domingo, 20 de mayo de 2012

Liliana Fassi. Pinceladas de la Pampa Gringa



LILIANA FASSI
PINCELADAS DE LA PAMPA GRINGA



Recientemente la escritora local Liliana Fassi presentó su segundo libro de narraciones titulado “Pinceladas de la Pampa Gringa”. En él, pinta 14 cuadros de una Argentina marcada a fuego por el modelo agro-exportador, por el ferrocarril, por la gran movilidad de mano de obra rural que se fue esparciendo por los distintos rincones de nuestras pampas.
Motivada por las anécdotas y vivencias narradas por un familiar, Fassi pudo transformar esas historias en relatos que nos recrean épocas de grandes esfuerzos, de lucha diaria por conseguir los sueños y ser felices.
Liliana Fassi se preocupa por la historia, por la identidad de un pueblo que se conformó a través de la mixtura cultural y por dejar para la posteridad instantáneas de épocas que las generaciones actuales no deben olvidar.
Dejamos a continuación la palabra de quien prologara el libro, para luego culminar con la voz de la autora detallando su trabajo y obsequiando su prosa.



Texto: Darío Falconi
Fotografías: Héctor Fassi
eldiariocultura@gmail.com



PINCELADAS QUE TIÑEN EL ALMA
por Miriam Luján Divito

Vívido fresco de una Argentina latente y vital, estos cuentos de Liliana Fassi son como espigas que a veces se mecen con la brisa suave o que son azotadas por violentas tempestades. Historias de sacrificio, resignación, abnegación obstinada para vencer obstáculos, sueños y proyectos, fracasos y éxitos medidos con un solo parámetro: trabajo y más trabajo. Esa laboriosidad de los inmigrantes que hicieron una Argentina potente con su humilde y continuo esfuerzo aparece en estas páginas con una fuerte carga nostalgiosa.
Italianos, catalanes, turcos, húngaros, criollos, indígenas, entre otros, conviven en estas historias que se entrelazan como en un riquísimo caleidoscopio que emociona profundamente por su vuelo poético en relatos sólo en apariencia simples, ya que plasman la complejidad de la condición humana, sus deseos, contradicciones, sueños y realidades. Intertextualidad que ilumina aspectos de historias individuales a lo largo del tiempo y las multiplica ficcionalmente en la visión de los otros, como la memoria que la autora quiere rescatar de antepasados reales, para darles voz, cuerpo, presencia; para que la indiferencia de nosotros,  descendientes de esas generaciones, no sea “un rechazo de esa postrera ofrenda” que ellos nos entregaron. Voces propias, voces de los otros y un entramado sutil que reconstruye una identidad y una cultura tan variada y mixta como la Argentina.
En esta serie de cuentos laten olores y sabores de la tierra, los alimentos, los animales y los hombres. La vida rural y sus faenas, el ritmo de las pequeñas colonias, los oficios simples cobran relieve en el mundo sacrificado de la pampa gringa. Las expresiones propias de cada cultura, las voces de cada pueblo encuentran puntos de contacto en la difícil construcción de una identidad común. Plásticas imágenes se plasman en la retina con enorme fuerza evocadora. Paisajes descriptos con mínimos detalles generan un friso de época que son el marco vívido de estos relatos que cobran ritmo ora cansino, ora dramático, como la vida misma.
Los invito a vivir otros tiempos, no obstante, a medida que el itinerario de lectura se agudiza, la universalidad que late en estas historias de honda calidez humana guía a que nos replanteemos nuestro tiempo y crea un espacio de reconocimiento de la atemporalidad de los sentimientos más profundos de nuestra existencia.
Como el boyerito de estos relatos, tendamos la mano al croto que pasa sobre el tren como símbolo de la eterna libertad y gocemos con la experiencia de la lectura de estos emotivos relatos escritos desde el alma para que nos asomemos al mundo de los otros, que es, ni más ni menos,  nuestro mundo también, el de nuestra memoria colectiva.
A vivir, pues, la experiencia de celebrarnos en estas “pinceladas”, que, más que colorear, tiñen el alma…



