lunes, 27 de diciembre de 2010

Amigos del Bonsái y Flora Nativa. 15 años de una pasión

15 años de una pasión
AMIGOS DEL BONSÁI
Y FLORA NATIVA


Es difícil quedar indiferente ante tanta belleza.
Observar un algarrobo o un ombú de escasos centímetros puesto en alguna maceta, no es cosa que veamos a diario.
Tener la oportunidad de apreciar como esos árboles a los que estamos acostumbrados a ver en toda su inmensidad, se desarrollan en reducidos espacios, nos atrae.
Esa atracción la han sentido otros, hace ya 15 años en esta ciudad. Un grupo humano que decidió abrazar con fuerza la idea de reunirse a conocer y practicar una de las técnicas milenarias que nos ofrece la naturaleza, la del Bonsái.
Y hay que rescatarlo y reconocerlo, porque las relaciones humanas no son fáciles de sostener, por más que los una pasión en común. Por ello es que hoy queremos dedicar nuestro espacio al grupo “Amigos del Bonsái y flora nativa”, quienes son el “incentivo de una conciencia ecológica que se predispone hacia la preservación de la flora regional, tal como lo señala el nombre que los identifica”.
Ellos buscan la protección de las plantas, con cierta preferencia de las especies y variantes nativas. Está en sus objetivos defender la importancia de una forestación regional con ejemplares autóctonos.



¿QUÉ ES EL BONSÁI?
Se lo traduce como “árbol de maceta” y es una palabra compuesta por dos vocablos, “bon” significa “bandeja o maceta” y “sái” es “árbol o planta”. El Bonsái es un árbol que ha sufrido las inclemencias del tiempo y que le han quedado sus raíces al descubierto. Son “árboles que crecieron entre las rocas y cuyas raíces se fueron adaptando a las superficies irregulares en busca de agua y tierra que necesitaban para sobrevivir.”
De esa manera lo presenta el libro que este grupo logró editar para festejar estos 15 años compartiendo sueños y amistades. El texto en cuestión fue redactado y coordinado por la profesora Mercedes Espinosa de Peretti, escritora de la ciudad.
“En un Bonsái se recrea la naturaleza en miniatura en donde se conjugan la composición, la proporción, la profundidad, el color y la textura. La planta, la maceta y su entorno forman una unidad y expresan la belleza que ese árbol tendría en su ambiente natural.”
Los monjes taoístas, los milenarios practicantes de esta actividad que se basa en la botánica y en
un concepto estético, recolectaban estos árboles porque decían que en esas miniaturas “se concentraba la fuerza vital, la energía de los grandes árboles”; tenían la certeza de que eran puentes entre lo terrenal y lo divino.
La mano de quien tiene a su cargo el Bonsái le dará los cuidados necesarios, los recortará permanentemente, guiará su crecimiento, le cambiará el recipiente que los contiene, le agregará nutrientes, le cuidará de los insectos que puedan dañarlo... Es una tarea noble, de mucha paciencia y que se disfruta armoniosamente.
¿Cómo se aprende? Observando y siguiendo los pasos que realiza alguien con mayor experiencia. El alumno sigue a un maestro y éste le va dando algunos consejos en cada uno de los encuentros que se comparten. Una vez que el alumno tiene los conocimientos básicos, solo resta inspirarse y lograr a través de sus manos la belleza en el árbol.
Hay cinco estilos básicos para realizar los cortes al Bonsái y los mismos se han establecido en relación al ángulo que forman el tronco con una vertical imaginaria que pasaría por el centro del recipiente que lo contiene. No corresponde explicarlos aquí, pero en la publicación mencionada, se da revista por los mismos, como así también otros menos convencionales.


EL GRUPO

Como hemos dicho, además de la pasión por el Bonsái es loable destacar la fortaleza del grupo humano que supo consolidarse a través de los años. Dicen un párrafo del mencionado libro: “los impulsaba la adolescencia y juventud de esa amistad y solidaridad que se fue puliendo como grupo, hasta convertirse en admiración ante los logros traducidos en ese pequeño ser vivo, árbol pequeño, ‘Bonsái’, que les permitió encarar la aventura de descubrir y descubrirse. Porque llevaban la inquietud verde en sus ojos y como la leyenda, no se dejó morir.”
En sus inicios se reunían en algún bar del Paseo de la Villa; eran otras épocas, no existía mucha información al respecto, no había donde sacarla, Internet era un sueño y los libros escaseaban en cuanto a esa temática.
Uno de los miembros de ese grupo, con ojos más atentos, logró divisar otro lugar que pudieron conseguir para las futuras reuniones: el Centro Municipal de Cultural los cobijó y potenció el entusiasmo, abriéndole las puertas a nuevos miembros. Se reunían cada 15 días y la avidez de conocimiento posibilitó buscar nuevos textos y gente especializada que pueda guiarlos en este crecimiento en conjunto con los árboles.
En reuniones posteriores le pondría el nombre al grupo y adoptarían el logo presentado por la artista local Cristina “Kitty” Angeli. Luego vendrían una serie de exposiciones y cursos que se detallan en el volumen que han titulado “Un grupo con historia”.


