domingo, 26 de junio de 2011

Hugo Las Heras. Restaurando la Capilla San Antonio

Restaurando la
HUGO LAS HERAS
Capilla San Antonio



La vida en las ciudades relativamente grandes, como ésta, hacen que en muchas ocasiones transitemos por sus calles y no prestemos atención al entorno. El ruido urbano, la urgencia diaria, el tiempo que nunca alcanza, hacen que vivamos apresurados, y así, descuidemos la atención de singulares inmuebles antiguos que han sido (y son) de una importancia capital para la historia y la cultura de la ciudad en la que habitamos.
En ese sentido, seguramente lector, usted transitó por la Avenida Sabattini en tantísimas oportunidades sin percatarse de una monumental obra del siglo pasado. Frente al predio del ferrocarril se construyó en la primera década del 1900, la Capilla del Instituto San Antonio. Un templo religioso que tiene la particularidad de ser la única iglesia gótica de Villa María.
Ese inmueble, perteneciente a la Orden de las Hermanas Franciscanas, se fue construyendo de a poco con el aporte de un bono solidario de los vecinos. Tiene unos 500 metros cuadrados y fue pintada por Giuseppe Bassoli, un muralista anterior al renombrado Fernando Bonfiglioli. Bassoli, nació cerca de Bologna (Italia) y vino a establecerse a esta ciudad en 1886.
El 24 de setiembre de 1926 se habilitó la capilla con un destacado acto en el que participaron autoridades de toda la provincia de Córdoba. Pero los años pasaron, las cosas fueron cambiando y la capilla, se fue descuidando, el tiempo y el clima deterioraron el material, la iglesia cerró sus puertas y se convirtió en “un basural”.
Así pasó el tiempo hasta iniciar el 2010, en que el arquitecto local Hugo Las Heras tomó cartas en el asunto, y junto a colaboradores, están restaurando el añoso edificio que sería habilitado para octubre próximo.



Nos damos cita a las 16 y él nos espera en las escaleras de ingreso. Nos saludamos e inmediatamente atravesamos la gran puerta. Las Heras, ex Director de este matutino, nos sitúa en el tiempo y en el espacio: “Es la única iglesia gótica, tiene muchas particulares, una de ellas es la terminación de las puntas. Al igual que la Iglesia de los Capuchinos en Córdoba, tienen solo una torre. Con respecto a la pintura, todo esta pintado al temple, una mezcla que se hacía en el momento. En el 1900 tenían los pigmentos, que no distaban mucho de los que se utilizaban desde el 1400. El pigmento era el polvo que se le echaba; se le ponía yema de huevo, que se ve amarilla pero que si la batís quedaba transparente, se hacía como una mayonesa con el color que vos querías. A esa mezcla se le echaba ácido acético o algún ácido componedor, que permitía detener el proceso de descomposición del huevo… hacía que no se pudriera. Se le agregaba cola de zapatero, que venía por plancha y que había que hervirla. Se hacían potes grandes de pintura de distintos colores y después se mezclaban y se conseguían más colores.”

-Son colores cálidos, muy agradables a la vista los que ostentan las paredes.
-Son todos colores apastelados, tenemos que hacerlos textualmente, hemos usado algunas técnicas modernas, pero sólo en colores planos; le agregaron doble cálculo de cola para que la pintura pegue más, ya que con el pigmento original, si pasabas la mano te ensuciabas. Todo lo demás esta hecho con pintura original y buscando el pigmento original; porque sino no lográs el color que querés. El rojo no es un rojo bermellón, sino es un rojo magenta, los azules son ultramar, los amarillos tienen que ser oro, sino le pones amarillo limón no funciona… pero todo tiene que ser con los colores de la época.

-Contanos, ¿quién fue Bassoli?
-No se tenía registro de este pintor, se pensaba que la parte mural existía en Villa María de Bonfiglioli para adelante; pero este hombre, que también hizo una carrera titánica en esa época, había quedado como olvidado. Se estableció en Villa María; vivió con su familia y tuvo 11 hijos… fue un villamariense más. En general, los pintores venían por trabajo, cuando terminaban su tarea se iban. La diferencia con Bonfiglioli es que éste vino por un amor y se quedó, además manejó mucho mejor su arte, se metió más en la Escuela de Bellas Artes; Bassoli no, hizo esto (la capilla), la Farmacia Pinardi, la Estancia La Negrita, hizo la parte baja de la Catedral que tiene como un cortinado... toda la bóveda de la Catedral la pintó él.
La Capilla de San Antonio no se sabía quién lo había pintado, pero revolviendo en una vieja revista que se llama “Nuestra Causa” empiezan a aparecer pagos a Bassoli. Después hablando con la familia nos interiorizamos un poco más, aparecieron fotos, etc… sin este descubrimiento su nombre quedaba totalmente oculto. Es muy valioso recuperar algo así en la ciudad.

