lunes, 19 de octubre de 2009

Muestra "Leer es lo más". Ilustraciones para niños y jóvenes

MUESTRA
“LEER ES LO MÁS”
ILUSTRACIONES PARA NIÑOS Y JÓVENES




Hasta el próximo miércoles se podrá recorrer y apreciar la muestra itinerante, que la editorial cordobesa Comunicarte preparó en la Biblioteca Municipal y Popular Mariano Moreno (Av. Sabattini 40).
“Leer es lo más” se inauguró el 7 del corriente en el marco de la Feria del Libro local y aún permanece instalada para que los usuarios, adultos y sobre todo los niños se lleguen a apreciar parte del “detrás de la escena” de la construcción de los libros infantiles.
En esta oportunidad, lo que se expone es la faceta relacionada con el arte de las distintas colecciones que esta editorial presenta; “de esta manera los chicos podrán conocer la ‘cocina’ de los libros, el proceso que se sigue desde la creación hasta la edición definitiva que llega a las librerías.”
La muestra se presentó por primera vez en sociedad, en las instalaciones del Centro Cultural del Buen Pastor en Córdoba Capital. Villa María, es la primera ciudad del interior donde aterriza este precioso emprendimiento, para luego continuar por Mendoza (noviembre).
La suma de obras presentadas asciende a cuarenta y cinco; las mismas corresponden a artistas de todo el país, entre los que se destacan: Cachoíto De Lorenzi, Jorge Cuello, Liliana Menéndez y Mónica Weiss. Algunas de estas obras han sido galardonadas con importantes premios nacionales e internacionales, como es el caso de las acuarelas de Saúl Rojas para el libro “El camino de la luna”, con el que resultó elegido a nivel internacional en la Lista de Honor de IBBY 2010 (International Board on Books for Young People).
“Las ilustraciones originales permiten apreciar la arquitectura del libro, el proceso que se sigue entre el acto creador y la edición definitiva”, dice Karina Fraccarolli, responsable de este proyecto.
Con lápiz, acuarelas, trapos, plastilina, temperas, con retazos de cualquier material que posibilite el collage… todo sirve para que estos grandes artistas den el complemento necesario a las historias que representan. De niños nos transportábamos a mundos imaginarios, motivados por la riqueza de los textos y matizado por las ilustraciones que acompañaban los volúmenes.
EL DIARIO Cultura visitó la muestra y tomó algunas fotografías con las que ilustramos nuestra edición de hoy.
Los invitamos a recorrerla, lo invitamos a volver a soñar…



Liliana Menéndez
El árbol de las lilas
Técnica: Dibujo en tinta china, lápiz color y collage sobre papel
Dimensiones: 33 cm x 24 cm, 36 cm x 20 cm, 32 cm x 24 cm
Texto: María Teresa Andruetto
Colección: Vaquita de San Antonio

* Lista de honor IBBY 2088
* Destacado ALIJA 2009 / categoría poesía


Claudia Degliuomini
Pajarraigos
Técnica: Acuarela sobre papel
Dimensiones: 43 cm x 23 cm, 43 cm x 23 cm, 43 cm x 23 cm
Texto: David Wapner
Colección: Vaquita de San Antonio

* Destacado ALIJA 2009 / categoría Libro Ilustrado




Saúl Oscar Rojas
El camino de la luna
Técnica: Tinta, acuarela y collage sobre papel
Dimensiones: 52 cm x 28 cm, 52 cm x 28 cm, 52 cm x 28 cm
Texto: Laura Escudero
Colección: Bicho Bolita

* Destacado ALIJA 2008 / categoría ilustración
* Destacado ALIJA 2008 / categoría cuento







Miguel de Lorenzi
Noche de Luna Llena
Técnica: Acuerela y lápiz con montaje digital sobre papel
Dimensiones: 44 cm x 20 cm
Texto: Laura Devetach
Colección: Vaquita de San Antonio





Guillermo Casas
Un mar para Crispín
Técnica: Lápiz sobre papel / Plastilina sobre cartón
Dimensiones: boceto 44 cm x 20 cm, 27 cm x 20 cm, 44 cm x 20 cm
Texto: Claudia Sánchez
Colección: Vaquita de San Antonio