EL LIBRO
Dicho libro, es un texto heterogéneo, teniendo en cuenta que han transcurrido quince años desde el inicio del grupo. Por consiguiente este material bibliográfico viene a llenar varios espacios que tenían postergados.
Por un lado es la alegría de retratar en tapas duras la historia de este grupo tan particular, que con sus dificultades y más aún con sus aciertos, ha sabido mantenerse y crecer en cada actividad que han realizado. Así lo demuestran las anécdotas, las historias personales de cómo cada uno fue acercándose y aportando lo propio. Se estampan en las páginas un puñado de caricaturas que recrean emotivos y graciosos momentos vividos, los mismos fueron realizados por Rafael Amelotti. El libro recopila material teórico recolectado de diferentes fuentes (experiencia incluida), que sirve de apoyo teórico a quienes practican esta actividad. Es de destacar la importante cantidad de imágenes que ilustran el libro, mostrando al público las variedades de árboles con las que este grupo trabaja. También hay algunas fotos sociales, de distintos momentos que han compartido. Es además un libro-recordatorio de las diferentes exposiciones que han realizado y de los cursos que han ofrecido. Y como si ello fuera tan poco, la poesía le da una pincelada de emotividad, con los versos de la recordada María Teresa Pons de Corchero:


Viejo algarrobo caído…


Viejo algarrobo caído
frente a las vías del tren,
¿habías visto pasar
al primer ferrocarril.

Viejo algarrobo caído
frente a las vías del tren,
cuántas veces a tu sombra
viste un paisano sufrir.

Viejo algarrobo caído
frente a las vías del tren,
los pájaros en tus ramas
son un canto al porvenir.

Viejo algarrobo caído
frente a las vías del tren,
tus ramas alzadas al cielo
empeñadas en vivir.

Viejo algarrobo caído
frente a las vías del tren,
tus ramas arañando la tierra
se obstinan en no morir.


En síntesis… este libro conjuga en un solo volumen la esencia de un grupo que como el humus depositado en los recipientes sirven de nutrientes para seguir creciendo en esta tarea que vincula la pasión y el respeto por la naturaleza con la contemplación y el trabajo por la estética.
Felicitaciones a todo el grupo por los logros obtenidos en tanto tiempo.

(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País, domingo 26 de diciembre de 2010.-

domingo, 19 de diciembre de 2010

Malú Galíndez. Poesía de esta tierra

Entrevista a
MALÚ GALÍNDEZ
poesía de esta tierra





Es abogada recibida en la Universidad Católica de Córdoba y licenciada en Summa Cum Laude en Derecho Canónico por la Universidad Lateranense de Roma. Ha realizado cursos de posgrado en diversas instituciones y ha sido docente en universidades de Buenos Aires.
María (Malú) Galíndez es de Villa María, pero las vueltas de la vida la llevaron a Boston (Estados Unidos), donde se desempeña como juez en el Tribunal Metropolitano de la Arquidiócesis. Su vida está rodeada de textos, de palabras, de argumentos; sin embargo, su pasión está más allá, en otro horizonte, el de la palabra poética.
Lo recuerda perfectamente, cuando cursaba sus estudios secundarios y sintió como la literatura le tocaba el hombro para decirle “acá estoy”. En ese descubrimiento la influencia de una docente sería fundamental, ella era nada más y nada menos que Dolly Pagani. Mientras tomamos un café en pleno centro, con mucha gente en rededor, nos dice “Dolly fue quien despertó mi ilusión de escribir. Estaba cursando el cuarto o quinto año cuando la Sociedad Argentina de Escritores (SADE) había organizado un concurso sobre poemas ilustrados. Yo participé conjuntamente con Molina Rosa y obtuve el segundo premio.”
A partir de allí publicaría en varios medios y obtendría varias menciones en concursos literarios; hasta llegar a publicar su primer libro en conjunto con Pierina Colombano y Dolly Pagani: “El canto de la piedra” (2007). Un libro que, a pesar de las distancias, logró confluir una amistad de muchos años.
Ahora en 2010, en una visita a las tierras que no puede olvidar, la citamos para charlar de su nuevo libro que fue presentado en octubre en Pampayasta: “Trepando la llanura”.



