domingo, 10 de agosto de 2008

El Estilóbato (regreso)

NUEVO IMPULSO
EL ESTILÓBATO
PARA EL ARTE MÚLTIPLE

Por Darío Falconi



El capítulo se había cerrado con una maratónica oferta de espectáculos en diciembre pasado. La casa cultural denominada El Estilóbato, cerraba sus puertas debido al permanente e insostenible problema económico. Habían transcurrido siete años y seis meses de aglutinar en solo lugar la pluralidad de las voces del arte. La tarea no fue fácil de sobrellevar, máxime cuando sus propulsores son jóvenes que trabajan, que poseen sus familias, obligaciones y que dedican el escaso tiempo libre a una pasión que el inconsciente colectivo argentino no puede digerir como profesión, como obligación, como trabajo. Pero… ¿quién dijo que las despedidas son tristes? Las crónicas de esa noche destacan los aplausos y sonrisas por sobre el llanto y la tristeza.
Era la despedida, pero no el final; los chicos sabían que debían cerrar el inmueble, pero el proyecto, la idea, el concepto, no cerraba. El respiro tenía que darse, debían hincharse los pulmones con nuevos aires y ver la manera de retomar. En esos años de trabajo ininterrumpido, las fuerzas se fueron agotando y este (mínimo) descanso sirvió para tomar impulso, para que el tranco sea ahora más largo y alto.
En poco tiempo más El Estilóbato será una asociación civil sin fines de lucro, lo que le dará un estatus superior, para poder ser reconocida así por diferentes entes y obtener apoyo tanto local, provincial como nacional. Reorganizaron su proyecto, están culminando los trámites respectivos y tienen los ojos bien abiertos para encontrar su nueva morada.
Es así, El Estilóbato está buscando un nuevo hogar, un lugar que les permita desarrollar la actividad multicultural para seguir promocionando a los artistas locales como los que puedan venir de otras latitudes.
Desde EL DIARIO Cultura, hablamos con una de sus férreas colaboradoras, Soledad Rolando, quien es además la vocalista del grupo de raíces folklóricas La Tusca, germinado sobre las tablas de la casona de Tucumán al 842. Soledad, es sólo una de las voces de esta familia que espera crecer este año.


—¿Cuáles fueron las intenciones iniciales de El Estilóbato?
—Yo estuve a partir del segundo año, pero más o menos el planteo fue que existiera un espacio donde se pudieran hacer muchas actividades. En un principio era muy fuerte el tema de los talleres que se dictaban durante la semana y los fines de semana los espectáculos. Queríamos un espacio donde confluyeran diversas artes y luego mostrar todo lo que se hacía.

—¿Recordás en esa época cómo estaba la ciudad en cuanto a este tipo de manifestaciones?
—Había mucho menos, El Estilóbato nació en 2001, había muy poco movimiento y aparte se estaba iniciando todo este tema de la universidad, que después con el tiempo, la mayor cantidad de público y de gente que se movió allí dentro fue universitaria.

—Además era una época donde la Argentina se caía a pedazos…
—Sí, era complicado; pero siempre tuvo el mismo fin, que existiera en ese lugar un espacio para hacer muchas cosas, y cosas que básicamente en Villa María no se veían, como por ejemplo los malabares, de circo, de clown, acá no había.