Mónica Weiss
Un perro llamado Cuál
Técnica: Acuarela sobre papel
Dimensiones: 63,3 cm x 29,7 cm
Texto: Renato Peralta
Colección: Veinte Escalones

* Los mejores libros para niños y jóvenes 2007
Categoría Los tres imprescindibles de la Biblioteca otorgado por Banco del Libro, Caracas, Venezuela.
* Destacado ALIJA 2008 / categoría Colección





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MUESTRA DE ILUSTRACIONES ORIGINALES
LEER ES LO MÁS

Muestra de ilustraciones originales de libros para niños y jóvenes
Biblioteca y Medioteca Municipal y Popular "Mariano Moreno"
7 al 21 de octubre de 2009


La muestra “Leer es lo más” propone un encuentro con las imágenes originales de los libros publicados en las colecciones para niños y jóvenes de Editorial Comunicarte. Un espacio para que chicos y grandes puedan conocer y disfrutar de una de las partes del proceso creativo de los libros: el hacer de los ilustradores.
Las producciones gráficas se exponen en sus soportes y medios originales. Son piezas únicas que luego de reproducidas en los libros, perviven y se multiplican. La presentación de las ilustraciones en forma independiente respecto del texto y la producción editorial destaca las cualidades estéticas de cada imagen, mientras el montaje en serie remite a las secuencias visuales y narrativas que estructuran cada título.
Las obras pertenecen a ilustradores argentinos y extranjeros. Realizadas en soporte papel o digital, con procedimientos técnicos y estilos diversos permiten apreciar, no sólo la materialidad de lo que luego veremos impreso en los libros, sino también la construcción de mundos tan distintos como atractivos.

Ilustradores: Gustavo Aimar/ Guillermo Casas / Constanza Clocchiatti / Roberto Cubillas / Jorge Cuello / Guillermo Daghero / Claudia Degliuomini / Miguel De Lorenzi / Sonia Esplugas / Carolina Farías / Paula Fränkel / Luis Fernández Alle / Alexiev Gandman / Javier González / Rosa González / Piet Grobler / Claudia Legnazzi / Liliana Menéndez / Ivana Myszkoroski / Saúl Oscar Rojas / Mónica Weiss.

Idea: Karina Fraccarolli.
Curaduría: Clementina Zablosky.

Colecciones: Vaquita de San Antonio, Bicho Bolita, Veinte Escalones, La nube verde, Los niños del MERCOSUR, Los imprescindibles.



(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País, domingo 18 de octubre de 2009.-

martes, 13 de octubre de 2009

Panorama Local: Literatura en tapas duras. Catálogo 2008-2009 (quinta parte)

PRESENTACIÓN DE LIBROS LOCALES
FERIA DEL LIBRO

PANORAMA LOCAL LITERATURA EN TAPAS DURAS
CATÁLOGO 2008–2009 (quinta entrega)




“Más libros, más voces, más libres”.Con ese lema como estandarte, cerrará hoy la Feria del Libro local, que tuvo su desarrollo entre el 7 y el 11 del corriente.
En esta oportunidad se instalaron 150 metros de carpas con 25 stands para la promoción y venta de libros. Se desarrollaron conferencias, recitales, lecturas y talleres. Tuvo, otra vez, la emotiva suelta de poemas desde el aire que organizó la SADE local. El propio Secretario General de la SADE central, el villamariense Ernesto “Chueco” Fernández Núñez, expresó con emoción que esta actitud “únicamente puede pasar en Villa María”.
Se realizó además la Feria de Ofertas Educativa y de manera paralela el 6to Congreso de Educación.
Como corolario a esta fiesta de la cultura, se presentará como última activad, a las 19 de hoy, una multipresentación de libros de seis autores locales. La Editorial Universitaria (Eduvim) ha publicado en bellas ediciones los primeros volúmenes de la colección “UP cinco mil novecientos”. Dicha serie se edita bajo la Ordenanza Municipal 5974, que promueve la edición de autores locales mediante el aporte de comerciantes e industrias a los que se le deducen impuestos. Los autores beneficiados (varios de ellos, inéditos hasta hoy) son: Marina Giménez, Fernando Ceballos, Marcelo J. Silvera, Griselda Rulfo, Federico Giacomelli y Evangelina Sodero.
Desde estas páginas, se nos ocurrió la idea de consultarle a cada uno, qué significa su libro y qué sensaciones les despierta el hecho de haberse publicado. Con esa premisa disparadora y amplia contactamos a sus autores y esto nos dijeron.