Usted lector se podría preguntar porqué Pampayasta, una pequeña localidad que es atravesada por nuestro mismo río. La respuesta está en que Malú necesita volver siempre a su lugar de anclaje, el espacio donde transcurrieron la vida sus ancestros y el único destino recurrente, ya que ha vivido en Villa María, Córdoba, Buenos Aires y Boston.
Allí en Pampayasta, está la casa de sus abuelos y conforma el lugar en el que están inspirados los versos de este poemario. Malú nos cuenta “el libro es una recopilación de momentos vividos en ese tiempo. Es ese lugar al que no puedo llegar nunca, porque vengo, estoy y me voy.”
Cuando abrimos el libro de casi 150 páginas nos encontramos con las palabras de bienvenida de su autora que nos cuenta: “crecí donde las llanuras son largas y el sol esconde atardeceres entre lánguidos colores. Donde las distancias acarrean palabras del viento, los veranos resquebrajan la tierra y los inviernos la cubren de escarcha. Crecí entre campesinos, cambiando angustias de sequías por ilusiones de cosechas nuevas cada vez que una nube pasa.
La vida siempre me llevó lejos. Pero esos sonidos de ocasos y amaneceres siempre me persiguen: son mi alfa y mi omega. Y en todos lados los busco y me busco en ellos. Cuando los encuentro, extasiada vuelvo, una y otra vez, a penetrar as fuentes y ser dueña del tiempo.”
Y Dolly remata: “Pampa-yasta: ‘asta’ ‘iasta’ en lenguas indígenas significa casa. En los nombres de los lugares parece encarnarse la esencia de lo que definen. Para Malú, ‘yasta’ es el nido, su plumón, su cobijo existencial: pertenencia, permanencia, continuidad hasta el infinito, continuidad. Por eso aparecen en algunos poemas nítidas sombras de figuras tutelares, vigías celosos, como dioses líricos que mantienen encendida la luz de la memoria en místico tributo.”



Pampayasta
casa pampa
juego en la memoria
un cielo trepando la llanura.
Misterio colgado en paredes
polvorientas de silencios.
Y un andar sin horas
sin minutos
ni segundos
sondeando indescifrables.
Y un sol
esperando que cierren
alguna vez
los horizontes.



POESÍA Y COLOR
Poemas como éste, en donde los paisajístico juega un papel crucial están presentes en este libro, que tiene la particularidad de estar ilustrado con diez piezas del pintor Armando Molina Rosa, quien residió en la mencionada localidad.
“Sus cuadros eran el color de algunas de mis poesías. Están íntimamente ligados, en la observación del lugar, en la percepción.” Malú y Molina eran amigos y tenían el proyecto de hacer un libro en conjunto; pero el tiempo, las obligaciones y los destinos de Malú lo imposibilitaron.
La entrevistada habla y sus palabras zigzaguean entre el barullo de un café vespertino, “Molina era un colorista por excelencia, en pocos pincelazos mostraba la esencia de la llanura, lo hizo de una manera terriblemente humilde y tremendamente profunda.”
La autora villamariense quiso cumplir con este anhelo postergado, reuniendo en este bello volumen sus poemas, que escribió en distintas épocas y que agrupó por temáticas: “el libro guarda una misma coloración” nos comenta. Para ella “el libro surge de la profunda simpleza de las cosas que hay en el campo, allí se encuentra la magnitud de lo enigmático.”
Dice en el Post-facio Nevi Chiappero de Guillén: “En la búsqueda de un cielo que trepa la llanura llegaste a la esencia, a la palabra justa, para nombrar luego, con la hondura y la belleza exactas, todos los recuerdos, las sensaciones, los afectos. Qué felicidad la tuya: haber encontrado –al decir de Juan Ramón Jiménez- ‘el nombre exacto de las cosas’. Exactitud, en la brevedad casi hermética, que llena de sugerencias convoca la emoción hasta las lágrimas.”


La noche cayó dormida
entre las ondas del agua
la luna se muere en los pastos
cubierta por las heladas

por dentro, julio
fundido en alcohol y guitarra

afuera, todo lo roba el silencio.