—Contanos como es este tema del resurgimiento de El Estilóbato.
—En realidad desde el momento en que se cerró, siempre se tuvo la idea de que se iba a continuar, nunca se lo pensó en que se cerraba y se termina, se lo vio como el fin de una etapa, un ciclo; pero siempre tuvimos la idea de seguir trabajando a puertas cerradas para que pudiéramos arrancar. El Estilóbato se cerraba por muchos motivos, pero el problema económico siempre estuvo; gente que quisiera estar, que quisiera laburar había, artistas en Villa María hay a montones, el tema era el apoyo económico. Si bien había apoyos chicos, publicidad y demás, nunca hubo algo que lo sostuviera, el alquiler había que pagarlo todos los meses, la luz también y el gas también… era un mantenerlo y ya al último tiempo era tironearlo porque no se llegaba. Entonces hacíamos otras actividades que eran más fáciles de organizar y que eran más rentables como las peñas. Actividades que no tenían más complicaciones que buscar artistas y publicidades, que es trabajoso, pero que venía a cumplir con la necesidad más urgente: juntar plata para llegar a fin de mes.
Se cerró, pero la idea fue trabajar para reorganizarlo, por un lado se hizo todo el tema jurídico que nos falta la última parte, donde la enmarcamos dentro de una asociación civil sin fines de lucro, que por ese lado nos facilita la solicitud de apoyos. Por otra parte, cuando empezamos a trabajar allá por marzo y abril, de las ocho personas que somos ahora, hay gente de antes y gente nueva, nos dividimos en dos grupos; uno de ellos hizo la parte espantosa jurídica (risas) y el resto desarrolló el proyecto. Tuvimos mucha gente que nos ayudó en esta tarea. Todo esto fue lo que hicimos en seis meses, seguimos teniendo el mismo fin y los objetivos, promover, difundir el arte de esa manera, que haya un poco de todo y que todo el mundo pueda disponer de ese espacio, así era El Estilóbato, todo aquel quisiera mostrar algo iba ahí.

—Y no descansaron mucho que digamos, porque si me decís que comenzaron en marzo y dejaron la casa en diciembre del año pasado... Se cerró la casa, pero no el proyecto.
—Claro, El Estilóbato tiene la parte humana o el espíritu que siempre estuvo, nos quedamos sin el espacio físico que es muy importante para funcionar. Pero estamos trabajando como siempre igual, como hicimos todos los años, en marzo volvimos a arrancar.

—Ahora que mencionás la cuestión del espacio físico, ¿siguen buscando un lugar donde instalarse?
—Estamos sobre todas las cosas, buscando. Nos planteamos y lo hicimos, de salir por Villa María preguntando por algunas casas que veíamos, pero nos resultaba difícil; entonces dijimos de hacerlo al revés, vayamos a los medios, que la gente se entere que andamos buscando casa. Nos pasó el año pasado, que cuando cerramos, a la semana siguiente nos llamó una abogada que nos ofrecía una casa que estaba buena, pero que para tener un espacio donde hacer espectáculos teníamos que voltearle paredes, cosa que no podíamos hacer. Fue apareciendo gente que nos daba datos, pero es más fácil que la gente se entere de que nosotros buscamos casa, porque nosotros no sabemos adónde. Este es nuestro siguiente paso, el proyecto ya está terminado, lo de la asociación civil falta el último trámite y nos quedaría el espacio físico. En Villa María hay cantidad de casas, sobre todo casa viejas que hace años que están cerradas, pero que no sabés ni siquiera de quién son. No pedimos que nos regalen nada, si hay que alquilar vamos a alquilar, lo hicimos antes y ahora siendo una asociación civil, nos posibilitaría conseguir más recursos para pagarla.

—Mínimamente, ¿cómo debería ser la casa que ustedes necesitan?
—Como ideal y para que funcione con el espíritu que tuvo siempre, sería una casona del estilo que teníamos antes con un espacio relativamente amplio para espectáculos y con aulas donde se dicten talleres y demás; pero llegado el momento en que nos digan, “tenemos un salón”… y… va a funcionar en un salón. Hay otra cosa, nosotros no es que buscamos estar en el centro, pero si decimos que la casona está a dos cuadras antes de llegar a la universidad, se pone bravo, porque la gente no se moviliza; en Villa María pasa que si algo está fuera de los bulevares está lejos. La gente no está acostumbrada a usar colectivos, tomarse un remisse y hacerse cuarenta cuadras… pero llegado el momento, donde sea y como sea vamos a funcionar, buscaremos la forma de adaptarnos a la situación.

—¿Existe la posibilidad de que una institución, un organismo público, una entidad colabore y que ustedes no pierdan la independencia y el espíritu original?