RE-CREANDO LA CULTURA GRINGA
por Liliana Fassi
  

La “Pampa Gringa” tiene su origen en la llegada masiva de inmigrantes entre las últimas décadas del siglo XIX y las primeras del siglo XX.
En un lapso de alrededor de cincuenta años, arribaron a la Argentina más de cuatro millones de personas de todas las nacionalidades; mayoritariamente, italianos y españoles. De ellos, varios cientos de miles se dispersaron a lo largo y ancho de las llanuras de Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires. Eran campesinos que buscaban una alternativa para lograr una vida digna. Venían motivados por diversas razones; entre ellas, la promesa de la propiedad de la tierra.
A partir de distintos proyectos del gobierno nacional para poblar el territorio, la pampa se regó de colonias agrícolas. Rápidamente, surgieron enormes extensiones dedicadas al cultivo del trigo; a la par, el ferrocarril se extendió a un ritmo febril y penetró en las regiones más alejadas. Con este proceso de colonización e inmigración, el paisaje rural se transformó por completo: a medida que se producía el cambio espacial y productivo más espectacular que haya tenido la Argentina, la pampa se fue haciendo gringa.
Superando barreras, aquellos inmigrantes se integraron a la sociedad receptora. Poco a poco, fueron adoptando las pautas culturales del nuevo país. En un proceso recíproco, su presencia masiva impactó fuertemente en la vida social, cultural y política de la Argentina. Los “gringos” llegados a estas tierras modificaron las costumbres, los valores, el lenguaje; dejaron una impronta duradera.
El país debe mucho a esos hombres y mujeres que, trabajando duro para su progreso y el de su familia, hicieron crecer la tierra de sus hijos y sus nietos. Aún hoy sus descendientes constituyen una significativa proporción de la población argentina; muchos de éstos conservan todavía el recuerdo de su tradición cultural.
Las vivencias y recuerdos de un nieto de inmigrantes como aquellos (Víctor Fassi), relatados con paciencia y generosidad, gestaron los cuentos que conforman este libro. Ellos tienen la intención de re-crear esa cultura gringa, de rescatar sus costumbres, creencias, tradiciones, neologismos surgidos de la mixtura entre el piamontés heredado y el español de la tierra de nacimiento.
Pinceladas de la pampa gringa pinta breves escenas de esos viejos tiempos en los que podemos encontrar las raíces de nuestra identidad.



