para acá.
Néstor: -De acá de Villa María expone Julio Oviedo, Walter Carrera, Lucilia y Victoria de Córdoba, todos hacen fotografía. En cuanto a pintura, vienen convocadas por la Agenda Miró, que Alejandra Alesso se re-portó con nosotros y convocó a los artistas por parte de ella; los va a alojar en su casa, el aguante que nos hizo fue espectacular. A las 22 arrancaríamos con una banda de rock que se llama Revolución Nacional, la banda del amigo José, como la temática que se eligió en un comienzo fue el tatuaje creímos que lo más conveniente una banda potente que se pudiera identificar con esa temática. Después sigue La Tusca, Panacea, una banda de Bell Ville que es acústico que vienen a hacer una especie de flamenco jazz y cerraría Adónde?. Entre medio de las bandas se van a pasar cortos de gente de la UNVM, cortos independientes, una animación que viene desde La Pampa, cortos que trae Andrés D’abate de Rosario y otros que hicieron los chicos de la UNVM para UNICEF sobre chicos que están en riesgo social.

EDC: -¿El año pasado lograron salir del ambiente de Villa María y presentar DESTILARTE en Santa Fe, ¿qué balance hacen de esa experiencia?
Cristina: -Estuvo bueno porque la gente que lo armó allá después vinieron a exponer a Villa María en el DESTILARTE local; nosotros llevamos gente de acá y ellos trajeron de allá, fue un intercambio entre las dos ciudades. También hubo mucha gente y fue sobre todo más artístico relacionado con la rama de la pintura, teatro, baile; en Villa María es más fuerte la presencia de la música.

EDC: -¿Cómo es nuestro público?
Néstor
: -En el caso mío, que tengo contacto con alumnos universitarios los chicos preguntan como va a ser la onda, el tema de conseguir las entradas. Básicamente, más allá de que sea una muestra cultural, es una muestra cultural para la gente; a veces no encuentran cosas que la muevan o la motiven a ir, pero por ejemplo, Sopló El Fantasma solo mete 250 a 300 personas, Adónde? mueve a 180 personas, La Tusca hace peñas para 200 personas, creo que la gente va y se identifica. Quedamos conformes pero esperamos llegar a algo, la última vez hubo 300 personas y creo que eso fue un okey muy grande para nosotros, a las cuatro de la mañana había más de 100 personas. Si hay un próximo DESTILARTE es porque fue gente a éste.

EDC: -¿Hay alguna rama del arte que tengan pendiente y quisieran exponerla?
Néstor:
-Este año incorporamos a los fanzines, por primera vez invitamos a Mundo Petiso, la gente de la Agenda Miró, la revista Sr. Rock... Sobre Mundo Petiso creo es el mayor ejemplo de arte independiente que hay en la ciudad, porque sale cuando ellos juntan el dinero para la impresión y la cantidad que pueden pagar, no sale con auspiciantes de Villa María. Hoy por hoy se está armando básicamente en Bell Ville, porque dos de los tres creadores son de allá, es una muestra de como se trabaja en Villa María, “a pulmón”, como la mayoría de las revistas, lo que pasa es que Mundo Petiso es como el extremo del extremo: absolutamente financiación.

EDC: -¿Por qué el DESTILARTE se hace un día de semana y no un fin de semana?
Cristina:
-Porque es el día en que la mayoría de los estudiantes está acá, gente de afuera, mayormente por eso, por los estudiantes...

EDC: -¿Y ustedes apuntan a los estudiantes o a un público en general?
Cristina: -No, es a todos, pero también para darle la oportunidad a quienes está viviendo acá y son de afuera puedan conocernos.
Néstor: -Va mucha gente como decía ella, pero hay un grosso de público que son estudiantes de las distintas carreras universitarias sobre todo de la Universidad Nacional de Villa María. Está bien lo que dice Cristina, si nosotros lo hiciéramos un viernes o sábado hay mucha gente que se va a su pueblo a descansar o a ver a la familia.

EDC: -Desde una óptica del sentimiento, ¿de qué manera pueden definir DESTILARTE?
Cristina: -Para mí es como lo dice la palabra... en el DESTILARTE se destila arte, ves de todo y ves las ganas que pone la gente para hacer las cosas lindas que todos los años se exponen, a cambio de mostrar lo que se hace sólo por amor al arte. Está bueno ver que en esta época todavía se tiene ese sentimiento con respecto a lo que es arte, está bueno convocar mucha gente y ayudarlos a ellos a que puedan darse a conocer con nuestra ayuda también, es una ayuda mutua para nosotros. También porque cada festival que hacés nada es igual, te divertís, conocés cosas nuevas y se conocen gente de todos lados. Nosotros estamos felices cuando terminamos y que la gente nos pueda decir que le gustó, que te felicitan por lo que vio, por lo que expusieron, te reconforta y te das cuenta de que no fue en vano, porque decís “hice todo esto para ayudar a las personas y a mostrar el arte de la ciudad y la zona”.
Néstor: -Lo principal que puedo destacar del DESTILARTE es que no está la idea de la gente que participa de ser estrella, porque la gente que va, lo hace para ver arte, ve al tipo que hace cortos, al tipo que hace música, al tipo que pinta es como él; la conexión que tienen es una cosa de compañerismo, ven que el arte que se hace en Villa María se pelea desde abajo. El DESTILARTE no es un pub, no es que una vez que se termine va a generar que los que lo hicieron cambien el auto o se vayan a ir de vacaciones a Brasil; es una actividad que nosotros hacemos para poder continuarla. No sé si será una obra de arte el DESTILARTE, pero se pelea desde abajo, le ponemos las mismas ganas que un pintor le pone para pintar, la mismas ganas que una banda cuyos integrantes laburan hasta las once de la noche y luego ensayan hasta las dos de la madrugada; toda esa misma pila, hay toda una conexión de gente que labura para algo.

Y ese “ALGO” debería escribirse con mayúsculas, pues, no es otra cosa que aquello que llamamos cultura.
Con los pocillos ya vacíos, decidimos dar por concluida esta charla.
Sobre la mesa quedaron esparcidos los clásicos sobrecitos de azúcar con alguna masita huérfana.
Enseguida tomé la hoja de papel, en la que había deslizado algunos interrogantes para iniciar la charla y sin pausa garabateé: www.fotolog.com/destilarte, más abajo destilarte@hotmail.com y al final www.destilarte.blogspot.com... Un pequeño anticipo de una gran noche.




(*) Publicado en EL DIARIO DEL CENTRO DEL PAÍS, el domingo 01 de junio de 2008.-