-¿Quiénes colaboran con vos en esta ardua tarea?
-Trabajo con César “Titina” Bravín, que es un maestro, creo que él va a restaurar grandes cosas en la ciudad, porque es muy joven. César se ocupó de las guardas, yo pintaba más arriba. Esas tarimas (nos señala algunas bases de madera que es donde descansan las imágenes de los santos) las tuvimos que mandar a hacer. Buscamos un carpintero, y me pasó que cuando vi al carpintero éste se largó a reír y me abrazó, porque resultó ser el hijo de Bernardino Calvo, que fue el fundador del diario conmigo. Fue un impacto muy grande encontrarlo a Juan Calvo. Por otra parte como nos ocupamos de la imaginería por completo y había muchas cosas que reparar, así que la llamamos a María Eugenia "Coqui" Podestá, que ha hecho un trabajo maravilloso. La pintura la hice yo. Había que envejecer la pintura, para que se asemeje a la original, ocuparse de algunos mármoles y granitos, vamos a arreglar los bancos, las puertas de entrada, los cuadros, la iluminación...

Mientras charlamos le consultamos al arquitecto, porque una de las partes de la capilla aún no ha sido restaurada.
-La iglesia estaba deteriorada, muchas veces pasa que la gente no se da cuenta el trabajo que se hace. Como teníamos muchos arcos en la capilla, decidimos dejar uno como estaba para que se note el día de la inauguración. Le vamos a poner una tela y la vamos a descubrir ese día, para que el público aprecie el contraste. Pasada la inauguración nos ocupamos de esa parte y culminaremos con todo el trabajo en dos meses más.

Seguimos la charla bajo una bóveda celeste adornada con miles de puntos dorados que se dispersan por todo ese firmamento.
-El cielo tiene puntitos como de un bronce con cobre, eso se iba haciendo a medida que revocaban el techo. Arriba de la bóveda tiene chapa de cinc. Le iban revocando y Bassoli con un hilo que iba girando, metía la mano en el bolsillo e iba enterrando antes de que el cemento se endurezca. Nosotros los pintamos a los 7.400 botones con un color oro.

-Hugo, ¿cómo conseguís los trabajos, los buscás o te llaman?
Yo voy mostrando los lugares que se podrían restaurar… en esta oportunidad nos ayudó la Municipalidad, con un presupuesto muy pequeño para lo que es el arte; pero lo hacemos porque nos gusta hacerlo. Yo creo que esta restauración va a durar cien años. Hace un año y medio que estamos trabajando acá, porque son muchas cosas y las queremos hacer bien.

-¿Desde cuándo te dedicas a esta tarea y en qué lugares de la ciudad podemos encontrar rastros de tu trabajo?
-Siempre pinté. Empecé a pintar con Marina Lucchini, y llegué a conocerlo a Bonfiglioli. Estudié Arquitectura donde teníamos cuatro historias del arte en cuatro años. Me fui a Chile y trabajé con un muralista que fue ayudante de (David Alfaro) Sequeiros. Luego me fui a Méjico, a observar como trabajaban los grandes muralistas. En la ciudad trabajé en el ex Cine Sud, la casa de Fernando Bonfiglioli, la Asociación Española, la Catedral… se podría decir que hice gran parte de la ciudad.

-¿Cuántas horas diarias están dedicadas a la restauración de esta capilla?
-Son aproximadamente tres horas a la mañana y tres a la tarde, la luz del día juega un papel muy importante en la tarea. Hay que tener en cuenta que trabajar tres horas en un andamio allí arriba, no es lo mismo que trabajar tres horas aquí abajo. Estás más tensionado y a veces las piernas te tiemblan. El piso está desnivelado y debimos poner andamios con piolas, atados entre ellos.

-¿Cuál es tu sensación, sabiendo que estás restaurando inmuebles de alto valor histórico y cultural que son de la ciudad en la que vivís?
-Es un orgullo ser de Villa María. Esto es una cosa insólita, y creo que lo hacemos bien y también barato; porque es nuestra vida. Sucede que si traes alguien de Italia, por ejemplo, los costos son muy altos (gastos de hotel, comida, trabajo, material). Nosotros estamos recuperando la ciudad.Las críticas de la gente de afuera nos dan un parámetro de que vamos bien. Todavía está instalada esa locura de que si se trae alguien de afuera se hará un mejor trabajo y no es así. Yo no voy a tocar un Miguel Ángel; pero me le animo a la Catedral de Córdoba y cualquier otro desafío. Somos de Villa María, son pocos lo que hacen esto, en Córdoba debe haber uno, en Rosario no hay nadie; entonces, creo que eso también debe ser valorado.


Es así Hugo. Por eso éstas páginas que quieren atestiguar la gran labor que se está realizando en una de las construcciones más bellas de la ciudad. La Capilla del Instituto San Antonio está recuperándose, está volviendo a ser lo que fue hace un siglo atrás. Por eso vale la pena, aminorar la marcha, tomarse un tiempo de ese que siempre no tenemos y detenernos a admirar esta gran obra. Estamos ante una recuperación del patrimonio cultural de Villa María y está ahí para que lo apreciemos y valoremos.