Palabras que caminan la cornisa (poesía), Evangelina Sodero, 60 páginas.
Evangelina Sodero nació en Villa María en 1980. Actualmente se desempeña como profesora en Lengua Castellana de nivel medio egresando de la UNVM en 2004. “Palabras que caminan la cornisa” es su primer libro de poemas publicado. Desde hace tres años es integrante de la SADE filial Villa María. Tiene una novela inédita titulada “Libertad interrumpida”.


Que la palabra sea aquella sombra delirante
que camina la cornisa
una loca que anda suelta...


Se me hace que el poeta, en su papel en blanco, tiene las palabras como eternas peregrinas hacia lo indecible, equilibrantes de significado, indecisas en el acto de existir o no existir, de decir o no decir, de sentir o no sentir, de fingir o no fingir, de pecar o no pecar, de estarse con Dios o sin Dios.
En "Palabras que caminan la cornisa" la poesía me llegaba como una cosquilla en la punta de los dedos, la necesidad imperiosa de decir que con la palabra se construye o se destruye, se enciende o se apaga, se es minúsculo o grandioso, es la forma más sutil y bella de decir sin nada que decir.
La publicación de éste, mi primer libro de poemas es la culminación más gratificante de aquella inspiración que al poeta le llega quién sabe de dónde. Todos y cada uno de los poemas que integran el libro tienen reservado un lugarcito en el mundo sin decir de los poetas, muy adentro mío, allí donde vivir es una utopía, un imposible para seres de esta tierra, al menos hasta ahora... ¿quién sabe...? quizás dentro de miles de años... tengamos visitantes, turistas que se lleguen al corazón del poeta. Gracias Dios por enseñarme el costado sensible de la palabra. Gracias hasta que ya no tenga nada que decir.”


Nueve y diez… el que no se escondió se embromó (narrativa infanto-juvenil), Griselda Rulfo, 88 páginas.
Griselda María Rulfo nació el 17 de abril de 1943 en la localidad de La Playosa. En Villa María (donde reside) cursó sus estudios de Nivel primario, medio y terciario en distintos establecimientos educativos. Egresó como Bachiller, Maestra Normal, Profesora en Educación Física y Psicopedagogía. Tiene estudios cursados sin finalizar en Metodología de la Investigación Educativa, Letras Modernas y Arquitectura. Se desempeñó como docente en distintas áreas en los niveles primario, medio y terciario en diversas instituciones educativas. Y como coordinadora Regional de Educación Física en la Inspección Regional con sede en Villa María. Ha asistido a talleres literarios dirigidos por: Marta Parodi, Susana Zazetti y Mercedes Espinosa.


“¿Qué siento al publicar mi primer libro? Aunque la
respuesta parezca demasiado simple experimento una emoción profunda y gran alegría, lo que no es poco. Ya que escribo por el placer que experimento al hacerlo, por una necesidad de crear que me ha acompañado toda la vida.
Y como esa niña que cuenta “Nueve y diez… el que no se escondió se embromó” para salir a develar el misterio de un juego maravilloso yo intento jugar con las palabras, el misterio, la ficción, el suspenso, la narrativa infantil, que también me permiten encontrar el sentido de muchas vivencias.
Pero en esencia es solo una la respuesta: ESCRIBO PORQUE SIENTO LA NECESIDAD Y EL PLACER DE HACERLO, NADA MÁS.”


Monitor interior (relatos y poemas) Marcelo J. Silvera, 71 páginas.
Marcelo J. Silvera, nació el 30 de julio de 1975 en la Capital Federal. Primera generación argentina de familia uruguaya. Vivió y estudió en Capital y Montevideo alternativamente. Periodista y escritor, a los 12 ingresó al mundo de la radio y mantuvo su propio programa, "Monitor Interior", por espacio de 13 años en diferentes radios de Buenos Aires, Montevideo y Villa María. Argentino por nacimiento, uruguayo por adopción y villamariense por elección, actualmente está radicado en Villa María (Córdoba), es vicepresidente de la Sociedad Argentina De Escritores local y trabaja en el diario Puntal Villa María.