EL FIN DE LOS TIEMPOS
de “Pinceladas de la Pampa Gringa
por Liliana Fassi                                                                                         

A la memoria de mi padre
  
Lando bajó del auto con ayuda de su nieto y, apoyado en su bastón, dio unos pasos vacilantes. Ante él, unos metros más allá, se erguía el viejo molino, oxidado y abatido por el tiempo.
Como un flash, un recuerdo vino a su mente, tan vívido como si no hubieran pasado los años: aquel día de carnaval en que jugaba con sus hijas pequeñas y ellas se escondieron detrás del muro de ladrillos que cercaba el pozo de ese mismo molino. Sus risas las delataban, pero él quiso prolongar la diversión y, por eso, demoró el momento de descubrirlas y mojarlas.
La pared ya no existía, pero del molino todavía salía un segmento de caño. Caminó trabajosamente en esa dirección, entre las plantas que le llegaban a las rodillas, hasta que encontró unos pocos restos del enorme tanque.
Cuando tenía 14 o 15 años, al finalizar las tardes de verano y, con ellas, su trabajo diario, se sumergía en ese tanque y nadaba hasta la noche. Le gustaba flotar con los ojos cerrados e imaginarse pez o pájaro, libre y suspendido en un espacio sin norte ni tiempo. En esas horas, se olvidaba del mundo y de sí mismo.
Apoyado en el auto, su nieto guardaba silencio. Lo había traído porque Lando había insistido. Ahora el anciano percibía su mirada y su contrariedad. Sabía que se preocupaba por él, que creía que no le haría bien volver a ese lugar donde había nacido y había vivido hasta que tuvo más de 30 años. Hacía mucho de eso y de todo aquello ya no quedaba nada. Pero él necesitaba despedirse y, por eso, le había rogado que se quedara atrás, porque le apremiaba hacer ese duelo a solas. El joven había accedido a disgusto y lo esperaba junto al coche.
Miró a su alrededor y recordó los tiempos en que, primero su padre y luego él, araban y sembraban esos campos. Hoy ya no ondulaban espigas doradas, ni temblaban al viento las flores de lino. Todo era dominado por el verde codicioso de un cultivo que había avanzado en los últimos años y arrasaba con lo que encontraba a su paso, como un ejército invasor que no perdonaba.
Ya le habían contado que las casas en los campos habían sido demolidas para ceder su lugar a los sembradíos, como si esos pocos metros pudieran significar una diferencia en el resultado de las cosechas.
Miró a su alrededor sin ver nada del viejo paisaje. Recordaba nítidamente cada una de las casas que rodeaban la suya y que siempre pudo ver desde donde estaba parado. Por los cuatro puntos cardinales había tenido vecinos a los que visitaba y que lo visitaban durante las noches, después de la cena, no importaba el día que fuera.
Lando se volvió hacia el lugar donde había estado la casa que construyó su padre antes de que él naciera. Con su bastón, exploraba el terreno antes de dar cada paso, en parte porque no quería tropezar y caerse, pero también con la remota esperanza de encontrar algún resto que le devolviera su pasado.
Llegó hasta el lugar donde le pareció que pudo estar el dormitorio que había sido suyo y después de sus hijas. Un poco más allá, a la izquierda, recordó la galería por la que se accedía al zaguán. En un acto inconsciente, miró hacia arriba como esperando ver, colgados del techo, los embutidos elaborados en las carneadas, pero sólo encontró el cielo gris de la tarde.
Cuando se dirigía hacia el sitio donde estuvieron la herrería y los galpones, chocó con un objeto de metal. Con la punta del bastón apartó las plantas a su alrededor y pudo ver parte del disco de un arado, semienterrado.
Sintió que esa imagen representaba de una manera más certera que cualquier otra lo que había sucedido: aquella vida, la misma pampa gringa habían sido enterradas para dar lugar a un tiempo diferente.
Se preguntó si ese disco habría pertenecido al arado que él había usado, tirado por el “Negro”, el “Lucero”, la “Tagua” y aquellos otros cuyos nombres se le escapaban en ese momento. En su tiempo ese arado, en el que iba sentado, era un verdadero avance. Su padre solía contarle cómo él y su abuelo caminaban detrás de los bueyes mientras empujaban un arado de mancera. De todo eso ya no quedaba nada. Las generaciones jóvenes ni siquiera sabían de ello.
Se preguntó si algo permanecía allí, una presencia invisible, la esencia de aquellos que habían engrandecido ese mundo con su sacrificio, que habían regado esos campos con su sudor y sus lágrimas, que habían abonado esa tierra con sus huesos. A veces, sentía que la indiferencia de sus descendientes era un rechazo de esa postrera ofrenda.
Se sobresaltó cuando sintió una mano sobre su hombro.
—Abuelo –dijo su nieto, a su lado-. Se pone fresco y está por hacerse de noche. Deberíamos irnos.
Lando notó que un torbellino lo traía de regreso al mundo actual, frío y mecanizado. Miró el cielo y descubrió el brillo hipnótico del Lucero, que apareció fugazmente entre las nubes.
Aceptó el brazo que el joven le ofrecía y, apoyado en él, se dirigió hacia el auto. Lo agobiaba una emoción que no podía compartir con nadie, porque nadie podría entender. Se sentía como el guardián de un tesoro que alguien había robado frente a sus ojos.
Aquel tiempo había llegado a su fin hacía mucho y, cuando él se fuera, se lo llevaría definitivamente consigo.


LA ESCRITORA

Liliana Fassi nació en La Palestina (Córdoba) en el año 1962. Reside en la ciudad de Villa María desde 1968. Es Licenciada en Psicopedagogía, graduada en la Universidad Nacional de Río Cuarto. Conjuga el interés por la creación literaria y la narrativa con la investigación genealógica, a la cual se ha dedicado en los últimos años. Este interés la ha llevado a investigar sus orígenes y a recrear literariamente la historia de la inmigración de sus ancestros. Durante los años 1998 y 1999 escribió artículos en “El Corredor Mediterráneo”. Suplemento Cultural de Puntal. Río Cuarto/Villa María/San Francisco. En 2010 publicó “En busca de un tiempo olvidado. Un viaje a mis raíces para recobrar historias de inmigrantes”. En 2011 su cuento “La ofrenda” integró la antología “Memoria y rescate. Primer Certamen de Narrativa”, editada por la Asociación Italiana de Santo Tomé (Santa Fe). Ha publicado y presentado recientemente el libro de relatos “Pinceladas de la Pampa Gringa”.