VISTA PRIVILEGIADA
Entre las palabras que se intercambian, no podíamos dejar escapar el momento para consultarle cuál es su relación con la ciudad y cómo la ve desde la distancia. Al respecto ella nos comenta que aquí está su familia y sus amigos. Lee las noticias y los diarios asiduamente, se asombra del nivel cultural de los villamarienses. Ella nota que hay mucha gente que hace distintas actividades en todas las ramas del arte y eso le agrada, sobre todo jóvenes con ganas de emprender.
“Lo noté en Pampayasta también”; allí, jóvenes tienen el grupo llamado “DesarrollArte – talleres de descubrimiento personal y desarrollo del potencial creativo para niños de Pampayasta”; por este motivo es que Malú decidió donar todos los fondos obtenidos por la venta de su libro a esta gente, que desde ese pueblo está haciendo grandes cosas.
Con respecto a su participación en grupos literarios en los Estados Unidos, nos contesta que no integra ninguno, porque “el mundo hispano está compuesto de muy distintas culturas; aunque los norteamericanos nos tomen a todos como latinos. Entonces es difícil unificar criterios, no integro grupos. No hay tantos argentinos que se dediquen a las letras y el idioma no me permite escribir poesía en inglés.”


En el horizonte.
Dividida.
Un pedazo, tronco.
Enraizada.
La otra mitad, rama.
Arrebatada
por una hoja que llevó el viento.


AMOR Y POESÍA
La poesía para Malú es una forma de sentimiento que sale del alma pujando a cada instante. Aprovechamos los últimos minutos para indagarla sobre su concepción de la misma.
Ella nos lo pinta con el relato de un cuento que se lo contó Molina Rosa y que se llama “Los ladrillos de Don Pancho”. Tiene lugar, inevitablemente, en Pampayasta. Allí vivía un señor que en el pueblo le llamaban Don Pancho. A Molina Rosa le gustaba visitarlo para charlar con él. Don Pancho vivía en un rancho marrón, rodeado de tierra del mismo color ya que el calor de horno de ladrillos no dejaba crecer ningún tipo de vegetación; un poco más alejado estaban los espinillos y los algarrobos que también eran de color tierra igual que él mismo Don Pancho.
Malú contrasta los dos personajes, Molina Rosa que era todo color y Don Pancho que era todo marrón. Este último vivía de sus ladrillos y solía hacer algunos con ciertos yuyos en el interior que servían para curar la ciática. En uno de esos encuentros Don Pancho le consulta a Molina, la razón del porqué le gustaba venirlo a ver y el pintor le contesta que allí se inspiraba. Don Pancho inquietado por esa palabra, le consulta qué es la “inspiración”, a lo que recibe como respuesta “no sé lo que es, es algo que quema dentro y que en algún momento tiene que dejarlo salir porque grita, grita, grita y grita… y no puede acallarse hasta que salga”. Entonces, Don Pancho le retruca “es como el amor, Molina…”.
Eso es la poesía para Malú, un sentimiento que se manifiesta de la forma más sincera, de lo más profundo del interior de su ser, como en este poema que cierra la presente nota:


De niña, en el río perdí la luna.
Se me escapó en las arrugas del agua
y quise atrapar el agua
y se me escurrió de las manos.

Y en gotas de rocío
volví la tristeza canto
hice surco la frente
se me secaron los labios.
Nunca alcancé la luna:
el río no detuvo su marcha.

Y quedaron lágrimas.

Y una a una
resbalan
otra vez. Otra vez.


(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País, 19 de diciembre de 2010.-