“Básicamente éste es mi Monitor Interior. El libro, así como lo fue el programa de radio (con el que amenazo con volver en cualquier momento) y hasta el blog (monitorinterior.blogspot.com) son canales de expresión, cables a tierra que me permiten aportar una mirada más literaria a la vida.
Es mi primer libro, porque hace mucho tiempo sostengo que el ser artista también es trabajo, y tener que pagarse su propia edición para publicar es como pagar para trabajar. Afortunadamente el proyecto fue visto como viable y pudo ver la luz, de otra manera seguiría en el cajón, junto a otros libros y proyectos esperando su oportunidad.
En él se recopilaron varios relatos de diferentes épocas, experiencias vividas en primera persona o en tercera (nunca sabrán cuál es cuál) y alguno ficcional; unidos a poesías de estos últimos tiempos, las primeras de carácter social, una mirada crítica a una vida que pasa demasiado rápido sin conocer cuál es el destino, las últimas del corazón, sin olvidar las broncas hacia un mundo injusto pero aferrado al amor.
El Monitor Interior nos permite ver lo que tenemos dentro, y cualquiera sea el interior que nos deje ver está bien, en este tiempo tan lleno de exterioridades.”


Cáliz de arena (poesía), Marina Giménez, 37 páginas.
Marina Beatriz Giménez nació el 7 de marzo de 1961 en la ciudad de Santa Fe. Vive en Villa María desde 1996. Escritora, poeta, promotora de lectura y escritura. Publicó dos libros de poemas: “La morada y el pájaro” (Argos) y “La puerta” (De autor). Participó en antologías provinciales, nacionales e internacionales con sus cuentos y poemas. Coordina talleres literarios para niños en diferentes localidades y escuelas. Participó como expositora en el Seminario Internacional “Relaciones de la literatura y los niños en riesgo” auspiciado por la UNVM, Editorial La Bohemia, Ministerio de Educación de la Nación, CONABIP, Embajada de Francia y Banco del Libro de Venezuela.


“La publicación de "Cáliz de arena" significa ante todo la oportunidad de abrir la palabra hacia los otros. Mis dos publicaciones anteriores "La morada y el pájaro" y "La puerta" fueron ediciones de autor y entonces el recorrido se hizo más difícil y acotado. La poesía igual circula entre la gente, está viva, pero los libros merecen ser leídos, llegar al lector. Desde Eduvim el camino puede ser más amplio, volverse visible para los que invisiblemente oficiamos con la palabra. Poner voz en el silencio. Ayudar a que el autor publique y que el texto circule y no quede atrapado dentro de su propio hábitat de papel que de ser el más legítimo, puede también ser una trampa bien ordenada en algún estante. Este oficio sobrevive ante toda circunstancia: el sustento cotidiano que hay que ganar con esfuerzo, la lucha indeclinable contra repetidos molinos de viento, la enfermedad, la muerte. El poeta vuelve a levantar su cabeza, toma un papel, un lápiz o una tecla y sigue escribiendo.
Entonces que alguien ponga sus ojos, pero adentro de tus palabras y quiera ponerlas por vos en un libro, en una escuela, en la biblioteca, te ayude a repartirla, a compartirla, como el pan, hoy, como poeta y como persona, me hace sentir menos sola.”


Evocando el pasado (relatos) Federico Giacomelli, 131 páginas.
Federico J. D. Giacomelli nació en James Craik, provincia de Córdoba en 1930. Reside en Villa María desde 1947. Egresado como tornero mecánico de la Escuela del Trabajo. Se desempeñó como operario, docente y desde 1962, viajante de la firma Nossovitch y CIA SA. Este es su primer libro.