(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País
Domingo 20de mayo de 2012
Villa María, Córdoba, Argentina.

domingo, 13 de mayo de 2012

Agustín Druetta. Ole Blando! en Villa María


Entrevista a Agustín Druetta
OLE BLANDO! en VILLA MARÍA


Como arrojada en La Cañada, una botella viaja imaginariamente por las aguas del tiempo y se encallará por segunda vez a orillas del Ctalamochita. Dentro del envase, un cassette, símbolo musical de una generación reciente, objeto cargado de mensajes y melodías. Al ponerle “play” catorce canciones fusionando géneros inundarán el aire con acordes de rock, jazz, reggae, entre otros. Se autodenominan “Ole Blando!” Ellos son Julián Fanzini (voz y guitarra), Santiago Viale (bajo y coros), José Gómez (batería y percusión), Lorena Deza (voz y coros) y Agustín Druetta (voz y guitarra).
Tarde de peatonal en Villa María, frente a nosotros, Agustín sorbe su cortado mientras nos cuenta del pasado, presente y futuro de la banda que se presentará el próximo 31 de mayo en Mundo Bar.
Entre transeúntes que vienen y van, entre las interrupciones de los vendedores ambulantes y la publicidad callejera, “Drupi” se explaya. ¿Lo escuchamos?


Texto: Darío Falconi
Fotografías: Natalia Mondelo
eldiariocultura@gmail.com



 -Leí en la biografía de la página oficial que el grupo se formó debido al fracaso individual de cada uno, ¿qué hay de cierto en esa aseveración?
-Surge de un grupo de amigos, no sé si cada uno fracasó o no; pero lo que se logró se hizo a nivel conjunto. Creo que un gran aprendizaje de la banda ha sido que lo colectivo superó lo individual, ampliamente. Este es un grupo de amigos que sabían tocar la guitarra, excepto uno que sabía tocar más o menos la batería.
De asado en asado se tocaban canciones que cada uno hacía, yo escribía un tema lo mostraba y gustaba o no gustaba, Julián Fanzini escribía otro y lo mostraba y a partir de eso, un par de personas comentaron “che, ¡¿por qué no hacen una banda?!” Y un día nos juntamos a ensayar por primera vez, eso fue fines de julio de 2007, yo estudiaba Ciencias de la Información en Córdoba y ahí lo conocí a Santiago Viale, que era de Córdoba pero se había ido a vivir a Santa Cruz, a un pueblo que se llama Gregores donde hizo la primaria y secundaria y aprendió a tocar la viola. Un día se vuelve a Córdoba a estudiar lo mismo que yo. Tiene un estilo muy particular para tocar y es un tipo muy inteligente. Yo lo llamé un día y le dije que necesitaba un bajista, porque éramos dos guitarritas. No había bajo, más que uno que yo había comprado a cien pesos, yo tenía una guitarra eléctrica, Fanzini una criolla, el “negro” Gómez con su humilde batería y nos juntamos a ensayar. En estos cinco años ha sido un aprendizaje conjunto de los chicos, de ser cinco boludos que se juntaron a armar algo a poder presentarse en un buen escenario y sonar, ha habido un camino de mucho aprendizaje.

-¡Y con un disco grabado!… ¿qué recordás de esa experiencia?
-El baterista había grabado algunas cosas anteriormente; pero para los demás fue nuestra primera experiencia. Tuvimos la suerte de estar guiados por dos técnicos impresionantes que son los hermanos Bergallo, del estudio Desdémona en Córdoba. Son muy profesionales y además de grabar nos guiaron en el proceso de grabación, con roles que debería hacer un productor artístico, a ellos no les compete pero lo hicieron y nosotros agradecimos.
De alguna manera estos tipos nos ayudaron mucho y contamos con muchas amistades, si vos abrís el disco vas a encontrar una lista de agradecimientos que ocupan una carilla, y eso no es casual, muchos amigos músicos compartieron experiencias con nosotros.