domingo, 12 de diciembre de 2010

arreMolina: Siete poetas de la ciudad

Siete poetas
arreMOLINA
de la ciudad



Solemos decir a veces que el poeta es un pintor.
Esa persona que carga su pincel de palabras y retrata en versos imágenes sobre el fondo blanquecino del papel.
Ambos saben de armonía, de espacios, de silencios, de colores y de sentimientos. Ambos son artistas, los pintores y los poetas pintan y hacen poesía. Cada uno a su manera retrata la belleza del amor, a veces un mundo desfavorable y en otras, plasma sentimientos que no pueden verbalizar, pero que les brota del alma.
En muchas ocasiones comparamos al poeta y al pintor y adjudicamos los elementos y formas de uno en el otro. Y en esta oportunidad no será diferente, porque recientemente, un grupo de escritores de la ciudad ha presentado su primera antología poética; y lo ha hecho rescatando a uno de los grandes pintores argentinos: Armando Molina Rosa, “Molinita”… “el poeta del color.” Una pintura del artista oficia de portada y de puerta de ingreso a la lectura, un cuadro que el genial pintor obsequió a Giraudo y con el que la acuarelista y poeta local, decidió complementarlo con la voz de sus compañeros.
Son siete los poetas reunidos en este texto: Fabiana Léon, Fernando de Zárate, Susana Zazzetti, Eduardo Cichy, Susana Giraudo, Juan Ramón Seia y María Elena Tolosa. Ellos muestran en esta policromía literaria sus versos que en tantas ocasiones leyeron, corrigieron y compartieron en la casa de Giraudo, lugar de encuentro donde el “Grupo Paco Urondo” se reúne religiosamente los días miércoles.
En un volumen de más de 230 páginas y con casi 90 poemas de los escritores mencionados, “arreMolina” se convierte en una de las antologías poéticas más representativas de la literatura local. Así lo entendió la Legislatura de la Provincia de Córdoba, que adhirió con beneplácito este libro. El mismo logró editarse gracias al aporte de varias empresas y personas de la ciudad, que están apostando a la difusión de la poesía, por ende a la cultura local.
El texto en cuestión se presentó en sociedad el viernes 19 de noviembre en la Biblioteca Municipal y Popular Mariano Moreno con un nutrido marco de público, que fue registrado por este medio en su momento.
Ahora más tranquilos, como sentados a la orilla del río y remojando nuestros pies; queremos compartir con ustedes una aproximación a la esencia de este libro.
Que lo disfruten.


Lilia Lardone baja el picaporte, abre la puerta y mirándonos a los ojos nos dice: Bienvenido lector, “al leer los poemas, aquí y allá aparecen imágenes, colores, elementos relacionados con la sombra protectora de Molina. La herramienta es distinta. Donde había pintura, aquí hay palabras. Los siete poetas cavan y cavan, intentan tocar sentires, los dolores, las emociones. Y juntos construyen un clima armónico, austero, replegado en las interioridades, alejado de las pompas. Ellos nombran y al nombrar, ofrecen un mundo que es a la vez particular y general, porque la impronta personal los define, y la intención los une.”
Con esas palabras extraídas del prólogo, entramos y visitamos a cada uno de sus autores y sus textos.


FABIANA LEÓN
Fabiana es la primera en recibirnos. Una poetisa que escribe sus versos entrelazando los recuerdos de una infancia pasada, con los sentimientos de una mujer madura, muchas veces combativa. Ella escribe con la delicadeza del género femenino pero golpea con la fuerza de un puño cerrado como lo haría un hombre. Dice Marta Nuncio, “la mirada poética de Fabiana León atrapa la realidad (espacio-tiempo, personaje, objeto) la aparta del caos del devenir, la salva de lo indiferenciado y la exalta).”


Quiero
una espada mancillada
con sangre sometida
las bulas de la infamia
quiero
la vergüenza del conquistador
esa tierra usurpada y masacrada
de hembras que agonizan
todavía
quiero el ultraje más perverso
el pan de miedo entre las hojas
la luz del instante
quiero cartografiar el horror
de América en un punto.


FERNANDO DE ZÁRATE
La poesía de Fernando de Zárate, en ocasiones, aparenta ser un collage de palabras que se entraman casi indescifrablemente; sin embargo, con una mirada atenta, es posible encontrar las claves que llevan a la comprensión de su voz, de su sentido. Y ese sentido es el de un hombre que transita estas calles todos los días y se convierte en testigo de como su vieja ciudad es devorada por una nueva. Dice Mercedes Espinosa Peretti “en este poeta villamariense, sus poemas son creación y también revelación de la experiencia de un manojo de instantes, donde el ser se da plenamente, a veces intempestiva, otras inquietante en esa búsqueda constante de su propio estilo.”


entro
quebrando brújulas
a fuego
entre los huesos
en la duda de la
ciudad
que me es ajena
y
sobre este oficio
de andar ensimismado
en uno
trazar la noche
a mano
sus indicios

prolija carta de navegar
donde en mi propia ínsula
me obsesiona
lo endeble
de todo
lo que está.


SUSANA ZAZZETTI
Quizás esta noche se siente en el patio, mire las estrellas y espere a ver donde caerá el poema, que como una estrella fugaz iluminará el cielo de esperanza. Susana sabe que la poesía es vida, que allí está el oxígeno que necesita para continuar, quizás por ello coordine sus talleres literarios, como una manera de ofrecer vida a otros que, como muchos de nosotros, necesitamos de esa palabra que nos contenga. Los poemas de esta selección (de)muestran un estilo poético que continúa creciendo. Dice Olga Cabrera Ladú “la poesía es el único lugar en que cada uno se concibe a sí mismo. Susana Zazzetti en la palabra se libera, en el poema ella sabe que no muere.”


entre las ranuras
de la noche
que cae
sobre la calle méjico,
callo el poema.
lo dejo colgar
del hilo que sostiene
su médula.
para que no me abandone.
no se muera.

no me muera.