“Lo que puedo decir es que para escribir un libro se necesita, para empezar, tener ganas; no importa la edad, y luego como dice mi nieta Evangelina Sodero (profesora de lengua y escritora), a escribir se aprende escribiendo. Yo puedo asegurar que tiré muchas hojas hasta lograr algo que más o menos me convenciera.
“Evocando el pasado” es un relato autobiográfico en la que relato las buenas y las malas que viví para organizar la venta en nueve provincias de un producto de muy buena calidad pero desconocido en la zona asignada. Lo que tuve que argüir para convencer a los comerciantes para que trabajen ese producto.
Recorrer miles de kilómetros en un Citroën 2 CV por caminos malísimos sobre todo en la zona de la Mesopotamia, cuando para cruzar el río Paraná había que esperar, después de haber cruzado el río Colastiné y recorrido algunos kilómetros a veces hora y hora en una isla donde de día te molestaban y te picaban los gegenes y de noche los mosquitos y con un calor húmedo que te hacía transpirar a mares.
También cuento sobre cultivos y ganado importante medio de vida de los habitantes de esos lugares.
Felicito a Eduvim por ayudar a fomentar la cultura haciéndole fácil y sin costo editar libros a escritores noveles y más que eso hacerlos conocer.”


El manicomio (ensayos y otros textos) Fernando Ceballos, 142 páginas.
Raúl Fernando Ceballos nació en Colazo en 1964. Enfermero profesional, trabajó en instituciones psiquiátricas de la provincia de Córdoba y en la provincia de Santa Fe. Ha sido instructor docente de diversas instituciones en diferentes provincias. Es autor y compilador de diversos libros entre los que se cuentan “Palabras de enfermería. Reflexiones para una actitud ética en el cuidado enfermero en salud mental” (Sema), “Memorias de la capacitación: gente necesaria para construir historia”, (Comp.) Proyecto Troncal de Capacitación 2006-2007. Gobierno de Santa Fe. Recibió diversos premios y menciones por su obra literaria entre los que se destaca la 1º Mención en el Segundo Concurso Topia Libro de Ensayo 2008, de la revista Topia con el texto: “El manicomio. Crónicas de una lógica que coloniza subjetividades”, en 2008.


“Escribir se construye como cicatriz de la experiencia, y como potencia que impulsa a las palabras a ir más allá de sí, de lo que nombran, de lo que inventan. Fernando Ulloa, cuando habla de la escritura la compara con la escritura de una vivienda. Uno toma posesión de una casa cuando la escritura. Entonces cuando habla de escribir, nos dice que un sujeto se adueña de su práctica cuando puede plasmarla en la escritura. Allí verdaderamente, dice, toma posesión de su hacer, y lo transforma en saber.
Escribir no es una tarea sencilla, pero si dejamos que cada uno pueda escribir sus escritos, que cada uno pueda inventar liberándose de las ataduras discursivas que nos disciplinan, nos encaminamos hacia acontecimientos emancipadores, hacia apariciones lingüísticas, hacia enunciados y pronunciamientos que nos permiten pensar la transformación y desgarrar hábitos institucionales.
Escribir tiene que ver con dejar huellas, surcos, grietas, caminos, senderos, cicatrices…
Escribir tiene que ver con dejar testimonios, dudas, corazonadas, ilusiones, utopías…
Escribir tiene que ver con posicionamientos, discusiones, reflexiones, luchas, pasiones…
Escribir tiene que ver con esa turbulencia de lenguas sueltas y pensamientos a punto de salir…
Escribir no tiene que ver con juntar palabras, escribir tiene que ver con que las palabras se encuentren en un colectivo…
Escribir tiene que ver con la creación de sujetos clínico-políticos esperanzados en luchar contra las lógicas que nos atontan…
Escribir como una insistencia, como una energía presta a estallar, como una potencia que se resiste, que porfía.”
(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País, domingo 11 de octubre de 2009.-