-Ustedes tocan en Córdoba, graban ahí, hablan de esa ciudad, ¿por qué su apuesta está en Córdoba?
-No sé porqué. En realidad no hay un “plan b” que nos seduzca mucho. Uno escucha muchas veces que para tener éxito hay que irse a Buenos Aires, y eso es mentira. En Buenos Aires habrá 100 bandas conocidas y 100 mil bandas desconocidas, y eso en el hipotético caso de que ser conocido sea el éxito… no vas a ser mejor músico, ni mejor persona porque vayas allá… Sí creo que irse a Buenos Aires es una apuesta en difusión, esto escuché decírselo a Fandermole en una entrevista y me quedó marcado a fuego. Es interesante lo que dice porque desmitifica esta idea de ir a triunfar a Buenos Aires. En Córdoba las pocas discográficas que hay que tienen la capacidad de producir un grupo generalmente se dedican al cuarteto o folklore, y es una percepción mía, que en el último tiempo se han abierto a otros géneros vinculados al baile. Bandas que puedan generar un espacio de danza… se me viene a la cabeza la gente de “La Pata de la Tuerta” que es una banda excelente y que son capaces de generar ese contexto de baile; “Ole Blando” no. Se me viene a la cabeza lo que hace “Calle Vapor” que firmó un contrato con Latitud Sur, quienes generalmente producían folklore y se lanzan ahora con un grupo de música cubana, ¿por qué? Porque el grupo de música cubana mete tres mil personas y las tiene bailando de las doce a las seis de la mañana, “Ole Blando!” no. El laburo como músico independiente es muy difícil, no sé cómo será trabajar con una discográfica.

-¿Cuál es la función de EDEN en el disco de ustedes?
-EDEN hace una cosa maravillosa, la familia de Antonio Cobo. Según él hace por los músicos de Córdoba, lo que los músicos de Córdoba han hecho por él. Cuando empezó los músicos le ayudaron a levantar su negocio y él hoy devuelve todo eso. En Córdoba es muy difícil producir un disco legalmente, registrarlo en SADAIC, registrar la copia fonográfica, no hay copiadoras de disco, no hay empresas que se dediquen al “packaging”… Lo que hace Antonio, de manera gratuita, es un nexo entre los músicos independientes y las empresas (generalmente de Buenos Aires) que se encargan de estas cosas, te da hasta el código de barras... Cuando llegas a la primera vez, desconfiás… y cuando termina el proceso no lo podés creer. Lo gracioso de eso es que eso lo hace “Ole Blando!”, La “Mona” Jiménez, Tru-La-La y el “Flaco” Pailos. A cambio de eso el tipo te pide que le dejes discos para distribuir, ni siquiera te pide la exclusividad. Yo puedo venderlo donde quiero. Son muchas las cosas que hace y realmente es increíble.

-Ahora que mencionás algunas bandas populares, ¿hay alguna relación entre el cuarteto y su banda?
-La relación está en que uno se crió escuchando cuarteto, te guste o no te guste. Nacimos en barrios humildes y en esos barrios se escucha mucho cuarteto. No sé si hay una propuesta en el disco, pero sin duda en los show alguna cosa hacemos. Por más que podamos criticar algunas lógicas comerciales del cuarteto, es un género propio y uno lo enarbola como símbolo.

-Esta pregunta la hacemos porque en muchas de las letras de “Ole Blando!” está reflejada la vida de alguien que vive en Córdoba.
-Sí, de todas formas, las letras no hablan de un tipo de barrio en Córdoba, hablan de nuestras vidas, somos chicos de clase media alta, ninguno paso hambre. Las historias y críticas que hacemos desde el disco son de una posición de alguien que ha tenido acceso a la educación y eso es algo que se agradece. No nos hace falta ver “De caravana” para saber lo que es un baile; ya sabemos porque nos criamos con el baile al lado; pero no hemos sido el actor social sufrido de la Córdoba de los barrios.
Nosotros en Córdoba siempre criticamos el centralismo de Buenos Aires, viene “Callejeros” y dicen “por la 9 de Julio voy con el miedo / de no verte nunca más…”; viene Charly y dice “no bombardeen Buenos Aires” y está el dicho ese de que “Dios está en todas partes pero atiende en Buenos Aires”. Nosotros como cordobeses criticamos todo eso, pero cuando vamos al interior cometemos el mismo error, muchos cantautores le cantan a Córdoba y hablan de La Cañada, o la Plaza San Martín… y eso es Capital, pero ¿cuánta gente del interior hay que ha ido muy pocas veces a la Capital? El disco habla de Córdoba porque nacimos ahí, pero tratamos de no recortar, para que todos lo entiendan. Admiro a Manu Chao, porque habla en Estados Unidos, Francia, México, Argentina… y en todos lados lo entienden. ¡Qué tipo mundano! Lo admiro.