EDUARDO CICHY
La lectura del poema que sigue más abajo retrata (para mí) la esencia de este escritor. Un Jack destripando las palabras, un maniático que descuartiza buscando sentidos posibles y los imposibles también. Eduardo Tadeo Cichy es un experimentador… de la poesía, del cuento, de la novela, de tanta otra expresión literaria que exista… él es un poeta de laboratorio, con la sensibilidad de un soñador. Dice Gabriela Bruch: estos poemas “de Eduardo Cichy, nos llevan en un recorrido lírico por aquellos rincones de la infancia, por lo que pudo ser pero no ha sido, por lo que siempre es. Y en aquello que siempre es, nos detenemos, ya que la naturaleza está presente e impregnada en cada verso del poeta. Pinceladas de un paisaje externo e interno que se enraízan para dar lugar a este trabajo con una fuerte unidad y cohesión textual.”

Demente y sacrílego
ataco la anatomía de las letras
queriendo extirparle aquello
que busco
atormentadamente.

Me duele la tinta
en las heridas
y algunas veces
no soy yo
el que escribe el poema.


SUSANA GIRAUDO
Hablar de Susana, es hablar de una de las grandes poetisas que ha dado este lugar. La sensibilidad y la armonía que hay en sus poemas dan esa tranquilidad que muchas necesitamos. Puede “pintarnos” las cosas más tristes, las más hermosas, las situaciones más emocionantes de muchas formas, pero siempre con esa tranquilidad y dulzura que solo los grandes poetas logran. Floriano Martins dice que “con esa sinceridad de apuntes que Susana Giraudo sondea los mecanismos de una mujer que descubre con sus misterios la intimidad del dolor, la intimidad del vacío de toda una vida. Son versos penetrantes que abren huecos inolvidables en el alma de su lector.”


Todo ocurre adentro,
lejos de las manos.
Y son cosas tan leves,
tan íntimas,
tan mudas…

Los demás olisquean
los restos de la hoguera
donde quemé trapos viejos,
canciones olvidadas,
el gemir del silencio,
la risa de una niña,
mi tiempo
y mis pestañas.


JUAN RAMÓN SEIA
Una grata sorpresa para las letras locales. Aquel joven de las crónicas de espectáculos y cultura de este diario, apareció tímidamente y deslumbró. Juan Ramón, muestra en “arreMolina” sus primeros versos con un futuro prometedor. La delicadeza, las palabras finas combinadas con el sentimiento de un joven, que recrea las grandes preguntas de la humanidad y que puede bajarlas como mariposas que se detienen en la palma de su mano. Dice Augusto Páez, “el poeta Juan Ramón Seia nos deja, en pequeños brotes de poesía ‘a la contemporánea’, una serie de frases, mensajes al pasar, pensamientos en los que Dios, el hombre, el dolor, son preguntas sin respuesta, son ironía, son mensajes sin certeza.”


que ya no ardes como antes

que el niño reencarnó en piedra
que me arrojas hacia el pasado
que ayer mora en tus hombros
que infancia dejó de rimarte

que ya no muerdes como antes

porque somos olvidándonos

un eco
de cenizas
en duelos
por venir.


MARÍA ELENA TOLOSA
Vamos llegando al final de este breve recorrido por este libro y nos despide María Elena, quien nos habla de la mujer que extraña, que añora y que siente la soledad como una compañera infatigable. Son versos en el que la tristeza posa su pincel y marca cada composición. Gustavo Tisocco nos confiesa, “la poeta parece desnudarse entre las líneas de su poesía, se/nos muestra frágil y solitaria, sensible y vulnerable, humana ante todo y comprometida en su decir, en su Palabra pues sabe que ésta es eternidad y grito.”



He inventado un tiempo
de donde
no me iré nunca,
de las mangas
de mi abrigo,
de la luna
que casi no veo,
de mis ojos
que tienen poca luz.
El tiempo
para las horas lejanas,
para mis juguetes antiguos.
Ya no tiemblan alas
están en vuelo al infinito.


“Volar al infinito”, con esas palabras con que Tolosa cierra uno de sus poemas, retomamos nuestra voz para cerrar las últimas páginas de esta obra.
Son siete poetas, siete voces y siete colores; como los que despliega el arco iris después de una lluvia de verano. Un bello momento en el que podemos contemplar los colores, los tonos, los versos… los poemas. En ese abanico cromático se nos muestra la belleza de la palabra, esa que invita a unirnos, que nos junta… que nos arremolina.