lunes, 5 de octubre de 2009

Silvina Mercadal. Trazando huellas en el lenguaje

ENTREVISTA CON
SILVINA MERCADAL
TRAZANDO HUELLAS EN E
L LENGUAJE




Nació en la capital provincial y estudió Comunicación Social en la UNC. Es docente auxiliar concursada en la UNVM, donde dicta el “Módulo de Realidad”. Además posee dos cátedras obtenidas también por concurso en la Lic. en Comunicación, “Seminario de Políticas de Comunicación y Cultura” y “Comunicación y Procesos Culturales”.
Publicó en la recordada Editorial La Creciente su primer libro “Nupciario” (2007) y acaba de aparecer por el novísimo sello Caballo Negro Editora su segunda publicación, que dio en llamar “Acuario de la morsa” (2009). Nos contactamos con Silvina, motivados por la presentación de este texto, que se realizará dentro del marco de la Feria del Libro local, el viernes 9 a las 20 con la lectura de poemas de Elena Anníbali (Oliva). Previo a dicho “acto social” se presentará (a las 19) la editorial que tuvo a su cuidado la edición del libro; leerán en esa oportunidad: Alejo Carbonell (Cba.), Lucas Tejerina (Cba.) y José Di Marco (Río Cuarto).
“Acuario de la morsa” es un libro extraño, que puede tomar al lector desprevenido o desnutrido de lecturas. Un libro que, como un cofre cerrado, busca que el lector encuentre la llave para abrirlo y descubra allí todo ese tesoro que nos brinda la palabra.
A pocos días de su socialización en Villa María, Silvina, nos hace un tiempo para contestar estos interrogantes.





—Si tuvieras que titular y definir de otra manera a “Acuario de la morsa”, ¿cómo lo harías?
—Es difícil titular de otra manera el “Acuario…”. Por lo general, en mis títulos busco resolver algunos problemas vinculados con el corpus de poemitas que pretendo abarcar. En todo caso, puedo intentar poner patas para arriba el poemario, y proponer algunos títulos que funcionen a modo de degradaciones lúdicas e intertextuales: “El juego de las decapitaciones”, o “La vida acuática”, o “La misa acuática”, o en vez del poema carrolliano “La morsa y el carpintero”: “Carpintería de la morsa”, o con Felisberto Hernández de “Muebles El Canario” pasar a “Carpintería La Morsa”.

—¿Cómo se relaciona este texto con su anterior “Nupciario” y el próximo “El jardín colgante”?
—“El jardín colgante” es el libro ausente en estas escrituras que, espero, no guarden una relación de identidad entre sí. En todo caso, la relación es de proceso, de poner en movimiento el acto de escribir. Hablo de libro ausente porque es anterior, y no creo que alcance su publicación, funciona más bien como una especie de campo gravitacional. Algo de esto dije en una lectura del “Acuario de la morsa”, retomando una idea de la física. En la física es posible pensar la posibilidad de que un campo gravitacional, generado por un objeto, pueda seguir existiendo en ausencia del objeto. La relación es de procedencia, de un acto de escritura que potenció o hizo posible nuevas formas de “inscripción”, si se piensa que escribir es trazar huellas o marcas con el lenguaje.

—A juzgar por tus dos libros editos, podríamos decir que Lewis Carroll ha impregnado tu escritura, ¿esto es así? ¿Qué rescatás de él? ¿Qué otras influencias fuertes podés reconocer?
—En el “Acuario de la morsa” hay algunos elementos del sueño carrolliano, pero están pulverizados para producir una lectura indicial, que sea capaz de seguir el rastro, siempre diferido, que intenta generar algo diferente a partir de una apropiación. La influencia es relativa a las marcas que se pueden reconocer: el conejo, la reina, los cuerpos mudables, una morsa. También pensado como proto-surrealismo, que otorga entidad y realidad a los fenómenos oníricos, y exhibe la contracara de la vida diurna. Si “la vida es sueño”, como quería un español, hay que seguir la pista de los trabajos del día en los mapas nocturnos del sueño. El “Nupciario” está construido con otros elementos que están lejos del nonsense de Carroll, allí todo busca producir sentido, en cambio en el “Acuario…” el sentido se derrumba, y lo imposible relumbra con un efecto de extrañamiento que muestra la fallida racionalidad que intenta imponerse en nuestra relación con el mundo. No todo es cosmos y sentido, también hay caos y nonsense. Las influencias son diversas, y se pueden reconocer en los epígrafes que son umbral del poemario: proverbios surrealistas y metamorfosis leminskiana del imaginario griego.