—Para mí sí, estaría buenísimo que Cultura, la Municipalidad, que cualquier institución pudiera apoyar este proyecto sobre todo porque no existe algo así con la variedad que teníamos nosotros. Se extraña esa apertura que tenía para hacer cosas, yo que estoy en una banda noto el espacio que no existe. Sí se puede trabajar con la ayuda de alguna institución “sin venderse”.

—Recién decías que se extraña ese espacio, en estos seis meses que pasaron sin El Estilóbato, ¿notaste un cambio en Villa María, sentiste ese “hueco” en la actividad artística?
—Sí, El Estilóbato no era sólo lo que pasaba en una noche de espectáculo, El Estilóbato estaba abierto todo el día, la gente circulaba todo el tiempo, yo sinceramente no conozco que haya en la ciudad algo así. Cuando hablamos con chicos de algunas bandas me comenta que se redujo el espacio para tocar. Si tenías que hacer un espectáculo en otro lugar, debías llegar, acondicionarlo, llevar todo lo necesario para tocar; en nuestra casona estaba todo acondicionado para la ocasión, tenías que ir, armar el sonido y lo demás ya estaba. Era muy lindo ver como se transformaba todo, había un espectáculo un día, y al otro había que dar clases en el mismo espacio, era todo muy funcional. Se extraña la magia especial que había, esa magia que sentís cuando entrás a un lugar que no es cualquier lugar…


Y de esa magia de la que habla Soledad, casi que pudiese percibir el halo que flota en el aire de esta fría noche de jueves. Mientras rememora algunas cosas que pasaron a lo largo de ese tiempo, aprovecha la ocasión para esbozar las diferentes propuestas que estiman para el corriente año. Algunas de ellas incluyen la creación de un ciclo de cine café, maratones teatrales, la creación de un stand permanente con producciones artísticas, dictado de seminarios y la presentación de artistas locales y de afuera para el enriquecimiento de todos… Son tantas las actividades y tan diferentes que no existía en la ciudad un marco legal que la encuadrara, tal es así que, el Consejo Deliberante debió crear la figura de “espacio de promoción, producción y difusión cultual”. En esas pocas palabras que envasan tantas cosas está El Estilóbato; un lugar donde existe la posibilidad de seguir creyendo, esa necesidad de que el arte sea una utopía y que ésta no muera jamás. Tal como estampara, durante la noche de cierre, un artista plástico local en las viejas paredes de la casona cultural: “LAS UTOPÍAS NO SE TERMINAN, SÓLO SE RENUEVAN”.


Para aportar ideas, sumarse al proyecto u ofrecer colaboración, los chicos de El Estilóbato aguardan su contacto:
http://www.elestilobato.blogspot.com/
elestilobato@gmail.com
elestilobato@yahoo.com.ar
154090807
156571701
154128179
(*) Publicado en EL DIARIO DEL CENTRO DEL PAÍS, el domingo 10 de agosto de 2008.-

domingo, 3 de agosto de 2008

Jaqueline Andrada (Cómics / Animé / Manga)

ENTREVISTA A
JAQUELINE ANDRADA
UN ESPACIO ANIMADO EN LA CIUDAD

Por Darío Falconi



Inodoro Pereyra, Tony, Pepe Sánchez, D’artagnan, Paturuzito; se convirtieron en las lecturas que cimentaron su pasión por las historias y por los dibujos. Junto a su hermano compraban las historietas que marcarían su predilección por este género tan beneficioso para el hábito de la lectura y el pensamiento.
Más adelante los Thundercats, los Halcones Galácticos, Voltron, entre otros, complementarían la dieta de series y películas devoradas en el ya viejo y recordado VHS. No faltarían los esporádicos viajes a Córdoba para adquirir alguna remera o alguna revista en particular, que se consigue en las comiquerías que se encuentran diseminadas en los recovecos de las distintas galerías y paseos. Negocios que se especializan en ciertos aspectos de un comercio muy amplio e inimaginable.
Esta idea es la que pretende modificar Jaqueline; presentar en un local de nuestra ciudad la mayor cantidad de productos que pueda brindar; en sus palabras: “En Córdoba las comiquerías están, pero es cuestión de buscarlas, porque están muy adentro de las galerías. Quien busca cómic, encuentra cómic; hay chicos que buscan juegos de rol en el que se emplean manuales, los tienen también; en otro lado consiguen pósters... Pero no hay una comiquería, una tienda de cómic, que venda pósters, remeras, muñecos, revistas… esa es la idea que yo tengo.”
Circulando por Rivadavia a metros de Mendoza se encuentra su local en el que, emulando un gashapon japonés, es posible encontrar en su interior diferentes artículos para sorprenderse, que harán el deleite de muchos y que activarán las fibras del recuerdo en otros.