(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País, 26 de junio de 2011.-

domingo, 19 de junio de 2011

Banda Infanto Juvenil y Escuela de Música de Ballesteros



Entrevista
BANDA INFANTO JUVENIL
Y ESCUELA DE MÚSICA DE BALLESTEROS
Notas del sur cordobés




Hoy nos vamos de la ciudad. Seguimos la ruta hacia el sur, hasta una localidad cercana. Es que allí, a 30 kilómetros de Villa María se enclava la pujante Ballesteros. Un pueblo de poco más de 4000 habitantes, que al igual que muchos otros de nuestra pampa gringa, se rodea de campos, principal fuente de ingreso de sus habitantes.
Viajamos para una ocasión especial, el día viernes se cumplió el primer aniversario de un colectivo musical integrado por niños y jóvenes, que apuestan al bello arte de los sonidos. La Banda Infanto Juvenil y Escuela de Música de Ballesteros está de festejo.
Por ello, aprovechamos la oportunidad de presenciar una de las clases y charlar con los profesores Mauro Sánchez y Fernando Hemadi, quienes le devolvieron a esa localida las notas de una banda musical, que no se oían desde hace 40 años.



Fue hacia finales de 2009 que Mauro Sánchez presentó un proyecto para crear y desarrollar una banda y escuela musical para niños y jóvenes en Ballesteros. El municipio se mostró muy interesado y luego de varias reuniones la idea tomó fuerza y arrancaron el 17 de junio de 2010.
El profesor Sánchez nos introduce en la génesis del proyecto, y relata los pormenores e inconvenientes que se tienen a la hora de iniciarse en un emprendimiento de estas características.
No es fácil iniciar algo semejante, menos en ciudades chicas donde las necesidades y carencias son tantas. Se necesita de dirigentes de “cabeza abierta” que estén dispuestos a apoyar con espacios y dinero un nuevo proyecto musical; ya que muchos, como dice Mauro “entienden una banda de música como un gasto.”
La idea de los profesores que hoy están cargando este proyecto es ambiciosa, tiene varios objetivos y muchos horizontes. La banda y escuela no quiere ser simplemente un lugar donde se toquen las marchas que todos estamos acostumbrados a escuchar en cualquier acto público. Dice Fernando, “la idea no es solamente que la banda toque el himno, marchas y nada más; la idea es orientarla a la cuestión sinfónica y a la escuela de músicos. Intentamos formar músicos que después continúen su camino, siempre y cuando tengamos el apoyo, vamos a poder hacerlo posible.” Por su parte Mauro nos cuenta que en general las bandas se han ido formando de manera caótica, “vení, sentate, soplá y arreglátelas…”. “Nosotros queremos enseñarles una técnica, queremos que lean música, queremos enseñarles la mayor cantidad de cosas que les pueden hacer falta en un futuro.”


VAMOS LAS BANDAS
La dificultad que se plantea con las bandas está relacionada con poder coordinar grandes grupos de personas. Fernando Hemadi por lo general no quiere trabajar con bandas porque es complicado, “pero si lo organizás distinto, con otra idea es diferente (nos comenta). En la mayoría de los casos se le da cierto instrumento a cualquiera, entonces no le das importancia a la persona y así el chico no aprende.” Inmediatamente nos cuenta como fueron los inicios, cuando tenían a 120 chicos y muchísimos menos instrumentos; en sus palabras, “apenas empezamos, hicimos una ronda, y le fuimos mostrando todos los instrumentos a cada uno; después decidían, otros estaban indecisos y de a poco lo fueron haciendo; nosotros intentamos no imponerles, que sean ellos que elijan.”
Los chicos que ingresaron a la banda y escuela de música no poseían ningún tipo de aprendizaje musical, por lo que fue y es un gran desafío para los profesores y para ellos mismos. “La condición es que sepan leer y escribir, porque si son más chicos se distraen mucho… Desde los 8 años en adelante.” Mauro manifiesta su preferencia por los niños, porque de esa manera son muchos años los que ese niño puede quedarse dentro de la banda y eso lo hace crecer con el instrumento a la par; en cambio, al ser más grande, surgen algunos impedimentos (estudio y/o trabajo) que hacen que ese niño, ya joven, continúe en la banda.
Ante nuestra consulta sobre si los niños aprenden mucho más rápidos que los jóvenes, Fernando nos responde “creo que es algo que tiene que ver con la actitud de cada uno, es como que el chico está cargado de menos cosas, presta más atención y toma la información más rápida.” Mauro refuerza la idea, “aprenden al toque. Una persona grande si no aprendió a leer música de chico, es mucho más complicado; no imposible, pero te ponés más trabas. En eso los chicos no tienen prejuicios, les enseñás algo y lo aprenden así, no se cuestionan, sino que se centran en aprender lo que uno les enseña.”