—Tu libro es un tanto críptico (si se me permite el término), presenta cierta complejidad de lectura, ¿qué llave podrías darnos para poder ingresar en ese mundo? ¿Considerás que es importante aportar estas “ayudas de lectura”?
—Si se me permite la reversión, diría que más que críptico el libro es hermético, y se sitúa así en una vieja tradición (acaso algo olvidada en los tiempos contemporáneos del objetivismo y coloquialismo) de la poesía moderna: de pérdida de referencialidad del lenguaje, y potenciamiento de la forma. Toda vanguardia tiene algo arcaico, o bien la búsqueda de una forma nueva reclama cierto primitivismo. El viejo Hermes nos recuerda que el poeta es un mensajero que porta una vara mágica, y la hermeneútica que toda interpretación es una serpiente que se muerde la cola. Me parece que una ayuda insuperable se encuentra en la contratapa: Silvio Mattoni hace su propia, y muy proteica, lectura del “Acuario…”. Cito: “¿Y qué dicen la morsa o el reptil, es decir, el sueño placentero o la pesadilla? Por momentos, más allá de jugarse en su cantinela, en su sistema de asociaciones, se diría que piensan, contemplan la teoría de los objetos transicionales, el goce, la ausencia del sexo”. Y luego: “Lo preverbal, si existe, llámese cuerpo, deseo, infancia, repetición, logra en esta poética una gracia que expresa lo menos familiar, la ominosa sustracción del individuo demasiado humano, al mismo tiempo que hace saltar el idioma hasta los colmillos inocentes de un ser que sólo habla en sueños”. ¿Qué puedo decir de mi poemario? Prefiero que cada lector siga su propia trayectoria, sin indicaciones de sentido, o llavecitas. Cuando Alicia alcanza la forma, al fin puede abrir la puerta que conduce al jardín.

—No se te ve muy seguido en el ambiente literario local, ¿un escritor debe dedicarse solamente a construir su obra? ¿Creés en las presentaciones de libros?
—El escritor no hace “obra”. Es una idea institucional de la escritura que sólo aspira a lo trascendente, y toda aspiración de trascendencia resulta opresiva, porque olvida que es la vida: pura inmanencia, lo que en verdad importa. Mallarmé decía algo interesante al respecto: “la obra es la máscara mortuoria de su concepción”. Es lo acabado, lo que se muestra cerrado e impenetrable, en cambio el momento de la creación es lo contrario, pura deriva, lo inacabado, y la pulsión de la forma que quizás motiva todo proceso creativo. Si “no se me ve en el ambiente literario local”, no es porque esté dedicada a construir “obra”, es simplemente porque algo de vida, con sus avatares, me coloca en otro lugar. Por último, las presentaciones de libros son sólo un acto social, e inaugural, en el que todos aceptamos de manera tácita la necesidad de socializar nuestro trabajo, un momento de economía política de la poesía: su puesta en circulación, que bien podría tener un carácter festivo, derroche de la palabra que no se subordina al mercado. Pero nada de eso sucede, o sucede de manera muy esporádica, cuando una lectura o presentación nos conmueve, y logra movilizar o trastocar nuestros sentidos.

—Recientemente salió publicado un libro en el que decís: “la poesía no es una carrera, no es una velocidad, es una quietud a conquistar”; ¿cuál es tu manera de calmar esas aguas?
—Sí, te referís a la encuesta de “Tinta de poetas”. Si digo que la poesía no es una carrera, o una velocidad, es porque la pienso de manera insistente como “más vida”, que alienada aspiración de trascendencia. En la idea de “carrera” además está implícito el pensarse como un profesional de la escritura. Y no tengo una carrera con la poesía, y sus escalafones dependientes del reconocimiento, el hechizo social de los capitales. En mi caso, la vida profesional pasa por otro lado, por las actividades más vinculadas de manera directa con la obtención de un salario.