(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País, domingo 12 de diciembre de 2010.-

domingo, 5 de diciembre de 2010

Alejandra Niotigaray

Siguiendo la ruta
ALEJANDRA NIOTIGARAY
de una mujer


Desde hace mucho tiempo sigo a Alejandra.
Nos hemos conectado esporádicamente: me dejaba mensajes y desaparecía, le llamaba y no contestaba, hemos planeado algún encuentro que nunca pudimos concretar. Nunca comprendí porqué razón no podíamos coincidir.
Finalmente pudimos, y si bien en un comienzo el motivo estaba relacionado con el ámbito de las letras, nuestra charla derivó a develar el porqué de los desencuentros. Alejandra es una mujer activa, de esas que han hecho de todo en su vida, ha sido enfermera, asesora, viverista, ha tenido negocio, vendido seguros, ha trabajado para una AFJP, hasta llegar a la actual actividad por la que hoy estamos con ella.
Es martes por la tarde y recorro el bulevar Perón como quien se dirige al barrio Las Playas. Voy a su casa, a la que llego en tiempo y forma por la perfección de sus indicaciones. Golpeo la puerta y Alejandra, por primera vez, aparece ante mis ojos. Muy cordialmente me saluda y me invita a pasar.
El motivo de mi visita es hablar de su trabajo, una profesión históricamente realizada por hombres: la venta de repuestos, pero no en mostrador, sino esa sacrificada labor que la ha llevado a recorrer el país de punta a punta; cumpliendo así con una gran cartera de clientes ganados en siete años de rutas.
Así es, Alejandra es viajante, una de las pocas mujeres que han aceptado el desafío de recorrer más de 10.000 kilómetros mensuales para promocionar y vender un repuesto íntegramente fabricado por villamarienses.




Nos ubicamos en su comedor.
Una película transcurre en el televisor, el canto de los pájaros se cuelan en la grabación junto a las risas de la entrevistada, que deja escapar en cada anécdota que nos cuenta. La charla durará más de dos horas y esto tiene que ver con que Alejandra relata para nosotros sus viajes y lo hace con un lujo de detalles que no podemos dejar de escuchar.
Los inicios de su tarea laboral invocan al fantasma del desempleo, cuando Luis, su marido, se quedó sin trabajo. Fue así como una pequeña y mediana empresa de nuestra ciudad le ofreció el trabajo de viajante, para vender y distribuir bombas de agua en la zona del Litoral.
La tarea no era fácil, salir a vender un producto en un lugar que no es el habitual, con gente y costumbres diferentes, es un tanto arriesgado. Alejandra decidió acompañar a Luis en estos viajes y notó (las mujeres son más perceptivas que nosotros) que podría hacerse un poco mejor, para que de esta forma el porcentaje que se traduce en sueldo, realmente les convenga. Así que después de varios viajes y charlas con su marido, decidió ser la voz cantante.
“Hay mucha competencia, la mayoría de las fábricas están acá en Córdoba y parte de Santa Fé, y los demás son armadores que compran el despiece y arman. Hay que enfrentar toda esa competencia, claro que yo lo hago lealmente. Además muchos se creen que yo quiero tener prioridad por ser mujer; no, yo no quiero privilegios. Creo que la mujer tiene la misma capacidad que un hombre y viceversa, todo se complementa.”


MUJERES DEL PALO
Si bien Alejandra tiene experiencia en el rubro de las ventas, es muy difícil imponer una marca; más aún cuando la misma no hace publicidad, ni se presenta en exposiciones o emplea las herramientas que el marketing promueve... De todas maneras, el carisma de esta mujer ha hecho conseguir muchos compradores de los que parecían imposibles, y una vez que ella ha vendido, siempre ha querido ir un poco más allá, buscar otros horizontes.
Una de nuestras preguntas es si conoce mujeres en el rubro, a lo que responde: “hay algunas chicas, pero están en el mostrador o hacen dos o tres pueblos cercanos. Yo me hice al lado de los clientes, al principio me bombardearan un poco, porque una mujer en esto es raro. Me hacían algunas preguntas en las que me ponían a prueba. He conocido a otras chicas, en la zona del litoral hay muchas mujeres. Virginia sabe de motores mejor que un hombre; en Corrientes esta Isabel que hace todo lo que es embrague; Nancy es repuestera que sabe bastante; también está Ana María; Sonia en Formosa es especialista en Fiat, ella sabe todo, ya venía de familia, por su padre…”