SOBRE EL REPERTORIO
Mientras uno de los ensayos transcurre, nos damos una vuelta por el salón y divisamos el repertorio que estaban preparando para su presentación festejo, que se realizó en el día de ayer. Algunas de las canciones: “Careless whisper”, “Pink panther”, “La bifurcada”, “We will rock you”, “Arde la ciudad”, “Mi enfermedad”, entre otros… como se aprecia, el repertorio es variado, con canciones populares del rock, del pop y hasta de programas de televisión.
Al respecto Mauro cuenta, “tenés que seguir la onda de los chicos, no podes hacer sólo marcha porque se aburren; hay que hacer cosas que a ellos les guste.” El profesor Hemadi aclara, “por el momento, la idea del repertorio se basa en obras fáciles porque recién empezamos; pero el día de mañana queremos ir buscando obras más originales. Generalmente las bandas caen en los mismos temas, vos vas a un festival de bandas y todos tocan las mismas obras. La idea es que se hagan arreglos especiales para la banda, queremos que se trabaje esa idea; ya que en esta zona se van generando compositores, principalmente por la Universidad Nacional de Villa María. Queremos que se vaya instalando la idea de componer y adaptarlas a la idea de los chicos y de sus gustos.”
Otra de las propuestas de la banda y escuela de música es ir creciendo en propuestas. A medida que se adquieran nuevos instrumentos, se necesita también de otra gente especializada que venga a enseñar las técnicas particulares de ese instrumento. Así pasó con el profesor Eduardo Brandi quien durante tres meses les enseñó a las chicos las particularidades de la flauta traversa. Más adelante, está la necesidad de ir sumando nuevos instrumentos y con ellos llegarán otros profesionales que vayan complementando ese espectro. “El saxo y trompeta está bien (dice Fernando), pero hay que darles la posibilidad de otra cosa, pero ¿por qué no hay banda sinfónica acá en la zona? Porque no hay instrumentos de bandas sinfónicas, son todos de bandas militares. Los instrumentos de sinfónica son caros, entonces la municipalidad no alcanza a comprar; pero si te organizás y de a poco vas sumando, podés ir adquiriendo.” Además del sostén municipal, la banda y escuela ha conformado una comisión para cubrir los gastos mínimos que vayan surgiendo.


TRABAJO CON NIÑOS
Trabajar con niños no es nada fácil, menos aún si se les intenta enseñar música. “Tenés que armarte de mucha paciencia y tiempo”, nos cuenta Mauro, “hay que tratar de llegar al chico; pero es muy lindo, nos gusta lo que hacemos.”
La metodología de trabajo es darle teoría y cuando la resuelven, pasan al instrumento. En un principio fue complicado manejar un grupo de 120 alumnos; hoy continúan la mitad, chicos que quieren aprender y que se esfuerzan por lograr sus objetivos. Recuerdan, los profesores, que debieron armar una ronda e ir mostrándoles los instrumentos a cada uno para que tuviesen un primer contacto. Luego armarían grupos de manera tal que en distintos horarios, estén siempre disponibles los instrumentos; ya que por lo general las bandas son libres y muchas veces cuando se quiere practicar un instrumento en particular, se encuentra ocupado.
Son los alumnos que van marcando un poco el paso hacia donde van, son sus gustos y el interés. El profesor Mauro destaca el hecho de que la música te da disciplina. “hay chicos que son muy revoltosos, y vos los ves sentados ahí leyendo y te sorprendés, porque se ponen, hay que coordinar el movimiento, soplar… El chico se sienta y es media hora que está con él mismo. La música te enseña a contar los tiempos porque es matemática, hay que ver donde hay que entrar, escuchar al de al lado, ver al director que esta al frente… todo eso te da la música; es un grupo, sólo no podés hacer nada.”
La Banda Infanto Juvenil de Ballesteros ha realizado algunas presentaciones, en ellas sus profesores son casi espectadores; quieren de esa manera lograr independencia de los niños, “todo lo interpretaron ellos, se las arreglan; porque si ellos saben que vos estás a lado se genera una dependencia que no queremos.”


LA GENTE
La gente de Ballesteros está contenta. Tener una banda y una escuela de música ha sido un gran avance en lo que a materia cultural y musical respecta. No son pocos los que han pasado, en su juventud, por la Banda del Club Talleres y eso enciende una llamita que parecía extinta desde la década del ‘70.
Dice Mauro, “antes todos pasaban por la banda”. Se lo ve contento, es uno de sus sueños, “siempre tuve la idea de que iba a terminar en una banda laburando, siempre estuvo instalado en mí ese proyecto, era esperar y también ir a buscar.” Fernando también está contento, “es lindo el hecho de que vas enseñando y los chicos van aprendiendo. Es muy positivo poder lograr un proyecto distinto, lograr el apoyo para una banda que no está sólo para actos y nada más. Es una banda que forma músicos y ejecuta otros repertorios a los que la gente no está acostumbrada.”
Mauro concluye, “son cosas que le sirven al pueblo. Nosotros vemos que se habla mucho de Rubén Juárez y acá puede haber muchos Rubén Juárez, pero no tienen la forma. Nosotros nos sorprendemos de que hay chicos que tienen súper condiciones. Nosotros los vamos preparando para que en un futuro, cuando estudien o sigan con la música, la realidad no les sea tan complicada.”