-El 31 tocarán en Mundo Bar, ¿qué opinión les merece lugares así?
-Me gusta mucho “Mundo”, un lugar que tiene mucha onda, mucha mística… el arreglo económico está del lado del músico, en Mundo es del 100% para los músicos. En Córdoba no pasa eso, hay hasta quienes todavía pagan por tocar y eso no nos entra. Nuestra apuesta es la música y queremos a vivir de esto; puede sonar utópico, pero no dejamos de labura día tras día para que esto se haga una realidad. No sé si vamos a vivir de esto, pero si podemos cambiar la cabeza de tres personas, que en vez de decirnos “estos giles tienen una banda” a “estos tipos trabajan de la música” ya estamos hecho. Es otra la concepción… Ahora tocamos por contratación y eso que pensamos nos iba a cerrar puerta, en realidad, nos las abre porque le da seriedad al trabajo. A veces escucho decir a algunos que no pagarían mil quinientos pesos por tocar una hora; ese monto es una miseria para cinco músicos que no tienen una hora de trabajo, sino cincuenta horas de ensayo, cuarenta horas de grabación, lo que cuesta trasladar los equipos, las cuerdas o veinte mil pesos invertidos en un disco. Hay todo un laburo detrás.

-¿Cómo les fue con la venta del disco?
-La primera tirada de 600 discos se vendió todo y ahora hicimos unos 400 más y hasta se consigue en internet. Tuvimos la suerte de salir en cero con los discos (gastos de estudio y producción), a partir de allí hemos regalado varios discos también. Siempre que regalo un disco les digo “con una única condición: piratéalo”. Con la música sucede algo que yo no llegué a dimensionar hasta que grabamos: yo hago un tema, para que eso suene yo tengo que ir y tocarlo con mi viola, tengo que estar yo. Cuando vos grabás un disco, se independiza el tema y no necesito estar yo. Es una manera de perpetuarse.

-¿Cuál es tu opinión sobre la gran facilidad que hoy hay para acceder a la música y a los recursos en general?
-Me parece magnífico que el conocimiento o la información esté a disposición de todo el mundo. Me parece enormemente positivo. Durante muchos años el mercado capturo la música y la música ha ido zafando hasta volverse a salir.




(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País
Domingo 13 de mayo de 2012
Villa María, Córdoba, Argentina.

domingo, 6 de mayo de 2012

Collar de Perlas. Una antología narrativa



COLLAR DE PERLAS
Una antología narrativa


Texto: Darío Falconi
Foto: Robinson Ríos
eldiariocultura@gmail.com

La literatura es arte, alquimia, magia, trabajo; un lugar en el que los sueños se cumplen, portal de viaje al pasado o futuro, posible mar en el cual sumergirnos en nuestro interior o derramarnos en los otros como un líquido impredecible sobre la mesa; es también un reflejo de lo que somos o queremos ser. Pero además de ello la literatura es un espacio de reunión, un lugar para compartir con el otro, y en ese sentido los talleres literarios potencian aún más esa esencia.
La licenciada Mercedes Espinosa Peretti desarrolla un taller literario de narrativa en el que cada semana la literatura invita. A base de cultivar los sentidos con lecturas y experiencias, las alumnas de dicho taller conformaron un interesante corpus textual que ahora deciden liberarlo a la sociedad. Se trata de la publicación de una antología narrativa titulada “Collar de perlas”, la que se presentará este martes 8 de mayo a las 20 en el salón del Centro Cultural de bulevar Sarmiento, esquina San Martín.
Dice Mercedes en el prólogo del volumen “como si fuera un collar de perlas al que se le hubieran desprendido sus cuentas color luna, cuatro mujeres desgranan sus historias, nos prestan su magia. Ellas son, Rosa Michela, Griselda Rulfo, Juana Echegaray, Francisca María Córdoba, integrantes del Taller Literario de Narrativa, coordinado por Mercedes Espinosa, Peretti en Villa María.
Abrimos sus puertas y nos asomamos.
Los veintidos ‘perlas cuentos’ que integran esta antología llamada ‘Collar de Perlas’ nos sirven de preludio y a su vez nos lleva a introducirnos en el Taller para contar cómo se trabaja las palabras al explorar nuevas posibilidades y alternativas que se manifestaron en ese espíritu crítico y curioso compartiendo con los demás los trabajos transformados en cuentos, narraciones y también reflexiones.
Cuatro mujeres, cuatro escritoras nos cuentan. Buscaron dentro de sí mismas y nos regalaron un pedacito de su alma. Cada una tiene su estilo, pero algo en común, sus ansias de comunicarse, de dar a conocer algo tan preciado como es la originalidad dada a sus historias.”
Desde EL DIARIO Cultura nos acercamos al taller para indagar algunos aspectos que hacen a la dinámica de estos encuentros y del libro en cuestión. A Mercedes le consultamos sobre el valor del taller literario en la actualidad y ella nos respondió que “el Taller de Narrativa Literario, se pretende orientar a través de una opinión desinteresada para que incursionen seguros por el camino que como escritores han elegido, siendo la corrección muy importante pues permite avanzar aún más en los escritos. Además se fomenta su amor por la buena literatura. Cuentos de autores conocidos y no tan conocidos, pero con una temática atrayente: un secreto, sueños, recuerdos, conflictos, amores, odios. El Taller les permite meterse en los laberintos de las mentes de los protagonistas, estudiarlos, acecharlos y luego sacarlos a luz.”
Y sacarlos a la luz significa mostrarlos, ofrecer la posibilidad de que el lector pueda degustar esos escritos. Por ello es que cada integrante de la antología responderá algunas inquietudes y seguidamente ofrecemos fragmentos de las obras que se incluyen en “Collar de perlas”. Usted decide, si se lo coloca. Hasta el próximo domingo.