SEGUNDA CASA
En esos continuos viajes sin descanso, ya que se realizan desde enero a enero Alejandra ha visto y experimentado diferentes relaciones con la gente de cada lugar. Recuerda sus primeros viajes en el que le consultaban a qué se refería cuando pedía “bizcochos”, porque dependiendo el lugar les llamaban tortitas, criollitas, etc. “Porque cada pueblo, tiene su folklore, su tradición, te das cuenta en las cosas más simples como ésta”, nos dice mientras nos ceba un mate.
El inicio de su recorrido comienza en Villa María, continúa por Santa Fé, Paraná, Concordia, Monte Caseros, Paso de los Libres, Oberá, El Dorado; allí toman otra ruta y siguen por Posadas, Corrientes hasta Chaco, destino en el que “hacen base” una semana, para poder cumplir con el interior de esa provincia, Formosa y su interior…
También amplió sus horizontes, “me fui a la Patagonia, recorrí varios lugares y me compraron algunas bombas y dije que esta zona va ha ser; luego llego a Neuquén, después me fui a la zona de Cuyo.
Para realizar tremendo recorrido el matrimonio, maneja sin pausa, turnándose, complementándose. En esa chata gris pasan gran parte de sus días, por ese motivo es que cuida de ella y la deja en condiciones apenas llegan de su recorrido. Se comprende, Alejandra y Luis, pasan más tiempo en el vehículo que en su casa de ladrillos.
Ella es solidaria, cuando regresa de sus viajes ayuda a la gente con jubilaciones y demás trámites que “delincuentes con título” aprovechan la oportunidad para sacarle dinero a quienes no tienen, “yo los hago gratis.” También, en la medida en que disponga espacio en su Partner, suele llevar ropas, juguetes o cosas que pueden hacerle falta a gente más carenciada; pero no las dejan en cualquier lugar, ya que si son gente que viven en cercanías a las rutas, es mucho más fácil de que ellos puedan acceder a ciertas cosas.


POSTALES
Son muchas las postales que han quedado retenidas en la memoria de Alejandra y Luis. Muchas veces, han tomado fotos de distintos lugares y casi siempre desde el vehículo en movimiento. Sin embargo, cuando hacen alguna parada captan en sus retinas algunas situaciones que les han llamado la atención.
“En el Chaco hay muchos floristas. Los sábados asan muchísimos pollos en la calle; hay mucha gente que vende cualquier cosa, hay verdulerías y muchas otras cosas.” Alejandra, sorprendida por este despliegue callejero alguna vez le ha consultado a alguien del gobierno de ese lugar, que muy simplemente le contestó “es mejor que sea así, porque de otra manera toda esta gente estaría robando.” Nuestra entrevistada se molesta cuando hablan de Chaco como un lugar pobre, porque si bien tiene muchas carencias, sólo resaltan lo malo; “la gente del Chaco es muy amable, te cobijan más que en cualquier otro lado del país.” Recuerda también que hay muchas farmacias, que están abiertas las 24 horas del día y que además venden gaseosas, yerba, azúcar… y que la familia no compra helado en cucuruchos, sino los potes y todos comen de ahí cada uno con su cucharita.
“En Mendoza quedé sorprendida porque hay muchas casas que venden ropa negra para bebé.”
En sus viajes litoraleños Alejandra se ha acercado a los “originarios, los mal llamados indios, que son los verdaderos dueños de la tierra. En Misiones, vos parás a un costado, mirás alrededor y ves selva y cuando te diste cuenta aparecieron un montón de niños que te piden cosas dulces.” Sorprendida de ver como “ellos jugaban a la rayuela, a la pelota, o al mamá y el papá y uno ve esa limpieza que tienen en su adentro; cuando vos acá tenés la televisión, la computadora, es otro mundo. Allá, por lo menos todavía hay niños que tienen la ilusión de jugar a cosas sanas de las que ya poco se ven.”
Consultada por el cansancio de estar continuamente afuera, viajando de día y de noche, con diversos climas y particularidades; Alejandra responde estar cansada a veces, pero que su trabajo “es lindo porque convergen muchas cosas que uno tiene la oportunidad de vivir”.
¿Estás contenta? Le preguntamos. “Sí, estoy contenta, porque no hay discriminación de parte de los hombres por ser nena”, mientras sonríe y nos invita a pasar al otro cuarto a mostrarnos algunas fotos que tiene, esas postales de paisajes y personas que hoy compartimos con ustedes.
Gracias Alejandra, que tengas buen viaje.

(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País, domingo 05 de diciembre de 2010.-