Emprendemos nuestro viaje de retorno. Pasan los campos por nuestra ventanilla, pasan los postes y los carteles viales; pero la música no pasa, parece que nos acompañara dentro del vehículo. Son las notas de una banda de jóvenes y niños que desde el fondo cordobés se está haciendo escuchar. Desde estas páginas nuestras felicitaciones y los augurios de continuidad.





BANDA INFANTO JUVENIEL
ESCUELA DE MÚSICA
BALLESTEROS
Integrantes




1. Andrea, Verónica
2. Antune, Camila
3. Antune, Lucila
4. Arroyo, Lorenzo
5. Arroyo, Lourdes
6. Bollo, Laureano
7. Bollo, Sierra Celene
8. Bosio, Bustos Diamela
9. Bruno, Sofía
10. Bustos, Candela
11. Campos, Anahí
12. Campos, Daniela
13. Campos, Gabriela
14. Campos, Jesús
15. Campos, Nimsi
16. Casas, Tadeo
17. Cepeda, José
18. Cepeda, Lara
19. Cerrutti, Angie
20. Cesare, Camila
21. Cesma, Nahuel
22. Chupettini, Benjamin
23. Comba, Irina
24. Cuccietti, Narella
25. Esquivel, Benjamin
26. Ghione, Azul
27. Ghione, Ivo
28. González, Milagros
29. Gutiérrez, Elisa
30. Gutiérrez, Ximena
31. Jackow, Matías
32. Jaime, Dayana
33. Jara, Maylen
34. Jara, Selene
35. Mautone, Ileana
36. Montesino, Octavio
37. Montesino, Valentina
38. Pereyra, Lucas
39. Picatto, Antoni
40. Picatto, Jenifer
41. Picatto, Stefania
42. Quiroga, Delfina
43. Rivero, Evelyn
44. Ron, Alejo
45. Ron, Diego
46. Ron, Mario
47. Sánchez, Lourdes
48. Santopolo, Andrés
49. Santopolo, Mauro
50. Sciencia, Gaspar
51. Tagliavini, Facundo
52. Tagliavini, Leonardo
53. Torno, Florencia
54. Villalba, Virginia
55. Zandri, Malena
56. Prof. Hemadi, Fernando
57. Prof. Sánchez, Mauro
58. Prof. Brandi, Eduardo


(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País, domingo 18 de junio de 2011.-

domingo, 12 de junio de 2011

Alcide Fornero. Surcos de papel y tierra

Entrevista
ALCIDE FORNERO
Surcos de papel y tierra


Le miro las manos y ellas lo dicen todo.
Me hablan de un hombre que construyó su vida intensamente. Son las manos de un “chacarero” que sembró la tierra, manos que hicieron el pan en el horno de barro, manos que acariciaron la suave piel de sus hijos, manos que sufrieron el frío de las heladas cuando hacía el tambo y sintieron el calor de un humeante mate de madrugada, manos que reparaban la maquinaria rural que se rompía siempre, manos con las que alambraba los campos de esta pampa gringa… en fin, manos de un hombre que después de 60 años empieza a plasmar en el papel, el retrato de su vida y la de los otros.
“Y si te hacés uno de esos cafecitos lindos que sabés hacer…”, le dice a Elsa, su mujer. Nos sentamos en el comedor, mientras que en el otro extremo de la mesa, dos de sus nietas hacen dibujitos. Alcide Fornero me habla en voz alta, con sentencias sólidas engarzadas con una sensibilidad que lo caracteriza. Es un tipo simple, cristalino como sus profundos ojos celestes.
Recientemente, ante una multitud poco vista en las ceremonias literarias, presentó su tercer libro “Por los surcos de esta tierra”. Hablamos con él, de este nuevo hijo y de los surcos que va dejando en esta vida.




Alcide Fornero nació hace 76 años en Los Zorros y allí vivió hasta su juventud. La vieja casa que habitaba se convertía en un punto en la inmensidad del monte. En 1958 se trasladó a Carrilobo donde nacerían sus seis hijos, que de niños, escuchaban atentos los cuentos que su papá les contaba luego de cenar y rezar el Rosario.
Hombre de campo, los designios de la vida hicieron que Alcide a sus 30 años debiera operarse de la pierna y limitar su capacidad de trabajo. Lo lamenta y se consuela a la vez, “tuve el auxilio total de la familia, mi señora, los chicos me salieron buenos”.
Antes de que se lo pregunte se adelanta y me cuenta sus inicios en la escritura. “¿Sabés cómo empecé? En la época de Menem me sentía tan indignado. ¡¿Cómo puede ser que se esté vendiendo todo?! ¡No nos va a quedar nada! Me dio bronca. Hice una carta para mandar a los diarios, ¿pero que me pasó? Yo no sabía que tenía aptitudes narrativas… de la carta me sale un relato, así que no la mandé y me dediqué a profundizar en la escritura y el relato.”