 ROSA MICHELA
-¿Qué consignas, qué estímulos, qué lecturas son las empleadas para escribir?
-En el taller usamos consignas que varían de acuerdo al tema que Mercedes nos esté dando: espacio, tiempo, ritmo. ¿Qué narrador elegimos? Narrador testigo, en primera o en tercera persona, todo depende del tema y el momento. Las historias surgen de los recuerdos, una noticia periodística, una canción, un cuento leído.
Pero la fuente real son las lecturas. ¿Qué estás leyendo? Pregunta Mecha. Abelardo Castillo, Saramago, Poe, Liliana Heker, Borges, Tizón, García Márquez, Cortázar. Poemas, novelas, cuentos, todos aportan su talento y la belleza de sus textos que nosotras tratamos de reflejar.

COLLAR DE PERLAS
(fragmento)
Ana había muerto hacía dos semanas. Olivia se enteró por una nota que los abogados, encargados del testamento, le hicieron llegar. Allí le decían que siendo familiar directo de la difunta heredaba todos sus bienes.
Ana Enriqueta Jordán era hermana de su abuela paterna. Olivia no la conocía, la familia raramente hablaba de ella... Cuando llegó al departamento, ya estaba vacío. Olivia había contratado una empresa que evaluó y vendió todo objeto de valor. La propiedad misma estaba vendida. Sus pasos resonaban en el piso… Sólo quedaban las marcas de los cuadros en las paredes y el lugar donde habían estado los muebles. Una extraña sensación de tristeza la fue invadiendo, ¿esto es todo lo que queda de una vida?
En la cocina había una puerta que daba a un lugar pequeño que desembocaba en el ascensor de servicio, allí habían dejado dos canastos con papeles y objetos para tirar. Le llamó la atención un cuaderno de tapas duras. Un común cuaderno escolar, con sólo abrirlo supo que era un diario. Miró la fecha y arrancaba el cuatro de diciembre de mil novecientos cincuenta y dos, al hojearlo comprobó que allí guardados había años de aconteceres. Lo puso en su bolso y se fue.


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FRANCISCA CÓRDOBA
-¿Qué particularidad posee el hecho de que sean todas mujeres las que participan en estas reuniones?
-Para las integrantes de este taller literario, los jueves por la tarde son espacios en los que se aquieta el exterior al encontrarnos para tejer ese texto interminable e increíble de palabras a veces tiernas, otras duras, con claroscuros pero que son una continua celebración para el espíritu.