—Contanos Jaqueline, ¿cuánto hace que abriste este local?
—Más o menos tres meses. En este tiempo han venido mejicanos, chilenos, ecuatorianos, gente de La Plata… yo charlo con ellos y me voy dando cuenta cuáles son sus preferencias y me orientan a la hora de ir trayendo cosas, porque voy conociendo los gustos.
Para mí es un desafío; cuando yo abrí puse mucho de Dragon Ball Z y cierta gente piensa que sólo vendo eso, o que somos drogadictos… los escucho cuando miran la vidriera. Hay gente que no conoce, pero hay otra gente que sí. Chicos muy pequeños que ven lo que se pasa en el cable local; cuando vamos subiendo de edad, ya ven un poco más, porque bajan series por Internet; es otro público adulto que conoce de Robotech, Thundercats, He-Man, porque ellos los vieron. La gente grande es muy puntual a la hora de buscar algo, conocen mucho de historieta argentina.

—¿Cuál es la diferencia entre historieta, manga, cómic y animé?
—El origen. Para los argentinos es historieta; los japoneses le llaman manga a cualquier historieta, pero cuando sale de ese país, como es de origen japonés toma ese nombre. El cómic que es más norteamericano es muy finito con láminas ilustradas a color brilloso, la hoja tiene otra calidad. Una caracteística es que los cómics a veces tienen diferentes estilos de dibujos porque son diferentes dibujantes, de distintas épocas; esto no sucede en el manga. Cuando hablamos de manga por lo general viene en blanco y negro, como es japonés se lee al revés, tenés que empezar de atrás para adelante y de derecha a izquierda; además el grosor de las páginas es superior. El cómic tiene miles de vueltas, muchos números, muchas situaciones; mientras que el manga se hacen unos cuantos tomos y se acaba la historia. Si el manga tiene éxito puede salir la adaptación al dibujo animado o animé.

—¿Animé puede ser tanto un dibujo animado como una animación por computadora?
—No, ellos le llaman animé a lo que tiene origen japonés; cuando tiene otra nacionalidad, ya para ellos deja de tener ese nombre, pero para nosotros sigue llamándose así. Nuestra forma de catalogar es: dibujo para los más chiquitos y animé cuando vamos subiendo un poco más. Para los japoneses es tan normal esto que los distinguen por categoría, si es de robot o son personas con trajes con ciertas funciones le llaman mecha, si es para chicas se llama de otra manera y hay muchas otras formas más de clasificarlas… es tanto lo que abarca que lo van catalogando, porque para ellos es una industria muy común. El éxito de los artistas que cantan cuando pasan del manga al animé da pie para que la serie tenga éxito o no, o que ellos se lancen a la fama. Nosotros simplemente le llamamos historieta argentina.

—¿La gente que se acerca a tu local, pide proporcionalmente más historieta que manga?
—Vos me decís en cuanto a revistas, porque lo primero que ven cuando llegan son los muñecos, sobre todo los chicos; no están tan acostumbrados. Los chicos piden los muñecos Dragon Ball o Naruto por ejemplo; porque Villa María no tiene un canal de dibujos de animé como se tiene en Córdoba, entonces muchas veces piden artículos de los dibujos que conocen y pueden ver. El manga tiene sus fanáticos, pero la gente que no conoce para acercarse, necesita ver el dibujo para luego trasladarse al manga.