-¿Y como llegás al taller literario de Dolly Pagani?
- Estaba remendando bolsas en el campo y escuchaba la radio. En un momento hablaba una mujer sobre la literatura y la escritura de taller. Dejé la aguja, la miré y la veía parecida a un lápiz. Así empecé a decantar cosas… La señora invitaba a la gente a su taller, pensé y me pregunté porqué no ir a aprender. Así que hacíamos el tambo, terminaba y a mi horario me iba. Habíamos formado un grupo muy compañero, Luis Luján, Adriana Claudeville, Mariela Álvarez, Gustavo Borga, Marina Giménez... Después, en el campo, dejamos el tambo, no daba nada, probamos con la crianza de terneros y terminaba el trabajo y me venía al taller. Mi problema era que yo me decía, “soy un chacarero, no soy un intelectual, hace 47 años que hice la escuela primaria (sexto grado)”.
Una vez la Dolly presentaba un libro, hablé con ella y me dijo los horarios de los talleres.

-Así que fuiste…
-Encaré y vine al taller. Tenía el problema de quiénes serían mis compañeros, yo acostumbrado a llevar la leche, cuidar los chanchos, esas cosas, ¡mirá donde me meto! Cuando yo entré, varias miradas se fijaron en mí. Había mucho silencio cuando leí y me sorprendió el respeto, pero te juro que me temblaban las manos. “¡¿A dónde te vas a meter gringo, acostumbrado a levantar paredes, a poner a punto una máquina, a salir de los animales?!” Empecé, seguí y gustó mucho lo que escribí y me aceptaron de buen grado. Tuve buenos amigos. Hice como 8 años de taller. Es muy bueno porque lo que escribe el otro te ayuda a vos, y lo que escribo yo quizás sirve para el otro. Muchas veces pasa que un escrito de una hoja, no te dice nada, pero puede haber una oración en el texto, que te puede impactar; esa frase acomoda todo.

-Siempre digo que si en un poemario hay un solo verso que te gustó, el libro ya se justifica.
Es verdad, yo a la literatura la llevo en el alma, como mi gran amor a la tierra. Tengo dos novelas empezadas y poesías tengo un montón. El primer libro publicado se llama “Vivencias, relatos y poesías” (1999) y luego le sigue “El hijo del hombre” (2004). “Por los surcos de esta tierra” vendría a ser una continuación de mi primer libro; tiene relatos, cuentos, anécdotas y hay personajes de campo. Había muchas situaciones que en ese momento te daban mucha bronca; pero que, lejos en el tiempo es una cosa que te causa gracia. Yo hago el relato de ese caso poniéndole gracia, para mantener vivo el interés de la lector, empiezo a trabajar la imaginación. Hay también relatos de misterio, de esos que te contaban las abuelas, me gusta tratar el misterio.

-¿Qué sentís cuando ves un libro tuyo terminado?
-Una de las más grandes satisfacciones y doy gracias a Dios por haber alcanzado hacerlo, porque es un don. Vos tenés un don, el gran médico operador es un don, un gran músico es un don, el gran jugador de tenis es un don, el chacarero anónimo es un don… que quizás no se ve, pero el de arriba si lo ve y lo va a premiar. También lo es el linyera, que no contribuía en nada; sin embargo contribuía en el campo para que lo viéramos como caminaba, porque nosotros tenemos que ver la vida del otro. Siempre es importante la vida del otro; te digo Darío; es muy posible que yo haya aprendido más de los que no sabían nada, que de los que saben mucho. De los hombreadores, hombres que trabajan en las máquinas, de los alzadores de bolsas… teníamos una sentencia, son tipos que no hablaban mucho. Una sentencia de ellos, valía mucho, quizás te decían una sola frase. Mi padre era mi ídolo y era un gran consejero, para el “La prensa” y “Los principios” eran diarios serios, y él amaba la verdad sobre todas las cosas, no soportaba los mentirosos. Una vez al irnos al acostar yo le dije, “papi, no me voy a casar, siempre voy a estar con ustedes”. Me puso la mano en la cabeza y me dijo, “hay que prometer poco y cumplir mucho”. Me mató, esa frase hasta hoy está acá (y señala su corazón). No me faltó nunca esa frase. Era un chacarero de colegio de campo y cuanta razón. Son sabios. Si un viejo de vida sana y con jerarquía de vida te dice algo, grabátelo porque tiene razón. Aprendí que cuando un viejo me decía, a lo mejor no le hacía caso, pero a la vuelta de la esquina tenían razón, yo admiro eso.