—¿Te sentís más cercana a los poetas de Córdoba que a los de Villa María? ¿Por qué?
—No entiendo bien la pregunta. O mejor dicho ¿Por qué me debería sentir más cercana a los poetas de Córdoba? Hace por lo menos diez años que tengo una vida “entre” Córdoba y Villa María, desde mi retorno que estuvo marcado por el trabajo (y otras cuestiones más personales), jamás me despegué de la ciudad en la que hice mis estudios universitarios y comencé mi vida profesional. Además, siempre he tenido contacto con los poetas locales. Dolly Pagani me estimuló y animó a publicar en las ediciones de “los Nuevos” de la Sade. Normand Argarate y Susana Giraudo, en algunas ahora lejanas tardes de amistosa “tertulia” me contagiaron cierto entusiasmo por las actividades inútiles (o la belleza de los gestos inútiles). Y hace poquito tuve un encuentro muy agradable, una charla de café, con Gustavo Borga y Fabián Clementi, con quienes intercambiamos libros, especie de santo y seña de los grupos de afinidad.

—¿Para qué escribís, Silvina? ¿Por qué la poesía y no otro género?
—Ya está dicho. A riesgo de repetirme, creo que bien lo expresé en la encuesta a los poetas: para mí escribir es la difícil construcción de un espacio de autonomía y libertad. Y a la vez un devenir minoritario, un apartarse del despotismo de las mayorías, y reconocerse parte de un pueblo menor, como quería Rimbaud: “Soy de raza inferior por toda la eternidad”, y “pertenezco a la raza que cantaba en el suplicio”. Por otra parte, la poesía me permite un trabajo más puntilloso con la forma, y sus desviaciones, aunque ahora escribo unas prosas poéticas que no sé en qué pueden derivar. También escribo en otros géneros, pero para el circuito (¿también algo inútil?) del ensayismo académico.

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POEMAS DE “ACUARIO DE LA MORSA”
de Silvina Mercadal



En mi parque hicimos el acuario
bajo la fronda líquida
de remotas playas extensibles
llamada a su veloz contagio
la curiosa morsa vino
me regaló música de cajas
y luego cambió de hábitos.

En crujientes témpanos
tan sólo somos
cortes prematuros.


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Una vez dijo
“en tu vida quiero vivir”
o “tu vida quiero”
no recuerdo exacto
recuerdo brusco.

¿La tuya comenzaba
cuando me hicieron?
O ¿me hicieron
para que te comenzara?


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En la inmóvil siesta
un rasgueo bajo la puerta
del mensajero, ya dentro
del sobre me hunde
lacerante goce
de tus versiones.

En ambiguo roce estuve
con tus visiones
a mi cuerpo filtraba
tan góticos como tóxicos
derrumbes, tan insensato
siempre irreversible.

En mi siesta alucinada
el tiempo es reversible.

* * * * * * * * * * * * * * * * * *

A ella los sueños traen
ardida melena de medusa
y es ella espiral incesante
caracoles en el sueño
en cristaleras
la ascienden.

Sólo en sueños así vista.
Acaso del día es médium
de partes de mí. Ya no
me encuentra sino
en superficie sumergida.

Agua electrizada
toda vigilia cuando
a espejos oscuros atrae.

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ACUARIO DE LA MORSA
según Silvio Mattoni



De manera mucho más inesperada que los domésticos gatos y conejos, la morsa llega a la literatura también con Lewis Carroll para jugar en el oleaje de las palabras. Creo que los poemas de Silvina Mercadal, además de aludir a los animales parlantes del sueño de Alicia, procuran alcanzar su grado de innovación rítmica: la frase se vuelve abrupta, evita las conexiones redundantes, se complejiza y flota sobre la cresta de unos versos breves para encabalgar su sentido. ¿Y qué dicen aquí la morsa o el reptil, es decir el sueño placentero o la pesadilla? Por momentos, más allá de jugarse en su cantinela, en su sistema de asociaciones, se diría que piensan, contemplan la teoría de los objetos transicionales, el goce, la ausencia de sexo. De allí proviene, quizás, el habla intensa y lúdica, vertiginosa de este libro y su efecto casi paradójico: no la risa complacida sino un punto de angustia. Lo preverbal, si existe, llámese cuerpo, deseo, infancia, repetición, logra en esta poética una gracia que expresa lo menos familiar, la ominosa sustracción del individuo demasiado humano, al mismo tiempo que hace saltar el idioma hasta los colmillos inocentes de un ser que sólo habla en sueños.

(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País, domingo 04 de octubre de 2009.-