—Sucede también que esta industria es muy completa, porque se tiene el dibujo animado, el videojuego, la película si esa serie va muy bien… es todo una movida cultural impresionante, ¿no?
—Sí, además tenemos toda otra parte que es cine, si hay algo que yo quisiera tener para mí sería una figura de Depredador, que me encanta ese personaje. Hay un chico que es fanático de El Señor de los Anillos, que se compró los libros, se tatuó, tiene los personajes, esculpe e hizo una de las figuras de la película. Te aclaro que hay diferencias entre los que se le llama fanático y el otaku, que es el fanático obsesivo, el que se viste de los personajes que le gustan, en Japón con un sentido más despectivo. Suelen haber chicos que gritan ciertas expresiones que ven en los dibujos preferidos, que conocen todos los nombres, los capítulos y todos los detalles. El fanático invierte en lo que le gusta, suele haber torneos de cartas donde hay premios sumamente interesantes de 4000 dólares por ejemplo, y cuando ganan no se compran una motito u otra cosa, lo gasta todo en cartas. Los juegos de cartas están muy bien pensados pero a veces comprando unas cuantas cartas te podés gastar 500 pesos. Los proveedores te ofrecen muchas cosas, 300 primero salió el cómic de Frank Miller, después salió la película y de ahí todo lo demás (casco, capa, accesorios…).

—Quisiera que nos explicaras las características de este negocio, ya que no se venden aquí juguetes comunes que se consiguen en cualquier otra juguetería o en alguna casa de importación.
—Exactamente, yo parto de cosas de diez pesos para arriba. Hay chicos pequeños que tienen la costumbre de ahorrar y el hecho de que colecciones algo te hace quererlo, o hacen arreglo con los padres de comprar algún artículo por alguna materia rendida, etcétera.
Mientras la escucho me ejemplifica lo dicho mostrándome algunas figuras de Robotech o Los Simpsons, que cuestan un poco más de cien pesos y resalta “el material y el personaje es precioso. El material no es el plástico que ves en el juguete y sobre todo el nivel de detalle que tiene es excelente.”

—¿Cómo te ha ido desde que iniciaste? ¿Se cumplieron medianamente tus expectativas?
—Mucho mejor de lo que me esperaba, es más, como vos la mayoría llega de oído. Salí con mi hermano a repartir volantes, pero los chicos son los que me han traído a otros chicos. Mucho ayudó el conflicto del campo cuando las colas de autos esperaban para cargar nafta en la estación de servicio de aquí cerca. Se ha corrido de oído muchísimo y les brindé a los chicos un espacio también para aquellos que practican juegos de rol para que conozcan otros de otros lados, se prestan los manuales, etcétera. Acá no está difundido, en Buenos Aires es muy común, se venden cartas en quioscos, artículos que no son baratos, la gente que no sabe esto, no sabe lo que tiene el local.
Una cosa que quiero resaltar es que muchos piensan que porque son dibujitos, son para chicos; ¡no!, muchos dibujos, es más, la mayoría de los dibujos tienen contenidos que son para pensar, tienen una trama muy entretejida… es que son para grandes. Los japoneses mezclan mucho lo que es mitología con lo fantástico, si bien la historieta argentina también, los japoneses son muy fantásticos, tienen la cabeza puesta en eso. Me suele pasar que llegan adultos y me piden cosas para sus hijos y después de charlar un ratito me doy cuenta que no es para su hijo, sino para él. El dibujo no tiene un género ni una edad, hay chicos que compran cosas de Sailor Moon o chicas que compran cosas de Dragon Ball Z. Es totalmente equivocado pensar en esa idea de la edad y el género.


La entrevista va culminando. Sus palabras quedan flotando en el aire y registrándose en mi grabador, pero no puedo irme sin antes resaltar nuestra impresión primaria de que instalar un negocio de estas características representa todo un desafío para Villa María. Jaqueline, nos mira airosamente y nos responde con cierta soltura: “un cliente me lo dijo también, pero nosotros nos criamos mirando estas cosas y si te gusta esto tenés que irte a Córdoba o a Buenos Aires. Sé que es un gran desafío, pero alguien tenía que empezar.”
(*) Publicado en EL DIARIO DEL CENTRO DEL PAÍS, el domingo 03 de agosto de 2008.-