-Si tuvieras otra vida, y la posibilidad de quedarte en la ciudad o volver al campo, ¿qué harías, Alcide?
¡¡¡Mañana me voy al campo, Darío!!! Porque no me gusta la ciudad; pero no podemos decir que las cosas se vayan a dar como uno quiere, porque la vida tiene muchas vueltas. No sé puede decir que vamos a hacer mañana, sí, podemos tener previsto; pero en la vida el hombre propone y Dios dispone.


Quizás Alcide, fue el mismo Dios quien te trajo a la ciudad, para estar más cerca de los tuyos... Seguramente fue también quien despertó en vos este don, el de la palabra, con la que hoy podés rememorar todos esos años junto a la tierra y la naturaleza; años de mucho sacrificio, pero de mucha alegría. Esa misma alegría que hoy tenemos nosotros al leerte.



(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País, domingo 12 de junio de 2011.-

domingo, 5 de junio de 2011

Delieite coral. Beethoven por villamarienses

Deleite coral
BEETHOVEN
por villamarienses





Decir que la música no conoce de fronteras, más que una frase trillada es una verdad. ¿Se imaginó Beethoven que en épocas como las de hoy aún se ejecutarían sus obras? ¿Habrá pensado alguna vez el compositor alemán que su influencia no conocería de fronteras ni tiempos? Por otra parte ¿se habrá imaginado un grupo de coreutas villamarienses interpretar a Beethoven, en un auditorio de lujo y ante más de 2000 personas?
El 8 y 15 de mayo en el Auditorio de Belgrano se interpretó la 9na. Sinfonía de Ludwig van Beethoveen, ejecutada por la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Buenos Aires y dirigida por Gustavo Codina. Participaron de ese momento un grupo de villamarienses integrantes del Coro del Conservatorio Superior “Felipe Boero” dirigido por Rubén Terreno y el Coro Nonino de la Universidad Nacional de Villa María dirigido por Cristina Gallo y acompañada por la profesora y mezzosoprano Manuela Reyes. También participó el Coral Ópera del Centro (Córdoba y Santa Fe), sumados al Coral Ensamble (Buenos Aires).
Esta experiencia única y destacable es la que nos contarán algunos de los protagonistas que participaron de esa inolvidable experiencia.


Manuela Reyes inicia la alocución recordando el momento en que comenzaba a gestarse esta posibilidad. Se había planteado hacer una gala lírica para celebrar el 10º aniversario del Eninder y el Bicentenario de la Patria. Se quería incluir el cuarto movimiento de la 9º Sinfonía de Beethoveen. “La consigna era hacer un espectáculo de música clásica, pero que tuviera repertorio popular y muy reconocible por todo público.”
Ese fue el preludio de lo que estaría por venir. El mes pasado un grupo selecto de coreutas de la ciudad viajó a Buenos Aires para participar de esta imponente presentación. Para ello debieron unirse integrantes del Coro Nonino, del Coro del Conservatorio “Felipe Boero” y del Coro Ópera del Centro, que es un grupo regional que se congrega en torno a proyectos que van surgiendo desde el 2007.
Este año el Eninder decide programar completamente la 9º Sinfonía y se establece como lugar el Auditorio del Belgrano, que “después del Teatro Colón, acústicamente es la mejor sala de Buenos Aires.” Así, de esa manera se da una situación especial y completamente inédita para muchos, congregar a más de 120 personas arriba de un escenario, en un auditorio que es un lujo, con un marco imponente de público y con semejante obra a cuestas, hace que destaquemos este hecho.
La dirección corrió por cuenta del destacado Gustavo Codina, quien es el Director del Ensamble Lírico Orquestal de Buenos Aires. Además de ello cantaron Manuela Reyes (mezzosoprano) docente de la UNVM, Soledad de la Rosa (soprano), Christian Casaccio (tenor), Leonardo López Linares (barítono), Carlos Duarte (tenor) y Lucía Ramos Mañé (mezzosoprano).