POBRES PERO FUERTES
(fragmento)
Ruinas, soledad. El viento mañero para arrear nubes, lleva y trae ecos de puertas batidas en monótono vaivén. Zumbido de moscas, crujir de maderas, suspiros del viento. El arriero pasa por ese sendero, sólo a veces, le arisquea; tuerce el ala del sombrero como para no ver la tristeza agorera que se desliza a su izquierda, mientras apura el tranco del overo.
Dicen que en los atardeceres, los susurros se escapan por entre las vigas raídas del techo y vuelan para convertirse en gemidos. La sensación de aislamiento no mete miedo al hombre, pero penetra como la helada del sur, perfora la osamenta; una angustia invasora va recorriendo la espalda hasta la nuca, se fija en la garganta y comprime el pecho.
El jinete fija su mirada en el suelo; ha entrado en la zona del antiguo Camino Real, olvidado, perdido su nombre entre los libros de Historia, polvorienta realidad hendiendo el paraje donde algunas cabras hacen crujir el suelo, arisco para el verdeo: “Es que casi nunca llueve. San Pedro se ha olviao’e nootros” dicen los viejos mirando bizquear a los animales en su intento de buscar comida entre las piedras, guardadoras de algunos brotes milagrosos.


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GRISELDA RULFO
-¿De qué manera se estimula la participación de las autoras en el Taller Literario?
-En realidad no existe una manera, sino multiplicidad de estímulos que provocan el acto creativo.
Es tanta la diversidad que en los años que concurro no tengo presente que haya repetido la misma consigna, o el mismo enfoque.
Siempre hay un pequeño giro, un notable asombro, una vitalidad especial de Mercedes (Mecha) que logra hacer que se desboquen los caballos de la imaginación.
Ella logra que las palabras fluyan, como digo siempre, siento que apenas da la temática, la consigna, el enfoque, etc., “siento como si alguien me dictara y no puedo dejar de escribir”.
Realmente es un placer poder formar parte del grupo de taller de Mecha.

AMOR ETERNO
(fragmento)
Una rosa se erguía solitaria. Las enredaderas desvanecidas junto a la luz solar murmuraban penumbra y abandono.
El camino enroscado entre algarrobos, álamos amarillentos, siempre verdes, arbustos, saluda a una patrulla de hormigas en pleno ataque, a arañas y mariposas, pájaros olvidados y alguna que otra vaquita de San Antonio contemplando la eterna vigencia del tiempo que no avanza.
 Cuando la tarde se estira en su agonía, la melodía se cuela entre cortinas y persianas.
Mylene danza. La noche enlaza su cintura; túnica plena de osadías. La sonrisa se curva en su rostro. Es feliz en el aislamiento de los salones, entre muebles polvorientos y caireles. Felicidad plena porque el amado vive en ella, ya alejados de ese mundo que la acosa con vértigos y estridencias.
Los recuerdos se agolpan. Aquella tarde él llamó a la puerta. Después fueron una seguidilla de días, una y otra vez, trayendo un ramo de flores blancas. En un primer momento las dejó y se fue. Pero los siguientes trajeron palabras, tiempos compartidos y más flores.


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JUANA ECHEGARAY
-¿Qué representa para Uds. “Collar de Perlas”?
-Este libro constituye un lugar de encuentro creativo para los miembros del taller.
En él se redimensionan los vínculos y se entrecruza la imaginación. Nos acoge entre sus páginas y nos envuelve con la alegría de lo nuevo por nacer.

CASA DE ALQUILER SANTOPOLO
(fragmento)
Yo aquí y ella allá en frente mío, Allí está, malicienta, opaca, con vida añeja y descolorida. La miro parado desde el centro de la plaza de mi ciudad que no hace mucho tiempo fue un pueblo, un gran pueblo, SANTOPOLO. Ahora parece una maceta, húmeda y sin los colores de entonces.

Allí está, entre medio de aquellos colosos, que parecen sostenerla colgada como un yoyó. Es la casa de Don MARCOS DE SANTOPOLO y su señora esposa Doña MARÍA ENCARNACIÓN MIRANDA de DE SANTOPOLO, mis abuelos maternos. Está ubicada sobre la calle ESPINATTI al 126, entre SAN JOSÉ Y ALQUINTA, frente a la calle principal y de cara a la Catedral. La primera casa de alquiler, una novedad para ese entonces. La construyeron, pensando más que en la necesidad económica, en la necesidad de dar que hablar a la chusma. Mi abuelo que hacía de dueño y señor del pueblo que llevaba su nombre, pero no por ser su fundador, sino por la mera casualidad de tener el mismo apellido de aquel que había muerto años atrás, sin dejar beneficiario alguno. Por desgracia tomó riendas en el asunto adjudicándose lo ajeno. Allí nací, crecí y no reproduje por vagancia.





(*) Publicado en EL DIARIO del Centro del País
Domingo 6 de mayo de 2012
Villa María, Córdoba, Argentina