EXPERIENCIAS
Inolvidable, es uno de los adjetivos que recurren los presentes. “Una experiencia muy linda, que no se nos había presentado nunca… cantar con una orquesta sinfónica, con 180 personas arriba del escenario y en un auditorio espectacular”.
Reyes reconoce que todo tiene que ver con un cambio que se está experimentando en la región en torno a la llamada música clásica. A su vez, “me emocionó ver a nuestros estudiantes escuchando la orquesta y protagonizando una interpretación de una obra emblemática como ésta. Es una emoción muy grande cuando se ve realizada la música.”
Fabián Mossello, es Magíster en Literaturas Latinoamericanas; pero ha cantado en diferentes coros desde hace más de 30 años y reconoce el gran esfuerzo y el logro que ha sido desarrollar un evento de tal magnitud, por ello está agradecido. En sus palabras: “la posibilidad que nos ha abierto Manuela (Reyes), Cristina (Gallo) y la UNVM de poder ir un grupo a cantar semejante obra es única. La experiencia de estar ahí cantando no es transferible con ninguna otra cosa…, estar del lado del que canta, del coreuta, con la vibración, con la energía, con todo lo que significa esa obra es algo que no se puede contar.”
Cristina Gallo, la Directora del Coro Nonino, agrupación vocal que en sus 13 años de vida ha realizado múltiples presentaciones en distintos puntos del país y que ya está terminando su segundo disco, esgrime algunas apreciaciones al respecto. “El aprendizaje es enorme, tiene que ver con el trabajo de masa coral; porque generalmente se trabaja con un máximo de 30 integrantes y no está la posibilidad de cantar con un gran coro, donde el trabajo es distinto. La oportunidad de conocer otros directores, la posibilidad de ver como trabaja ese músico con esa orquesta que además tiene músicos importantes, compartir con otros cantantes y trabajando en pos de un sonido específico es muy gratificante y exigente también, hay que estudiar los ejercicios vocales que hace una masa coral de 120 personas, para cantar el cuarto movimiento de la 9º Sinfonía de Beethoven…”
Ciertas características de este tipo de obras, a veces, parecen imposibles. Manuela dice “hay una grandilocuencia posible en lo acústico, que tiene su punto máximo en estas obras. ¿Qué es un forte en un coro no amplificado? ¿Qué es un forte en una orquesta? Todo establece en la sensibilidad de cada persona que participa un parámetro nuevo, que lo ayuda a superarse; el agudo que al leerlo parecía una cosa imposible, después en la masa de 120 cantantes con todo el efecto de marea que produce la situación, se convierte en una nota más…”
“La construcción del Auditorio de Belgrano permite tener cerca al público y los podemos ver y eso también es importante. La masa coral de cada coro por separado se desarrolló muy bien y la cohesión entre todos también.”


POTENCIAR LA RECEPTIVIDAD
Villa María, se ha fortificado en las distintas manifestaciones que hacen a lo cultural. Nadie discute ya, el papel fundamental que ha tenido, por ejemplo, la instalación de la UNVM en la ciudad. La llegada de docentes y alumnos de distintos puntos del país y del extranjero ha nutrido considerablemente todo el espectro cultural. Manuela Reyes, docente de esa casa de altos estudios y responsable reflotar, luego de 40 años, la ópera en estas tierras con el recordado “Capuletos y Montescos” (2007) vuelve enriquecida. “Tenemos la sensación reparadora de decir ‘podemos hacerlo’; no es que por una cuestión geográfica los habitantes que nacen en tal lugar no van a ser capaces de cantar tales obras.”
Reyes es optimista, dice que el espacio se ha abierto y no se va a cerrar más; porque “además de los artistas y de la comunidad, hay un soporte institucional concreto (UNVM y Eninder), que está creyendo en el proyecto y que es de destacar. He encontrado una receptividad muy grande acá. Comparando a Villa María con otras ciudades semejantes hay una de expresión vida muy particular, en las artes, en la cultura…”
Cree además que nos encontramos en una época con una oportunidad histórica, donde la clave es la integración, “la tecnología permite balancear ciertas cosas que históricamente estuvieron muy desbalanceadas. Había ciertos proyectos que se hacían en las ciudades y ahora gracias a la tecnología, por nombrar un factor, contribuyen a realizarnos; por otro lado recalco la acción de los organismos que están acompañando la iniciativa de los artistas, con un apoyo institucional y económico, ya que sin ellos se hace imposible participar.”
Y cuando hablamos de integración no podemos dejar de mencionar a los tres coros cordobeses que estuvieron allí y que además de compartir el escenario, compartieron otros espacios, y esa convivencia posibilitó la gestación de nuevos proyectos. Así lo asegura Cristina Gallo que destaca ese contacto y el aprendizaje para cada uno de los integrantes, que en su mayoría son estudiantes o egresados de otras instituciones.
El grupo de coreutas volvió fortalecido, una experiencia semejante los incentiva a más y esto le hace bien a la cultura, nos hace bien como sociedad. “Estamos recuperando cosas, que se dicen que no son masivas, que no son populares, que no le gustan a todo el mundo”, sentencia Manuela.
Por su parte Cristina, apoya esa expresión manifestando que la gente se va aproximando paulatinamente a estas expresiones que son muy valorables. “En un momento donde muchas actividades del hombre son individualistas, tienden al trabajo personal y rentado; el coreuta pone mucho esfuerzo, tiempo en pos de un proyecto artístico musical.”


Un sueño que se cumple, un proyecto que se realiza y la esperanza de lo que vendrá. Desde estas páginas culturales nuestras felicitaciones y la energía para instarlos a continuar.



(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País, 05 de junio de 2011.-